Thursday, December 28
Felicidad vacacional navideña
El martes fue el primer día en el que descansaba mientras gran parte del resto de los mortales quebraba responsablemente el frágil equilibrio entre las ganas de quedarse calentito y metido en la cama, y la obligación de ir a trabajar.
Por mi parte, pensé que sería buena idea tomar esta semana como retorno serio al gimnasio y para coger inercia para cuando volviese a trabajar, que luego entre los partidos de fútbol y los soponcios en el trabajo solo llego a casa con ganas de calentar una pizza y meterme en la cama.
Fui al gimnasio y estuve media hora dando abrazos,explicaciones, y felicitando las Navidades. Ojalá pudiese ir al gimnasio siempre a mediodía, cuando no es necesario hacer cola para entrenar en los distintos aparatos.
Por la tarde quedé con Iván, que es tal como uno se lo imagina leyéndole pero más alto y sin cachirulo, qué majico. En principio íbamos a quedar los dos solos, pero pasé a recoger a Berlín a la salida del trabajo y se apuntó a pesar de las cincuenta insinuaciones que le hice de que este Iván podría ser un tipo peligroso.
El plan era ir al Kappa antes del cierre que le acecha por causas que aún no tengo claras. ¡Qué rabia me da que desaparezca un sitio que aún sin conocerlo ya había hecho mío! Tuvimos la mala suerte de que siendo martes estaba cerrado y nos quedamos con las ganas. Tampoco tuvimos suerte en nuestro intento con el bar de Lucía Etxebarría (id allí, a ver si entre todos conseguimos que se gane la vida con esto y deje de escribir), y acabamos en el F.M., que es un bar que regentan un señor que fue ciclista y su perro acróbata que camina hacia atrás.
Nos echamos unas risas y fuimos a Huertas a cenar unas croquetas macizas como el póster de Samantha Fox que cuelga la pared del F.M., y unos huevos rotos. A propósito del póster, disertamos sin darnos importancia acerca de si nos gustaba más Samantha en sus páginas centrales del Súper Pop o el tetamen saltarín de Sabrina en Nochevieja, pero no llegamos a ninguna conclusión como siempre ocurre cuando se habla de algún tema con calado.
El miércoles fui a Cobeña a jugar tres horas de frontón, que es algo sanísimo que uno debería hacer cuando no tuviese problemas de espalda, y a comer la especialidad del pueblo, el conejo.
Por la tarde pasé a conocer el centro comercial Plaza Norte 2, lo más hortera que existe en Madrid a menos que alguien me diga lo contrario. Conste que ya he tenido en cuenta la tienda que hay enfrente de la Almudena con los souvenirs de la boda del príncipe. Y ya por la noche fui a casa de unos amigos a cenar algo y tomar unas copas mientras echábamos unas partidas.
Así es como considero yo el remate perfecto a un perfecto día de vacaciones.
Hoy, entre el gimnasio y el frontón, no puedo ni toser de las agujetas que tengo, así que he decidido acercarme con mi hermana a ver la exposición de Escher que hay en el Canal. A esto también os recomiendo ir, que son cuatro euros de nada y la exposición los vale con creces. También os recomiendo ir temprano por la mañana porque luego se forman colas y no es plan de estar una hora en la calle pasando frío, que en el patio de entrada no da el sol y en Madrid no hace ya tiempo de salir en manga corta.
Paseando por la exposición han volado tres horas y he acabado en la tienda de souvenirs dejándome una panojilla, que es algo que me sale muy natural siempre que voy a alguna exposición.
Por fin me están sentando bien las vacaciones, ni siquiera la llamada de mi jefe esta mañana ha conseguido alterar mi estado de ánimo. Hoy os daría un abrazo a cada uno.
Monday, December 25
Feliz Navidad
Por mucho que me cueste reconocerlo este año fue el año de Dwalks, que estuvo inmenso atrayendo miradas, derritiendo corazones y quebrando ilusiones. Pasamos del "Jo, estoy encaprichada con Dwalks" durante la comida, al "¿Qué le pasa, que se cree muy guay o qué?" durante la segunda copa, y al "Tu amigo es un mierda" cuando estaba anotando el teléfono de la tercera chica que se le declaraba.
Al salir de la barra libre la mayoría de nuestro grupo decidió ir al Pop&Roll (prefiero muerte), mientras yo fui a empalmar con otra cena navideña de otro de los equipos de fútbol. Tragué millones de calorías sin mucho conocimiento en el Hollywood de Avenida de Brasil y acabamos viendo el fútbol y tomando pintas en el Irish Rover, con Beckham y Salgado a dos metros de donde estábamos nosotros. Me sorprendió mucho encontrarles allí porque es un sitio como de mucha masa y los dos estaban apoyados en la barra como podría estarlo yo, sin tumulto en torno a ellos ni nada por el estilo.
El resto del fin de semana ha sido muy normalito y lo he pasado tratando de readaptar mis biorritmos y comiendo lo imprescindible para poder decir que todo estaba muy rico.
En Nochebuena estuve todo el día ocupado desde por la mañana. Comencé el día con la operación pilosa que consiste en corte de pelo, depilación corporal y facial, y afeitado, todo hecho en casa con estas manitas, y no quedé mal, aunque la parte de la nuca siempre me crea incertidumbres.
En cuanto terminé, salí a tomar el aperitivo con el sueco y otros amigos entre los que estaba Iki, que me regaló “A Long Way Down” de Nick Hornby, traído directamente de Inglaterra y que no puedo esperar para empezar a leer.
Estaban todos los bares hasta arriba de gente, un alto porcentaje de la cual gritaba villancicos y alababa las bondades pectorales de las camareras. ¡Qué buen rollo hay estos días en los que se comparten amor y alcohol a partes desiguales!
Después de ir a descansar un rato a casa de Milio y disfrutar de un Sapphire servido con mucho, mucho cariño, y de una música excelente (no hay nada como regalar montones de discos a tus amigos para que cuando vayas a sus casas puedas escuchar TU música), fui a tomar un café a Bilbao con Dwalks, Kurt, AGr y CF.
Casi nada más llegar, recibí una llamada de Berlín, a quien no había visto en todo el fin de semana, y tras un pequeño pollo porque no le había dicho que estaba debajo de su casa, subí a buscarla y la llevé con los demás al Café Comercial, donde no paré de reírme igual que siempre que veo juntos y en acción a Kurt y AGr.
En una hora estaba volviendo a casa para jugar con los sobrinos y ayudar a poner la mesa. Me gusta estar en familia, aunque a mi padre las reuniones le superen y acabe perdiendo los nervios y cagándose en la puta. Y me gusta la Navidad cuando es Navidad. Feliz Navidad a todos.
Monday, December 18
Cenas navideñas (II)
Esta es una chica con la voz muy aguda, lamentablemente no lo suficiente como para que únicamente sea audible por los perros, y que tiene un montón de cosas que contar. Como que después de miles de años con su novio lo ha dejado, y ahora anda queriéndose beneficiar a todos esos aspirantes que la cortejaron. Eso sí, con mucho amor, que para eso es una chica.
Me quedé con la boca abierta cuando Pazpadilla dijo que al día siguiente se iba a follar a un chico de su barrio que tiene novia y Berlín y sus amigas no dijeron esta boca es mía, ni “eres una perra”, algo que me habría hecho ilusión oír. Igualmente me sorprendió que cuando les inquirí sarcástico si eso les parecía bien, me contestaron: “Es que él dice que no está bien con la novia”.
Os juro que me pareció escuchar el ruido sordo de las guindas golpeando el suelo de terrazo.
Después de cenar bajamos a la plaza del 2 de mayo a tomar unas cervezas y terminar la noche acompañando a las amigas de Berlín a coger unos táxises. Obligado, claro, porque yo, como soy cabrón y malo, pensaba que esperar a 6ºC en la plaza de San Bernardo a que todos cogiesen un taxi en la noche en la que la gente mata por uno, era una estupidez.
El sábado me levanté a las 2 menos cuarto y fui a comer a un restaurante gallego con unos amigos con los que todos años hacemos unos regalos de amigo invisible con retranca y presupuesto de todo a un eulo.
Este año fui a comprar a Popland, que es como era la droguería de mi pueblo hace 25 años, y salí de allí con unas pesas penianas para un amigo que folla tirando a muy poco y debe ejercitar los músculos para que no se atrofien.
A mí me tocaron unas pesas con pelotas de fútbol en los extremos para que pudiese compaginar mis dos obsesiones. Estas son las pesas:
A Berlín, no entiendo muy bien por qué, le cayeron dos katanas con las que terminé una performance ninja fastuosa y sin recurrir a las tópicas bombas de humo.
Continuamos con las copas en un café que juraría que se llama “Las Horas”, y que está cerca de Tirso de Molina (¡qué bonica han dejado la plaza con su mercado de flores y todo!). Es el lugar perfecto para llevar una chica y conquistarla diciéndole que lo que te gusta de ese sitio es ir a leer poesía en francés mientras paladeas el amargor de un café de Egipto. Me tengo que asegurar porque en Google no lo encuentro, y os lo cuento para que triunféis como la Mirinda.
Acabé el día en otra fiesta, sí, esta en casa del escultor del que ya os he hablado en alguna ocasión. Era una reunión con las amigas de su novia, que son todas guapísimas y con unas vidas tan interesantes que me dieron ganas de quitarme la mía y comprarles las suyas. Gente asceta dedicada al enriquecimiento del alma en general, pero con hipoteca, como todos. Me encantó estar allí y me encantó estar con ellos, que uno es muy sencillo y agradece cuando le sacan del corral.
Sunday, December 17
Cenas navideñas (I)
El jueves por la noche fui de cena con mi equipo de fútbol sala al Nina, en la calle Malasaña. Este restaurante no tiene muchas pretensiones, pero tampoco pocas. Con un diseño moderno en rojos y negros que resulta agradable aunque no sorprende por su originalidad, una carta elaborada en la escuela del canónigo y del micuit de pato, destaco el servicio, muy bueno para lo que últimamente nos tienen acostumbrados a sufrir, y recomiendo la ensalada de pulpo, y el solomillo de buey, que es uno de los pocos sitios entre millones en los que te lo sirven poco hecho si lo pides poco hecho.
Id allí y comed a gusto porque tampoco es un rejón. A nosotros con primero, segundo, vino y postre, nos salió la cena a 28 euros.
El viernes teníamos la comida no-oficial de empresa. En ella nos reunimos unas 40 personas que realizamos la misma actividad pero en distintos sectores, y vamos a algún sitio próximo a la oficina a comer el menú del día.
Como después de 5 años ya conozco a todos los compañeros, me gusta aprovechar la ocasión para sentarme con alguien con quien no lo hago habitualmente, o sea con cualquiera menos con Dwalks, aunque esto tampoco me resulta fácil porque históricamente ya están hechos los grupitos y no todos son idóneos.
Está el del sector mayoritario que es una piña que tiene piñones y tú no los comes (en adelante, la secta), y luego están los grupitos minoritarios que se reúnen en torno a la animada compañera que a la segunda cerveza ya está hablando del color de sus bragas, o en torno a la que lleva el escote más pronunciado. El carisma tiene poco que hacer contra las hormonas.
Otra cosa que no me gusta mucho de las comidas de empresa, además de los casados que se lanzan furibundos a por cualquier indicio de polvo extramatrimonial, y de las toñas que acaban en llantos de magdalenas, es el linchamiento cómplice que se hace siempre de algún compañero y la marginación a la que me siento sometido cuando digo que yo no tengo problemas con nadie.
Justo cuando estaba llegando ese punto, tuve que ir a casa de Berlín donde me esperaba ella con unas amigas suyas con las que celebraba su cumpleaños. Con la actitud y la gracia con la que llegué, me habría hecho con el control de cualquier reunión, pero Berlín tiene una amiga que ya se puede uno reír de los discursos de Fidel Castro.
[Y lo dejo aquí porque me muero de sueño, no por hacer una pausa dramática antes de un desenlace inesperado, pero continuará].
Wednesday, December 13
Rehabilitación
Una vez aclarado, y después de una semana entera de vacaciones que me ha sentado fenomenal, ayer empecé la rehabilitación de la rodilla y de mi dedo gordo. Estuve una hora y tres cuartos entre microondas, láseres, hielos y otra maquinaria de tortura. Estoy muy decepcionado porque de los 6 ejercicios que tengo que hacer, en ninguno me tocan, y a mí me gusta mucho que me toquen. Tampoco me gusta que las fisios sean las mismas que las del año pasado. Sin embargo, sí me gusta que las fisios del año pasado sigan estando igual de buenas, me gusta que me hayan recordado y que me sonrían mucho, y también me gusta la ilusión que me ha provocado descubrir que las microondas no solo sirven para calentar la leche.
En el fondo soy feliz en rehabilitación porque es una verdad como el ego del juez Garzón que a los hombres nos gustan las mujeres de uniforme, y es igualmente cierto que dentro de las mujeres uniformadas, las enfermeras nos atraen especialmente. Y esto no solo lo digo yo, sino tambíen montones de películas que la mayoría negaréis haber visto jamás.
Después de la emocionante rehabilitación jugué dos partidos de fútbol. Para poder hacerlo tuve que soportar los reproches de Berlín, esquivar a mi padre y decir media verdad a mi madre, que la quiero mucho pero me aburre un poco cuando me regaña.
Hablando de mi madre, me río mucho con ella. Recuerdo que hace un par de semanas en una charla que tuvimos acabé diciéndole, dentro de una conversación bien humorada, que estaba como una cabra. Se tiró dos días topándome con la cabeza y partiéndose de risa.
Hoy he vuelto a jugar otro partido. En mi casa se han cansado de llamarme imbécil y me preguntan si ya me ha fichado el Madrid, que viene a ser lo mismo pero en sarcástico. Y yo es que no lo puedo evitar, necesito correr, dar patadas y practicar deporte, que esta mañana al salir de la ducha me he visto la barriga y me ha salido una cana.
Además entramos ya en el período de las cenas navideñas de las que acabaré haciendo un post aparte. Voy por la segunda, el jueves tengo la tercera; el viernes comida y cena; y el sábado comida. Como la semana que viene se plantea incluso peor, he decidido tirar del Sun Tzu del obeso y me he puesto como objetivo comer la mitad de los platos que me pongan, beber en la mitad de las rondas que se sirvan, y no repetir postre. Un objetivo tan absurdo como llevarse los apuntes de la carrera en las vacaciones de Semana Santa, pero que a mí me hace ilusión.
Ah, ah, ah, una cosa más: Infiltrados me pareció un coñazo y Scorsese me atufa desde hace ya unos años.
Tuesday, December 5
Legalos
La foto del encabezado es de los regalos en sus cajas, y vuestra misión es tratar de adivinar qué son. Mientras pensáis y ocupáis vuestras mentes, en segundo plano os voy contando a pinceladas muy gruesas, a brochazos más bien, lo que he hecho este fin de semana. Al final del post pondré una foto con los regalos fuera de sus cajas para que comprobéis vuestro porcentaje de aciertos.
El viernes celebré con los amigos la reunión anual en el casino. ¿En cuál?, me preguntaréis. En el de Torrelodones, tocarme los cojones. Perdón por la grosería, pero así evito que alguien se lance en los comentarios y me haga perder los nervios.
Lo que hacemos allí es básicamente lo que hace la gente refinada como nosotros, un concurso para ver quién es el que más come. A pesar de que algún año me he llevado el trofeo, siempre consideraré ganador emérito a mi amigo Iki, quien al final de la cena y después de varios platos de postre, se levantó a dar buena cuenta de una fuente de langostinos.
Después de cenar y con algo de mareo, pues es mucha la sangre que nos baja al estómago, paseamos entre las mesas, jugamos unos euros, y miramos los carísimos escotes que pasean entre lo más manirroto de la caspa.
Todo esto es muy paleto, pero nos encanta y lo hemos convertido en tradición y superstición, de manera que no sólo lo hacemos por lo que lo disfrutamos, sino por miedo a que el cenizo se nos eche encima si algún año faltamos a la cita.
El sábado concierto y copa urgente con Dwalks, algo que a pesar de sus proposiciones no hubiese aceptado si Elza no me hubiese exhortado a ello cuando ya iba camino de casa: "¡¡Te vienes ya!! Soy Elza, por cierto." Me encanta tener amigos así.
El domingo comí con Berlín, a quien no había visto en todo el fin de semana, y fui al Bernabeu. Este año me estoy hinchando a ver partidos, la verdad, y estoy encantadísimo a pesar de que el Madrid no juegue un pimiento. Yo es que soy muy fans. El único problema es que los asientos están hechos para niños de 10 años y en ellos no cabe el culo de un adulto normal. A pesar de la suerte que tengo porque mis amigos son de tamaño estándar-no gordo, en invierno y con toda la ropa de abrigo, uno de los tres se tiene que sentar de lado para caber bien. Al final 2-1 al Bilbao, oéoéoé.
Después del fútbol fuimos a ver Casino Royale, esa película de culto de la que apenas se ha hecho promoción. El caso es que está muy bien, aunque a mí la protagonista no me pareció lo suficientemente tremenda para lo que espero de una chica Bond. También es cierto que me gané una buena bronca cuando hice este comentario en público al final de la película.
Un detalle: si os fijáis en los créditos del comienzo de la película, no veréis las típicas siluetas femeninas, pero sí podréis ver unos fractales de esos.
Y ya, aquí la solución:
Como habréis observado, se trata de paquetitos que rellenan perfectamente los huecos de la maleta, y es que cuando uno viaja a China y le hacen encargos, la ingeniería de espacio, aplicable también en los maleteros de las familias numerosas, es fundamental.
El número 1 es una caja nacarada china que contiene unos palillos también genuinamente chinos y que pienso usar muchísimo. El otro día, por ejemplo, me sirvieron para sacar una cosa que se me había metido debajo de la cama, y para imitar con gran éxito de crítica y público a mi madre cuando hace ganchillo.
El número 2 es un ¿condón? Pues yo apostaría a que sí, pero después de estar palpando el sobrecillo metálico ni Dwalks ni yo podemos asegurarlo. Desde luego, si lo es, los chinos no los enrollan como el resto del mundo.
El número 3 es una baraja de poker con ilustraciones de Pin Ups chinas que me tiene absolutamente loco. Alguien que me regala esto es alguien que me conoce muy bien y a quien no le importa perder su panoja echándose unas manitas conmigo. Ya solo nos faltan tres para la partida.
En serio, Dwalks, muchas gracias por acordarte. Me ha encantado todo.
Sunday, December 3
Tú la llevas
Aún con sueño y una elevada presión intracraneal, salí a la aventura de la M-30 camino de La Riviera. A pesar de la lluvia no tuve mala suerte, ya que apenas tardé 45 minutos en lo que hasta hace unos años (¿cuántos llevamos de obras?) me llevaba 15. También tuve la fortuna de poder aparcar a 10 minutos andando de mi destino, algo que sin dudar, me condujo a pensar que estaba en racha.
Como llegué a la hora a la que habíamos quedado, me metí en el Burger King que hay enfrente de la sala para hacer tiempo. Aguanté con mi menú Whopper al lado de un niño de unos 10 años cuya mayor ilusión en la vida era hacer ruiditos con una bolsa aerofágica y pedorrera que no lograba sino mermar mi paciencia. Afortunadamente para ambos, mis amigos llegaron con las entradas un minuto antes de que le tuviese contra la pared sujeto por el cuello.
La Riviera, por si alguien no la conoce, es esa sala de fiestas en la que dan conciertos. Que nadie se piense que es una sala de conciertos porque no lo es, por mucho que los dueños se empeñen en tratar de demostrar lo contrario.
Únicamente conozco dos sitios con peor acústica que La Riviera: los baños de mi oficina y... Vaya, no, solo conozco uno. Lo bueno que tiene es que con la mala acústica de esta sala me pasa igual que cuando entro en un sitio que apesta: que a los dos minutos ya no lo noto.
La primera impresión que me llevé al entrar en el concierto prácticamente a la mitad, fue como si alguien estuviese tratando de hacer música con una sierra mecánica, una idea reforzada por la imagen del guitarrista que, de espaldas al público, se retorcía como si fuese un gusano.
Una vez que el oído se me hizo a las distorsiones y resonancias tuve el placer de escuchar tres buenas canciones de esta banda que tiene más de 12 discos a sus espaldas. Temas que después eran alargados hasta el infinito con un guitarreo en el que la fuga de notas era predominante. Daba igual, la gente estaba entregadísima, era uno de los públicos más fans que he visto. Un fanatismo que iba parejo a la falta de sentido musical y de respeto.
Este grupo que en un ejercicio de sinceridad había llamado "Murdering the Classics" a un infumable disco de versiones, en directo alternaba temas muy guitarreros con otros más lentos. En uno de estos últimos interpretado por la suave voz de la batería-cantante, un fans se rompía sus manos dando palmas marcando el ritmo de su mundo interior hasta que le llamaron la atención; y en otro tema de los lentos que tenía un fragmento silbado, la gente se puso a silbar al que silbaba.
El final de fiesta, a pesar de un rock que nos puso a todos a baliar, fue caótico, con una mezcla de estilos antagónicos que me lleva a pensar cuánto mal han hecho las drogas en los cerebros de los jóvenes de los 70.
Ah, sí, el grupo se llama Yo la Tengo y les compré una camiseta. La gafapasta es lo que tiene, a veces.
Tuesday, November 28
Soria, China y Euskadi
Fui allí con unos amigos a los que conocí a través de un compañero de la universidad hace 5 o 6 años. Son muy buena gente, pero ninguno quiere venir nunca conmigo en el coche porque no les gusta mi música. Dicen que todo lo que les pongo hace ñigu-ñigu-ñí y uauauauaaaa en versión "enchufado", así que cuando se dieron cuenta de que no habían cogido CDs, llamaron a Berlín y no a mí.
Y no es que yo tenga nada en contra de la edad de oro del pop español, no, que es algo que me parece a mí que está aún por venir, pero una cosa es una cosa, y otra es la condena a cadena perpetua con sesión continua de Sabina que me llevó a pedir a gritos la muerte. La de Sabina, claro.
De vuelta al trabajo, esta semana sigo como siempre, salvando al mundo desde el anonimato. Cuánto esfuerzo y qué poco reconocimiento. Hoy al menos me he llevado un alegrón a eso de las 12 cuando Dwalks me ha escrito un mensaje anunciándome que ya estaba en casa. Inmediatamente le he llamado para que me dijese qué me ha traído y si estaba bien después del palizón de los vuelos.
Ha estado contándome cosas del viaje, cosas tan interesantes que en cuanto he colgado el teléfono he anunciado a mis amigos que este año voy a ahorrar para ir a China con Dwalks el que viene, aunque él no quiera. Después se lo he dicho a Berlín durante la comida y ella no ha dicho que no, sino adelante. Le voy a tener que regalar algo grande por su cumpleaños a esta chica.
Después de comer he vuelto al trabajo y he estado charlando del fin de semana con una amiga que había ido a una taberna vasca a comer pinchos y beber Chacolí. Cuando lo he oído ya no he seguido más su conversación porque me ha devuelto un trauma que tengo con esto y que me recuerda a esos asesinos en serie a los que sus padres les pegaban de pequeños si se vestían de mujer.
Mil veces he escuchado eso de "¡Cómo molan las tabernas vascas! Te hinchas a pinchos y como cobran contando los palillos, si los tiras al suelo pagas la mitad!". Ruín, sí, como ese número de miserables que mueren al año atragantados con un mondadientes y con 100 euros en el bolsillo. Económico, también.
El caso es que yo, igual que soy incapaz de mentir, también soy incapaz de tirar los palillos al suelo, aunque de esto no les puedo echar la culpa a los curas sino a la película Rainman, el libro es peor. Porque cada vez que voy a un vasco y tengo el palillo en la mano, veo a Dustin Hoffman saliendo de la barra, golpeándose la cabeza con la mano abierta y gritando "¡Hay 218 palillos en el suelo! ¡Hay 218 palillos en el suelo!"
Friday, November 24
El "voy"
Hacía casi dos semanas que no les veía y teníamos muchas ganas de contarnos cosas: Uno que monta un partido político (ya os diré a quién hay que votar para alcalde), otro que se va a forrar poniendo una casa rural al lado de un campo de golf, otro que vive una vida nocturna de tensión constante rodeado de mujeres con las que sí, pero no…
Elegimos una mesa en un rincón y nos sentamos los 7 a beber unas pintas de Paulaner. Media hora más tarde, empezaron a entrar por la puerta mujeres de catálogo de agencia matrimonial rusa, pero con un aire más sueco, más de H&M. Una, dos, tres, ocho, diez... Y claro, nosotros mudos, con la espalda rígida y el gesto contrito.
Una vez hubieron pasado todas, giramos los cuellos a su posición natural y continuamos con lo nuestro, que era hablar de ellas. Que si la de blanco es muy elegante, que si la de las mallas está mirando... Estas cosas dan mucho de sí.
En esas estábamos cuando cuatro de ellas se levantaron, y vinieron a nuestra mesa.
- "Hola chicos, ¿qué tal? Resulta que nuestra jefa se va y le hemos preparado una fiesta de despedida. Nos gustaría que uno de vosotros fuese a la mesa, preguntase por ella y le hiciese pasar un buen rato haciéndola creer que es un boy. Por favor, por favor, por favor... No tiene que desnudarse, claro, pero"
- "¿La puede besar?” Interrumpe el sueco.
- "¿Cómo?"
- "Que si la puede besar."
- "A ver, sueco”, dice otro, “Aquí el único que se puede quitar la camiseta y mantener la dignidad es Would."
En ese momento todos se volvieron hacia mí, diciendo sísísísí. "Bueno, nos lo pensamos y ahora va uno para allá.”
"Oye, que yo no voy", les digo en cuanto se van las chicas. Que vale que soy enrollado y hago deporte, pero también es verdad que el miedo que le tengo a las mujeres de despedida no es racional. "Que no, que no voy. Ya sé que son guapísimas y divertidísimas, pero lo que hace falta es alguien que las vacile, no que les enseñe a mover las tetas. Sueco, ve tú, que no has conocido la vergüenza".
El sueco, en el tiempo que pasa entre que llamamos a Sebas por teléfono para que vuelva a ver aquello y llega, se pide dos tequilas y dice "Voy".
Entonces LM se levanta para dejarle salir pero no se acuerda de que estamos sobre una tarima, tropieza y empieza a caer como a cámara lenta. Primero un pie que no encuentra el suelo; luego una mano que araña la pared intentando agarrarse desesperadamente a algo; la otra mano que se viene hacia mi hombro para apoyarse y que se cierra en el vacío porque me aparto para que me arrastre con él; primer golpe que se da contra la mesa ¡plas!; segundo golpe contra la silla ¡plas, plas!; y caída final al suelo ¡plum! con todos los demás diciendo “¡Ahí va el voy! ¡Voy!”
Adiós a la sensualidad del momento.
Pero al sueco esto no le importa, él ya tiene la actitud de quien se gana la vida satisfaciendo a las mujeres. Él es un boy y está concentrado en lo que tiene que hacer. Coge los regalos que tiene que entregar a la homenajeada y camina hacia su mesa.
Llega allí entre aullidos, palmas y silbidos, y entrega el primer regalo. Está en su salsa. Espera con media sonrisa a que termine de abrirlo, y le tiende el segundo. Cuando la chica lo va a coger, lo retira y con un dedo le dice que vaya hacia él. Ella se ríe con ganas e intenta salir, pero como está en el medio de una mesa de 20 y pegada a la pared, le dice que no puede y extiende las manos.
El sueco se crece ante las dificultades, se apoya en una silla y se pone en pie sobre la mesa. Coge la mano tendida de la chica y le ayuda a subir junto a él -pena que no estuviese James Cameron porque podría haber rodado el final alternativo de Titanic-. Le entrega el regalo, la abraza y le da dos besos. Ese es nuestro sueco.
Una vez cumplido su trabajo, vuelve hacia nosotros poniendo cara del Bond de Roger Moore y acompañado de aplausos y vítores procedentes de la mesa que abandona. Es un tío con clase que está cuando se le necesita. Un profesional.
Cuando llega a nuestra, se sienta en su sitio, bebe un trago de cerveza y dice sin torcer el gesto: “Creo que le he tocado una teta”.
Thursday, November 23
El satélite de las semillas
Hoy me he encontrado la noticia de que ya han vuelto a la Tierra los 215 kilos de semillas germinadas que unos chinos pusieron en órbita hace 15 días para conseguir superfrutas y verduras mutantes gracias a su exposición a la radiación cósmica y la gravedad cero. Ole, ole, y ole los chinos, que cansados de construir misiles y hacer imitaciones, se lanzan a la carrera espacial cogiendo el rábano por las hojas.
Pongamos que es cierto que las radiaciones en el espacio provocan mutaciones en las frutas. ¿Qué ocurre entonces con los astronautas? ¿Alguien les cuenta los dedos cuando bajan de la nave?
Pongamos que los granos de arroz que han lanzado al espacio han mutado en genuinas supersemillas superastringentes y con superpoderes. ¿Podrá el campesino cantonés reproducir las condiciones de radiación e ingravidez si el mecanismo más sofisticado con el que cuenta es el mechero con el que enciende sus cigarrillos chinos?
Yo estoy muy a favor de la revolución verde, de los transgénicos y de la investigación en general, pero me muestro un poco escéptico en cuanto a la eficacia del turismo espacial de las semillas. También es verdad que algo debe haber de cierto cuando en la noticia que pone en duda la eficacia de la mutagenicidad, se habla literalmente de los “pimiento trees” de los chinos cósmicos.
Siguiendo un poco más la noticia, también caigo en la diferencia abismal que hay entre los extraños chinos y los cabales norteamericanos, que en alguna ocasión anterior en la que enviaron semillas al espacio, la NASA acabó repartiéndolas entre los niños de los colegios.
Pero no todo son quejas, ¿o acaso hay alguien que pudiera estar en contra de los melones de dos cabezas, de los tomates cherry que explotan con tanta fuerza que pueden reventarte las muelas, o de las manzanas con sabor a pato laqueado, o a pollo teriyaki?
Me fascina la agricultura, pero me vuelven más loco aún los chinos, especialmente los de pies grandes.
Saturday, November 18
Camera Obscura
Hoy día no quedan muchas oportunidades de ver una Camera Obscura. Hay una de ellas en Edimburgo, si mal no recuerdo al final de la Royal Mile, y otra ayer, en la sala El Sol.
Porque Camera Obscura es también el nombre de una banda de Glasgow, otra, que hace una música que cuando la escucho me lleva a lugares muy muy lejanos de Escocia, con mucho sol y mucha sonrisa.
Hace un par de semanas, mi amiga Wendy me dijo que marcase en rojo el día de ayer para ir a ver a este grupo. Hasta entonces no los había escuchado, pero como ella tiene buen oído, fui directamente a comprar las entradas para el concierto.
El miércoles entré en Internet por primera vez para tratar de averiguar de qué iba aquello y me encontré con palmas, cascabeles, trompetas y una voz femenina y melancólica que no encajaba con mis gustos. Llamé a Wendy y le advertí de que si no me gustaba el concierto, debería emborracharme y tirar su sujetador al escenario, algo a lo que ella no puso ninguna pega.
Ayer, después de bajar por Montera esquivando prostitutas, meados y vallas de obra, llego donde también habíamos quedado con Cranston y otro amigo suyo, un bar con decoración china que hay en la calle Jardines, y en el que echamos el rato bebiendo tercios de Mahou y hablando del Atleti, conformando un bodegón cañí donde los haya.
Entramos y empezó el concierto. Al micrófono, la cantante, guapa, pero guapa como esas chicas que uno quiere que sean novias suyas para comprarles caprichos y abrazarlas mucho. A la guitarra, un tipo con aspecto de oso y cara de buena persona. Al bajo y en un ricón del escenario, un albino con tupé y camisa de flores que tenía pinta de ir tan sobrado que podría tocar 24 horas esa música tan distante del rock que a él le gusta. Al teclado y los coros, una chica con gafas de pasta y vestido de cajera de Tesco o de dependienta de Foot Locker. A la trompeta, pandereta, y cascabeles, una chica plantada allí como puesta por el ayuntamiento. Y a la batería, el batería.
Comenzó a sonar la música y comprobé que Camera Obscura es de esos grupos que ganan en directo, con una resultona mezcla de naturalidad y tablas evidenciada especialmente cuando la cantante se rió de sí misma después de que se le escapasen unos gallos a mitad de una canción, y se excusase al final por "los nervios del directo". Gestos que hacen que la gente se entregue, bata palmas y grite "guapos".
Entré al concierto con la coraza puesta y salí desarmado, tanto que hoy ando escuchando una y otra vez todos los singles que hay en la página de Elefant.
Quien quiera conocerles, que vea esto (si os recuerda a La Casa Azul es porque el director del vídeo es el mismo que se los hace a él), y que esté atento a los Conciertos de Radio 3/TVE porque el martes 21, graban.
Thursday, November 16
Buenas noticias
El caso es que al final las fracturas no eran tales fracturas sino meros esguinces, así que por esta vez os voy a ahorrar la visión warholiana de mi rótula y mis ligamentos. (Olvidaos de pedirme que os devuelva la ropa interior, que os veo venir).
El diagnóstico me lo dio mi traumatólogo, que como ya he dicho, es lo mejor que he visto en medicina deportiva. Me cogió la rótula, la hizo girar y desplazarse con varios grados de libertad que ignoraba, metió los dedos en los ligamentos, me torció la pierna, me pidió que dijese "A", y concluyó que tengo un esguince lateral leve que se produjo porque mi rótula absorbió el movimiento que iba a hacer mi muslo. Esto lo pongo un poco en cuarentena porque aunque mi médico es el mejor, este diagnóstico contradice la segunda ley de Newton, y Newton para mí es un tío con dos manzanas.
Si tenemos en cuenta el volumen de mi muslo y el de mi rodilla, y la velocidad a la que se produjo el choque, me extraña que la cantidad de movimiento (p = masa x velocidad) se transmitiera íntegramente del muslo a la rodilla sin que esta se hiciese añicos. Supongo que gran parte de la cantidad de movimiento fue absorbida por la deformación del balón, pero como de esas fórmulas ya no me acuerdo, paso a mi dedo gordo.
En el dedo gordo del pie tengo otra especie de esguince por un movimiento mixto de contracción y torsión que se produce con cierta frecuencia cuando se calzan botas de tacos y hay choques o golpes con el dedo. La cápsula del dedo no puede absorber ambos movimientos a la vez y se colapsa, como la M-30 en las variantes tráfico+obras y tráfico+lluvia, o como ese hombre que murió por intentar estornudar con los ojos abiertos.
Para tratar ambas lesiones me manda hacer rehabilitación. Y hasta aquí puedo leer.
Sunday, November 12
El deporte mata
Me parecería que fue hace un año cuando renuncié a ir al concierto de Peaches por jugar un partido de fútbol si no fuese porque por una patada mal dada ese día, desde hace mes y medio mi dedo gordo del pie derecho no ha parado de crecer.
A pesar del dolor, ligero cuando el dedo se dobla hacia arriba, como sufrir de nuevo la muerte de Chanquete cuando el dedo se dobla hacia abajo, seguí jugando mis tres partidos a la semana y negándole a mi madre el sueldo de utillera. En un choque que se produjo en uno de esos partidos, hace tres semanas, me hice daño en la misma rodilla que venía dándome problemas el año pasado y que me llevó a hacer rehabilitación.
Nota: Me gusta la rehabilitación porque puedo salir media hora antes de la oficina y porque me da la oportunidad de conocer chicas nuevas que saben dar masajes.
Estuve una semana y media sin jugar partidos hasta que la rodilla dejó de dolerme al andar. En ese tiempo aproveché para afilar los colmillos, ponerme ropas oscuras y quedar con los amigos de siempre para cultivar su amistad y la citolisis hepática.
En el primer partido de mi vuelta a los terrenos de juego me dieron un patadón por detrás en plena carrera y caí dando volteretas como si fuese un coche de una película de Vin Diesel, solo que yo lo hice rotando sobre mi dedo meñique que ahora, de lo negro e hinchado que se ve, no sé si parece más una berenjena o Magic Johnson.
Mañana tengo cita con el traumatólogo, que ya es colega y tiene la consulta decorada con mis radiografías y mis resonancias rodeando una foto del rey, otra del Dr. Cabezas y un diploma falso de doctor. A pesar de todo me sentiré ridículo diciéndole hola-que-tal-pudiera-ser-que-tuviese-dos-dedos-rotos-y-solo-una-rodilla y me mandará descanso y más pruebas. Yo no le haré ningún caso en lo primero, tendré que ver cómo pasan tres meses de espera para poder hacérselo en lo segundo, y maldeciré mis maltrechos treinta años con la esperanza puesta en seguir pudiendo caminar cuando llegue a los 50.
Friday, November 10
Antony(a) and the Johnsons
El concierto se celebra en el Palacio Municipal de Congresos, un lugar que no acostumbra a acoger eventos musicales pero que me sorprende con una buena acústica, al menos adecuada para el fastuoso equipo de sonido que se monta.
Llegamos con tiempo de recoger las entradas sin prisas y de ver la gente tan variopinta que congrega Antony. A ojo, hay un 5% de góticas fans de la novia cadáver; un 10% de adolescentes pijos con flequillos sobre los ojos, collares de conchas, y polos de rayas a más de 45 euros cada una; otro 50% procedente del sector moderno gafapasta, manifestable contra las guerras y con varias cuentas corrientes, alguna de ellas en un banco extranjero; y un 35% de gazpacho multicultural en intersocial.
Durante la media hora larga que tarda la gente en acomodarse en sus asientos, escuchamos la grabación de un político americano que enardece a las masas con un discurso acerca de la integración de los negros y en contra de la segregación, algo que teniendo en cuenta quién actúa esa noche, transpongo a una reivindicación de la homosexualidad.
Porque Antony es una adolescente encerrada en el cuerpo de un jugador de rugby. Antony... Antony...
Would: Esta noche voy a ver cantar a una señora encerrada en un cuerpo de señor.
Kurt: Hoy Raphael no actúa
Dwalks: Va a ver a Antony, con su padre, que cuando vea el tipo de señoras que le gustan a su hijo va a cambiar algo en la familia.
K: Ojo, que yo del look de Antony estoy muy a favor. Es un tipo de transexualidad de-camionero-a-señora-de-la-limpieza-chunga muy poco estudiada, muy poco valorada y muy total.
D: A mi me gusta cuando toca el piano y deja el bolso en el suelo junto a una pata, con el movil silenciado y sus cosas.
K: Sí, con las juanolas y los kleenex y la estampita de la virgen. Yo me imagino tan perfectamente a Antonya probándose cosas en el Corte Inglés, sección señoras, sección rebequitas, sección punto de ochos, cajón de ofertas.
Se apagan las luces y empieza el desfile. Al ver salir una figura femenina, la gente se rompe las manos a aplaudir, pero no, no es Antony, es la primera de 13 modelos neoyorkinas de todas las edades y pelajes que entran por una puerta lateral y se ponen de pie delante de la primera fila, con la consiguiente caída de mandíbula inferior de los que se las daba tan felices en sus butacas reservadas desde hacía 6 meses. Se sientan al tiempo que salen los músicos sin Joan, que continúa ejerciendo de mujer policía, y se colocan junto al piano, guitarra acústica, bajo, batería, violín, contrabajo y algún otro. Por fin sale Antony y se lleva una ovación que deberá que ganarse más tarde.
Detrás de los mandos de lo que parece la estación de control del Discovery está Charles Atlas, el otro componente artístico de la gira "Turning", y que se encarga de mezclar imágenes tomadas en directo con dos cámaras sobre las caras de las modelos que giran sobre una plataforma, igual que lo hacen los vestidos de novia en los escaparates, con otras imágenes grabadas anteriormente de nieve, flores, muñecos, etc. Este multipremiado videoartista consigue proyectar sobre una pantalla de muchos metros unas sensibles imágenes de videoclip que sin embargo saturan porque se mueven a saltos como si al procesador de vídeo le faltase capacidad, y sobre todo porque durante todo el concierto es lo mismo una y otra vez. Mismas poses, mismos efectos, distintos colores, distintas modelos. Ellas, por supuesto, guapísimas.
En lo que toca a la actuación de Antony, decir que este hombre tiene una voz que me hace contener la respiración, y que por compartir esa experiencia con mi padre me gasté el dinero de las dos entradas. Voy con ganas de sentir cómo los pelos se me ponen de punta, e incluso de llorar, pero salvo un momento de la canción "For Today I am Boy" en el que siento cómo la espalda se me pone rígida, la sucesión de temas adaptados al directo hasta hacerse apenas reconocibles, me va dejando la sensación de no saber si aquello está bien o me he equivocado.
Cuando canción tras canción veo que mis favoritas van siendo olvidadas, me voy fijando más en los gestos que hace Antony al interpretar y que en ocasiones me recuerdan a los que haría una quinceañera que le roba un beso a Beckham o un pellizco en la nalga a David Bisbal.
Antony se sienta al piano para cantar "Hope there's someone" y termina el concierto con todas las modelos reunidas en torno a él, de pie unas, sentadas otras, mirándole embelesadas todas mientras cierra la última canción en una imagen muy de MTV unplugged. Se va entre las ovaciones de un público que ya llegó entregado y vuelve para regalar "My Lady Story". Mientras se sienta al piano y espera que llegue el bajo, se hace el silencio que alguien aprovecha para gritar: "I LOOOVE YOOOUUU!!" Pasan cinco segundos en los que parece que el tiempo se detiene hasta que la inconfundible voz de falsete y un gesto de inocencia interrumpida rompen la magia diciendo: "Really?". Carcajadas.
Abandono el Palacio de Congresos con extrañeza y sin atreverme a preguntarle a mi padre directamente si le ha gustado.
Monday, November 6
Recogiendo el pasaporte de Dwalks
La semana pasada, con Dwalks en Munich, tenía que ir a su casa a recoger su pasaporte y la solicitud de visado para su próximo viaje a China. No me importaba nada hacerlo porque vivimos cerca y porque me ha traído un estupendo regalo americano, algo por lo que yo, que llevo dentro una mujer fácil que se va a la cama con el primero que le regala flores, le estaba muy agradecido. Ahora estamos empate, Dwalks. Si quieres más favores, tráeme joyas.
Mi amigo había dejado aviso a sus padres de que en algún momento del día yo pasaría a recoger las cosas, supongo que enseñándoles antes alguna foto mía, no le fuesen a dar los papeles a un nigeriano que se acercase por allí.
Antes de salir de casa hice un repaso mental de mi vestimenta. Conocer a los padres de Dwalks era para mí como conocer a los padres de la novia: quería causarles buena impresión, aparentar ser alguien con un comportamiento correcto en las formas y agradable en el fondo, con la simpatía justa y sin responsabilidad ninguna sobre la vida ochentamovidista que lleva su hijo.
Al final me pareció correcto salir con unos pantalones piratas, las zapatillas de correr, una camiseta de publicidad de una marca de ginebra y una chaqueta de chándal de Puma.
Cuando llegué a casa de Dwalks aparqué cerca del portal y me quedé sentado en el coche con la cabeza apoyada sobre el volante y pensando alguna gracia con la que parecer simpático, pero como llevaba todo el día con mis sobrinos, todo lo que se me ocurría era "Te voy a comer la tripilla", o "Como te agarre los tobillos te cuelgo boca abajo hasta que pidas clemencia", algo que no terminaba de encajarme que le fuese a hacer mucha gracia a la madre de Dwalks.
Salí del coche sin creerme demasiado la idea que llevaba preconcebida, llamé al timbre y subí a casa de Dwalks. Abrió la puerta su madre, nos presentamos y sentí cierto alivio al ver a Jwalks junto a ella porque ya habíamos coincidido otras veces.
Recogí la documentación y justo antes de concederme a mí mismo hacer una salida honrosa, crecido por una interpretación más que correcta, decidí soltar la gracia pensando que con ella triunfaría como la Mirinda. Empezó a salir de manera fluida, pero a mitad de camino perdió el sentido y se atascó, me trabé, tartamudeé, y evidencié que había estado 10 minutos preparando el chiste y que además no me lo había aprendido, lo que daba a entender dos cosas, que soy un triste y que soy idiota.
La puntilla a mi autoestima entró dolorosa cuando espoleado por un orgullo desconocedor del miedo al ridículo terminé la broma para ver su efecto y los dos me preguntaron a la vez, "Perdón, ¿cómo dices?"
Wednesday, November 1
Esto es Halloween
¡Qué tiempos aquellos en los que si un estudiante cosechaba calabazas no volvía a casa hasta que había falsificado las notas; en los que si a un enamorado se las daban, cometía el más becqueriano de los suicidios a la luz de la luna; en los que si Mayra Gómez Kemp te daba la más verrugosa de las cucurbitáceas, te tirabas de los pelos y hacías repaso mental y duodenal de sus antepasados, de los de Chicho y de los de Bigote Arrocet!
En cambio, si hoy llega un imitador cosmético de Kiss y te enseña una calabaza, te partes de la risa y le das unas chucherías.
Empecé la noche regular, llegando tarde a todos sitios. Se ve que el disfraz de Agente de Movilidad no triunfó y la gente no les daba caramelos, por lo que ellos, despechados, nos dieron susto a todos colapsando el interior de Madrid.
Después de tomar unas cervezas con unos amigos del fútbol fui al Wild Thing, que es un bar que hay en la zona de Clara del Rey y que a base de pinchar buena música desde hace 15 años se ha hecho con una clientela fiel que acudimos impepinablemente a que nos escuezan un poquito los ojos y a no vernos las caras por el ambiente excesivamente oscuro que se filtra entre tanto humo. Pero un bar con esa música y en el que te reciben los Blues Brothers desde la puerta de la calle, se merece un aplauso.
Un par de copas más tarde nuestras mentes ordenaron a nuestros cuerpos encaminarse al Pop&Roll, que es otro bar mítico y el destino final previsto para esta noche desde hace exactamente un año. El motivo es que en la noche de Halloween acude gente disfrazada y es muy divertido, aunque lo más divertido es ver a la gente que se cree que no va disfrazada. Estos también dan más miedo.
Iba con otros tres amigos partidarios de las relaciones interpersonales, y a fomentarlas nos pusimos, pero yo sufrí una pequeña castración casi nada más entrar porque me encontré con una amiga de Berlín. Que no iba a hacer nada malo, no, pero es que lo suyo es ser como la mujer del César.
Así, mientras Kurt bailaba mal en el concierto de Chico y Chica al que yo finalmente renuncié a ir, hablábamos con unas mujeres con peluca, gorro de bruja y las caras pintadas de verde y azul. Bueno, las caras, los brazos desde las manos hasta los codos, las uñas y no sé qué más porque tampoco es que diesen muchas ganas de investigar. A una de ellas, cuando dijo que era muy callado, le tuve que contestar que si no le gustaba mi disfraz de sordomudo me podía poner uno de mimo.
Pero oye, que estoy super a favor de la importación de cualquier tradición de otras culturas que implique fiesta. ¡Qué miedo!
Powered by Castpost
Sunday, October 29
El concierto secreto
Echando la vista atrás mientras espero, recuerdo que hace alrededor de un año descubrí a este compositor, ahora grupo, gracias a Go Mag, mi revista musical de cabecera, en la que le calificaban como la revelación del panorama musical nacional de 2005.
En mi costumbre de dar una oportunidad a todo lo que me recomiendan, me hice con el Sad Boys Dance When No One's Watching (Acuarela - 2005), que terminó por convertirse en uno de los discos que más escuché ese año, en parte por su calidad y en parte por ser tan crudo como el más rojo de los solomillos, algo que en medio de tantas capas, de tanta pre-producción, producción, y post-producción generalizadas, terminó por triunfar.
Una vez llegaron las chicas pusimos rumbo a la sala Siroco, donde tendría lugar el concierto combinado de Remate + The Secret Society. Quedamos un poco antes por eso de que las entradas solo podían comprarse en la puerta y no queríamos quedarnos en la calle, pero no contábamos con esa mala educación, al parecer madrileña y que hasta Charlie Winston denunciaba esta semana, que consiste en anunciar el comienzo de algo para las 21:30 cuando realmente lo hará a las 23:00.
Hicimos tiempo comiendo unas croquetas caseras de algo indefinible, y una tortilla de patata con calamares en su tinta en una cervecería de la calle La Palma. Todo ello aderezado con una conversación en la que me tocó explicar que si bien las letras de las canciones del grupo son negativas, en el sentido de tristes, cuando se suman a la música, en absoluto tienen nada que ver con Álex Ubago, que es algo que genera mucho miedo y estrés en la gente.
El concierto comenzó mientras yo pedía unas copas en la barra. Esperaba que Remate fuese en cabeza, pero al oír los primeros acordes de guitarra, fríos como un invierno lapón, me di cuenta que estaba equivocado y a punto estuve de salir corriendo y dejar las copas en la barra.
A dos metros de Pepo Márquez disfruté, en una experiencia casi fan, de su particular manera de interpretar, tan tímido que apenas levantaba la mirada del suelo mientras daba vueltas con su guitarra, así como de un batería que sumaba otro 100% de energía extra a los temas consiguiendo hacerlos sonar realmente redondos en directo.
Debía haber otra guitarra en el escenario, pero Javi Vicente se había ido a tocar con su otro grupo, Big City, que Pepo nos recomendó escuchar, y al que ahora mismo ando enganchándome una poquita.
Al final del concierto, nada de divismos. Pepo bajó del escenario para abrazar a unos amigos que habían ido a verle, yo me abracé a Berlín y a un tipo con un visón que pasaba por allí, y otro tipo vestido de mujer y con barba de mormón me arrebataba la lista de canciones porque no hice caso lo suficientemente rápido a la advertencia de la Mujer Tirita.
Apuramos las copas y enseguida nos fuimos a casa sin dar demasiada oportunidad a Remate.
Wednesday, October 25
Teletaxi vs. Forofismo
¿Te invito a comer cochinillo a Segovia? No, porque está escrito que no solo de cochinillo vive el hombre. ¿Te invito a un concierto en Galileo? No, porque no solo con la guitarra y el acordeón cromático se alegra el alma. ¿Te haces del Barça y disfrutas del buen fútbol? No, porque no solo con gambiteos se alcanza la victoria, sino también con el patapum parriba. Y hete aquí que el diablo se retiró y me llamó mi colega Jorge para ofrecerme el abono para ir al Bernabeu.
¡No lo podía creer! 30 añazos, 30, los mismos que Guti y los mismos que Ronaldo, llevaba yo esperando poder ir al Bernabeu a gritarle al Barça. ¡Qué ganas de abrazarme a mi padre, qué ganas de abrazarme a mi hermano, y qué ganas de abrazarme al cactus de la terraza! Pero, ¿y Berlín? ¿Dónde está Berlín?
¡Coño, pero si tengo que ir a recogerla a las 21:40 a Barajas! Bueno, aquí es cuando la llamo, le explico el cambio de planes y me dice que me lo pase bien.
Piiii. Piiii.
- Hola, ¿dónde andas?
- Estoy llegando al aeropuerto.
- Ahá. ¿A qué no sabes qué me ha pasado? ¡¡¡Me da Jorge una entrada para el Madrid!!!
- ¿Y con quién juega? ¿Significa eso que no vas a venir a recogerme?
- Bueno...
- [Silencio]
- Bueno...
- [Silencio]
- Eeehmmmm.
- Mira Would, no voy a tomar yo tu decisión. ¿Qué quieres que te diga? Tú sabrás lo que tienes que hacer.
Mujeres, ¡OS ODIO! ¿Que qué quiero que me digas? Que te coges un taxi porque te lo paga la empresa, que vaya al fútbol porque es una oportunidad única, porque va a ser un partidazo, porque va a ganar el Madrid, porque va a marcar Raúl, y por encima de todo eso, porque no me vas a guardar rencor las dos próximas semanas ni voy a tener que redimir mis pecados yendo contigo al cine a ver una película de Sandra Bullock. ¿Qué te habría costado?
¿Y qué hacía yo? Pues llamar a todos mis amigos para que me diesen consejo, y encontándome con un Dwalks sobado y que me regaló los 30 segundos de conversación más estúpidos de nuestras vidas, con otros tres fuera de combate y cobertura, y con la mujer Tirita partiéndose el pecho de la risa en vez de ayudar.
Estaba en una situación lose-lose, de pollo sí o sí. La mera ocurrencia de no ir a recogerla por ir al fútbol ya iba a ser castigada, pero si no iba al aeropuerto podía desatar su armageddon emocional. Por otra parte, si iba a recogerla, me iba a odiar a mí mismo por no ir al fútbol, por perder la ocasión, y por idiota.
Como a mí me gustan las películas de David Lynch en las que cada uno se hace su propio final, y prácticamente la película entera, voy a dejar el relato aquí para que decidáis si vi el fútbol o si fui al aeropuerto. Mientras lo pensáis yo voy a echar otro vistazo al jersey que Dwalks me ha traído de los Estates para envidia de todos vosotros y que pienso lucir en la primera oportunidad que tenga.
Saturday, October 21
Manuel de Falla
Con Berlín en Tenerife y Dwalks en los Estates, para este plan aparentemente tan estupendo me costó horrores encontrar acompañante. Al final fui con mi amigo Sebas, con el que el mayor espectáculo que he visto ha sido el fútbol en el Bernabeu y las tetas de Shirley Manson en La Riviera, aunque esa vez ni siquiera sabíamos que estábamos en el mismo recinto.
Llegamos un minuto antes de que cerrasen las puertas e hicimos levantarse de sus asientos a la mitad de la fila. Nada más sentarnos avisé a Sebas de que no aplaudiese hasta que no oyese que lo hace todo el mundo. Sé que quizá no es necesario que lo haga con todo el que me acompaña alguna vez, pero en serio que es para evitarle posibles bochornos y evitarme posibles broncas tipo "¿Por qué no me dijiste nada, gilipollas? Todo el auditorio mirándome...". Os juro que se quedó tan tenso que al final no aplaudió en todo el concierto.
El Amor Brujo estuvo muy bien, también es una apuesta segura, pero La Vida Breve, que no conocía, resulto ser una ópera azarzuelada que me dejó patidifuso. Era la primera vez que veía al Coro Nacional de España y ayer había unos 40 hombres vestidos de pingüinos y otras 40 mujeres vestidas con túnicas celestes como si de vírgenes resignadas a su sacrificio se tratara, cantando fragmentos como: "¡Malhaya la jembra pobre que nace con negro sino! ¡Malhaya quien nace yunque en vez de nacer martillo!" .
También había una guitarra española que me sorprendió y una mujer, creo que la mezzosoprano, que no me gustó nada. Vale que a esta gente no se les entiende nada cuando cantan, pero es que ni siquiera la voz me resultó atractiva. Para que os hagáis una idea, poned la cabeza mirando al frente, sin dejar de hacerlo bajad la barbilla como si intentáseis juntarla con la nuez, e intentar cantar hacia dentro. Pues algo así.
Al final del concierto acabé discutiendo con Sebas si esta gente vive de esto, porque a 26 EUR la entrada a repartir entre los 150 músicos que había allí iban a pasar mucha hambre. También hablamos acerca de si cuando acaban el concierto se van a sus habitaciones del hotel a emborracharse, drogarse y destrozarlas, como hacen los auténticos rockeros, o si por el contrario se dedican a correr de puntillas por los pasillos del hotel para colarse en las habitaciones de sus amantes, que en una proporción de 40 contra 40 algún rollo tiene que haber.
Mi consejo de hoy es: "A la zarzuela que vaya la abuela".
Buenos días.
Monday, October 16
Mi amigo Yann
Yann nació hace 36 años en Brest, al noroeste de Francia, o lo que es lo mismo, arriba a la izquierda. A él le gusta mucho hablar del buen tiempo que suele hacer en su pueblo y de cómo de pequeño disfrutaba pegándoles chicles en el pelo a las chicas de su colegio y viendo partir a los barcos en busca de la pesca que daba de comer a sus vecinos.
Pero ése no era su futuro, me contaba. A él le había picado el gusano de la música, como a todos nosotros pero un poquito más. Si a este interés le añadimos una cucharada sopera de talento y un chorrito de constancia, es fácil explicar que a sus 36 castañas Yann sepa tocar el piano, el violonchelo, la guitarra, el violín y el acordeón.
La última vez que Yann vino a Madrid fue en febrero, casi por mi cumpleaños, y como no pude quedar con él entonces, esta vez era la ocasión para sacarme la espina que tenía clavada. Siempre que viene aprovecha para hacer algo especial con el fin de que sus amigos nos reunamos en torno a él, y siempre con éxito, he de decir, en parte gracias a su carisma y en parte porque nos ameniza tocando alguna pieza que ha compuesto entre viaje y viaje.
Fue una gozada verle tocar con pasión el violín, con maestría la guitarra, y con el alma de un millón de pajaritos el acordeón.
Se dejó el piano, pero ese día se lo perdonamos todo, hasta el apagón.
Vuelve pronto, Yann.
Powered by Castpost
Thursday, October 5
Secretos
Los chascarrillos que normalmente pienso un poco antes de comenzar la charla para contarlos después y tener a la gente entretenida mientras les paso las diapositivas coñazo, iban todos en la línea de "Esto que tengo en la nariz no es un grano, es un puntero láser, y si os fijáis en esta gráfica que os señalo con él...", y como aquello no era plan, al final tuve que tirar de mi patética imitación de Chiquito.
Hoy sin embargo mi nariz está mucho mejor, aunque para ello haya tenido que exfoliarme tantas veces que no me quedan ni lunares.
Por otra parte, entre ayer y hoy se ha dado otra circunstacia que también me ha hecho sentirme adolescente, volver a esos días en los que era el niño que tenía amigas que le contaban todos sus secretos porque era el único que no les quería tocar sus recién aparecidas tetas. (¡Gñé!)
Una amiga me ha preguntado: "¿Si te dijese una cosa, a quién se la contarías?".
¡Coño! ¿Y qué le contesto a alguien que quiere compartir algo lo suficientemente importante como para que haya sido incapaz de guardárselo, justo lo contrario de lo que implícitamente me está pidiendo hacer a mí?
Yo, que me conozco algo y sé que soy una portera con estudios superiores, incapaz de guardar un secreto, le he tenido que decir: "A nadie, claro".
Bueno, ha sido algo así, pero no exactamente eso. La he hecho ver que todo dependía de lo importante que me pareciese a mí, que si era un tontería lo mismo ni siquiera me iba a apetecer compartirla. Al final me lo ha contado, un poco solo, un poco todo... Y hasta aquí puedo leer.
Ahora, si tenéis algo que contarme, soy todo orejas.
Wednesday, October 4
El reno Rudolf
Esta vez hemos decidido que es un detector de lluvia y que cuanto más gordo y más rojo se pone, mayor es la probabilidad de que caiga un chaparrón. Cómo tiene que estar la cosa para que dos compañeros que han venido en moto hayan salido corriendo, y para que Dwalks esté empezando a agrupar a los animales por parejas.
En fin, los granos son esa parte sebácea a la que ninguno de nosotros quiere, (borrad ahora mismo la imagen de la ministra de Vivienda), y que por razones hormonales ha convivido conmigo durante toda mi adolescencia.
Fui Chico Acné en todas las promociones escolares desde primero de BUP hasta la carrera, y también fui elegido para montones de campañas de publicidad de productos antiacné, haciendo siempre el "Antes".
Si no llegué a categoría caracráter fue únicamente porque mi pelo ochentero de negro zumbón distraía la atención. Por eso y por el milagro que las pastillas Roacután obraron en mi cutis a la vez que destrozaban mi hígado, alimentaban mi alopecia y atrofiaban mis huesos. El prospecto del medicamento con las contraindicaciones abultaba lo mismo que Guerra y Paz, pero yo era feliz con mi carita lisa y mi piel de melocotón incluso en las ocasiones en las que, salvo por los remontes, mis hombros parecían la estación de Valdesquí, o me salía sarpullido en los brazos. Yo muriéndome de sobredosis de antibiótico y callado como un tontito antes de volver a ver un grano en mi cara.
Me convertí en un experto en pomadas, drogas duras y blandas, líquidos milagrosos, aguas de Carabaña, y recetas de la abuela para combatir el acné. Di conferencias ante auditorios repletos de dermatólogos e hice millones de pesetas, pero al final me volví ambicioso y lo perdí todo. Es lo que tiene.
Al menos me ha quedado el conocimiento para saber que si me tomo 6 galletas Príncipe o desayuno 2 días seguidos cereales de Kellog's, los granos aparecen en mi cara. No preguntéis porque no sé muy bien el motivo, pero sí sé a ciencia cierta que ocurrirá.
En fin, hoy soy el reno Rudolf, mañana Charlie Rivel, ¿y pasado? Yo en vuestro lugar cogería los paraguas antes de salir de casa. Por mi parte me voy a exfoliar un poquito a ver si puedo hacer algo con esto.
Monday, October 2
Una semana en off
De la semana pasada no recuerdo nada relevante salvo que me perdí el concierto de Peaches por ir a jugar mi primer partido de esta temporada, algo de lo que me arrepiento muchísimo y de lo que no he extraído ninguna lección, porque hoy me he quedado sin ir al concierto de OK GO, e incluso al de Divine Comedy, por la misma razón. Anoto mentalmente que he de revisar mi agenda y mis prioridades.
En cuanto al fin de semana, el viernes nada más salir del trabajo fui a casa de Berlín a echarme una siesta y pensar en un plan que permitiese meter 8 personas en 30 m2 teniendo en cuenta que no podíamos dejar a nadie encerrado en el baño ni subido a la cama que está a 1,75 de altura. Me levanté igual que me había acostado pero de peor humor.
Al final fui a hacer la compra para la cena al Carrefour express que han abierto en Bilbao y que a juzgar por la cara de felicidad de la gente que hacía cola en las cajas, es la salvación del barrio. Lo más extraño que compré fue una tortilla de espinacas y patata que se quedó casi entera al final de la cena, y lo más normal fue una botella de Sapphire.
Berlín y yo hicimos nuestra buena acción del día dejando pasar delante de nuestras dos cestas repletas de artículos congelados a una punki con mallas desgarradas, Martins desechas y pintadas de verde, camiseta negra con una calavera del demonio y collar de cuero ajustado a la garganta que incluía balas, tornillos oxidados de 4 centímetros de longitud, clavos, tachuelas y demás metralla al uso. La chica, que combinaba ese look agresivo con unas bonitas gafas de pasta blanca de moderna, llevaba una compra tan punki como ella: 3 botellas de 2 litros de Carre-Cola.
La cena salió bien. Yo me encargué de preparar una ensalada con casi de todo y de colocar, previa prueba de flotabilidad en el lavabo, taquitos de queso en un cayuco en miniatura que Berlín había traído de Senegal. Ella, mientras, se apañaba con los fritos y resto de cocina de altura.
Al terminar tomamos unas copas, y tras una queja del vecino de abajo a eso de las 00:20, nos fuimos al Penta, lugar al que podemos llegar descolgándonos desde la ventana.
Ya he contado alguna vez la relación poco amorosa que tengo yo con este sitio, pero la verdad es que después de la primera media hora de música apestosa, la cosa fue viniéndose arriba y acabé agitando los brazos desacompasadamente y meneando la cabeza. Destacable fue también comprobar que el tan traído y llevado efecto imán funcionó de nuevo cuando camino de los baños y al pasar al lado de un grupo de mozas, una de ellas, bastante mona, por cierto, me miró a los ojos y empezó a restregarse contra mi, logrando el alborozo de sus amigas y mi más absoluta preplejidad. Me quedé paralizado hasta que la chica hubo concluído y la sonreí con mi mueca más ridícula. Luego fui azorado al lado de Berlín pensando "Mamá, miedo".
El sábado celebramos la despedida de la novia rusa de un amigo porque una vez terminados sus estudios se vuelve a Moscú. Fue algo bonito y entrañable que me permitió acabar la noche en un taxi borracho como una perra. Que yo sepa, nada más que destacar salvo que este país sufre una gran pérdida y que mi amigo Roger no vacila en importar los looks suecos de camisa de flores y corbata estrecha que ensaya con su novia y con los que triunfa saliendo por Madrid. Un minipunto para él.
El domingo me levanté y me enchufé 7 episodios seguidos de 24 permitíendome comprobar que Kiefer Sutherland no merece ningún premio como actor porque tiene menos registros que Lydia Bosch. Eso sí, gritar, grita que se hace uno caca. Cuando ya no podía más, me levanté y marché al Bernabeu a ver el derby.
Vaya fracaso de partido y de equipo. Sólo se salvaron las pipas con sal y Raúl, quien después de tres años infaustos parece que agradece la cremita que le da Capello. Y ahora a otra cosa, que esto del fútbol es siempre lo mismo.
La crónica en rosa del partido me obliga a hacer mención al culo de Beckahm, que a 30 metros de distancia se tiró 20 minutos agarrándose los tobillos; a la mujer de Casillas, que no sé como se llama pero que no es de este mundo sino del reino de los cielos; a la mujer de Guti, que sí se cómo se llama pero que no merece que la nombre por ir de yonki con la camiseta de hace 4 años de su marido y sentarse sobre el cemento de una salida en el descanso cuando tiene millones para comprar 200 abonos y un palco donde poner su esquelético culo; y a Dani DJ y su novia que fue miss España y que manda cojones que no me acuerde de su nombre y sí del que gasta el farfollas de su novio. Estos dos últimos se sentaban justo sobre mi cabeza a 7 filas de distancia causándome un importante dolor de cuello por ver prácticamente toda la segunda parte del partido de espaldas esperando que descruzase las piernas. Espectacular figura y bonita cara, pero salir con ese tipo le mata el encanto. Le doy un 2 sobre 10 en inteligencia. Hoy me siento generoso.
Monday, September 25
Fin del viaje a Praga
El viernes me levanté a tiempo de tomar un buen desayuno y hacer un poco de ejercicio en el gimnasio del hotel antes de salir a pasear nada temprano, a eso de las 12:30. Cuando voy de vacaciones me gusta relajarme y hacer las cosas al ritmo que me pida el cuerpo, además me conozco y sé que puedo estar 9 horas paseando sin parar ni a comer, que fue exactamente lo que sucedió.
En mi visita me dio la impresión de que Praga es la ciudad con más turistas por metro cuadrado, y también que si hubiese salido con un paraguas para protegerme del sol habría acabado con 40 personas pisándome los talones.
Después de estar todo el día de turismo llegué al hotel, puse los pies en alto y así se me fueron dos horas. Cuando miré el reloj eran las once pasadas y ni había cenado ni iba a hacerlo ya a esas alturas.
Me di una ducha y me dirigí al Narodní 11, un pub que me habían recomendado dos amigos que estuvieron allí el año pasado y del que me habían contado alguna que otra leyenda. Vaya por delante que yo no soy de tomarme copas solo, nunca lo he hecho, pero no quería volverme de allí y tener que mirar a mis amigos a la cara para decirles que me había quedado durmiendo en la habitación. Strength and Honour.
Para entrar al N11 había que pagar entrada, bien porque la selección económica del personal suele generar calidad eliminando perroflautismos y derivados, pero cobrar un euro y medio es seleccionar poco. Mal.
Dentro la cosa era regular alto, pero como la cerveza solo costaba otro euro y medio, pasó a notable. Después de la primera cerveza me animé a pedir un "Sex on the Beach" y me puse a bailar en medio de todo el mundo, que también estaba bailando. Luego me pedí otro cóctel y apareció la tensión sexual necesaria para que me pidiese otras dos cervezas. Me fui al hotel solo, por supuesto.
De vuelta paré a comprar una hamburguesa en un puesto callejero y me la fui comiendo por la calle mientras en menos de 200 metros me topaba, no simultáneamente, con tres putas bastante agresivas que me tocaron el brazo, la pierna y la polla por este orden, al tiempo que yo sujetaba la hamburguesa con las dos manos, me chorreaba el ketchup hacia el suelo, y emulaba a Paquito Fernández Ochoa haciendo slalom entre ellas a la voz de "No! No! Go! ¡Que os vayáis a tomar por culo, coño!" Llegué al hotel de bastante mala hostia, la verdad, que me habían estropeado la cena.
Al día siguiente me levanté un poco más tarde y con la boca seca por la cerveza, desayuné unos huevos benedictinos y fui a darme un masaje tailandés. Para esto último me tuve que poner unos pantaloncillos de lino y una camiseta de algodón. Salí donde me recibió una señora oriental con la manos juntas y una reverencia, pero lo que parecían amabilidad y buenas maneras acabó en retorcimientos, estiramientos y golpes.
Hubo momentos en los que pensé que podía tener tres pies y manos, o que cuando entré a la habitación del tatami había otra tipa escondida en un rincón, porque a ratos me agarraba de las dos piernas a la vez que me estiraba un brazo y me daba un masaje en los hombros. Una barbaridad, como cuando me masajeó las piernas con los pies o se subió a mi espalda. Salí de allí con una idea muy clara: Me quiero casar con una tailandesa, que luego de sobarte a base de bien, encima te preparan una ducha y un té.
Para rematar el viaje hice una demostración del James Bond que estoy hecho al dejar para el sabbat la visita al barrio judío, con lo que obtuve el mismo resultado que quien va a Sevilla en la feria de abril para hacer negocios.
Un episodio más de 24 en el aeropuerto mientras esperaba el avión y para casa.
Friday, September 22
Námestí Republiky
Durante la comida de ayer volví a sentarme con Siobhan (se pronuncia shibón), que es irlandesa y está muy buena, y con Daniela que es de Praga y también está muy buena. Con la primera encontré un lazo de unión porque cuando estuve en El Salvador trabajé con un compañero suyo, y eso hizo que bajase un poco la guardia. A la segunda la convencí para que nos acompañase a la irlandesa y a mí a enseñarnos la ciudad. Era El Plan, no digáis que no.
Todo esto fue durante la comida, pero resulta que media hora antes de que terminase el congreso me reclamó un alemán que quería tener una reunión conmigo y me estuvo dando la chapa hasta que se había ido todo el mundo. Cuando me levanté de la mesa con la cabeza como después de cuatro cubatas en ayunas allí no quedaba ni un alma, y como no soy nada precavido no tenía ni un solo número de teléfono donde localizarlas. Casi me pongo a llorar.
Volví a mi hotel después de tomarme una cerveza con unos españoles en el bar del Hilton, y entonces me acordé del argentino y sus dos amigas uruguayas, que también eran un buen plan. Les llamé y me acoplé para ir a un concierto de la orquesta nacional con música de Dvorak y Smetana.
El teatro es precioso y el concierto fue sobresaliente, pero claro, con buena picha bien se jode. Si interpretan la sinfonía "From the New World" de Dvorak con 45 músicos lo raro hubiese sido que no triunfasen, porque a la gente le gusta "Carmina Burana" y todo lo que suene igual de agitado y lleve mucho contrabajo, muchos timbales y platillos. Sucede un poco como en los polígonos: "¿Quieres graves? ¡Pues toma graves!"
A pesar de lo bueno que era el concierto, el día había sido muy largo y empezó a írseme la cabeza del sueño. Para evitar dormirme me fijaba en los músicos y pensaba en cosas como:
- Adoro los contrabajos. Me encantan. Los músicos que tocan el contrabajo son señores borrachos abrazando a sus novias amarcordianas.
- Los de las flautas traveseras son unos mojigatos. Seguro que también comen los rabos así de lado como si les diese asco o vergüenza, todo lo contrario que los de las trompetas, unos auténticos profesionales de la felación.
- Si tuviese una panda de amigos y quisiese formar una orquesta con ellos, no dudaría en poner al gordo a tocar la tuba, al más alto a tocar el contrabajo, y al que quiso ser portero de fútbol porque no valía para ningún otro puesto, a tocar el triángulo y los platillos.
Y así estuve un buen rato, dudando si un señor trompeta es un señor sordo o uno borracho, hasta que una vez finalizado el concierto fuimos a cenar y casi nada más empezar me preguntaron si tengo novia. A mí que me hagan esa pregunta me parece una falta de educación porque no entiendo la curiosidad. ¿Les pregunto yo si sus abuelos siguen vivos? No sé, creo que para conocer a las personas hay datos más relevantes como si tienen antecedentes penales por malos tratos o si son ovovegetarianos. Cosas mías.
Después de cenar me volví al hotel, me puse otro episodio de 24 y me quedé dormido como un niño pequeño. Ahora me voy a dar un paseo y a hacer fotos para el próximo post.
Sed buenos y pasad un buen fin de semana.
Wednesday, September 20
Pragueando
Visto que en Madrid la compañía de Dwalks no me traía más que problemas, decidí huir y refugiarme de sus malas influencias, pero la cagué y he acabado en Praga. Aquí están las modelos que han sido rechazadas esta semana en la Pasarela Cibeles y las que no también, rompiéndose al caminar y sin darse importancia. Estas mismas chicas en Madrid flotarían por las calles con ínfulas de diosa y dejando cadáveres a su paso.
En todo el día de hoy únicamente he hablado en inglés, pero eso ya no es más un problema porque he practicado mucho viendo los episodios de Lost en versión original. Ahora sé decir, “Hey!”, “Hey yourself!”, y “Get help, call Jack!”, que es básicamente lo que llevo diciendo desde que he llegado.
Esta noche me toca ir a cenar con un español que se ha quedado colgado. Me apetece cero porque es un tío bastante seta y porque en la comida me había currado un plan con una argentina, una irlandesa y una checa, que parece un chiste pero no lo es. Pero como soy chapero de profesión, voy a cenar con el que me paga, que de algún sitio tengo que sacar la panoja para vestir Versace. Perra vida.
Hablando de cena, ayer cuando llegué al hotel Josef, uno que aparece en las guías de diseño que leen los arquitectos, estuve media hora viendo sumo, que es un deporte que no sigo pero que me hace mucha gracia por ver a esos hombres montaña embestirse como hipopótamos siguiendo no sé qué honorable ritual. Es bastante cómico, la verdad, al menos para mí, que como soy tonto no entiendo nada.
Después de esa media hora y de cotillear los accesorios del cuarto de baño (¡tengo hasta enjuague bucal!), salí a dar una vuelta, que es mi primera vez en Praga, y vi el reloj ese famoso que hay en la plaza famosa y del que salen los famosos muñequitos. Me acordé mucho de Cortilandia y me reí cuando los japoneses empezaron a aplaudir porque habían dado las 10.
Después de cenar (ver el final de esto) volví al hotel, donde tuve un percance con una señora puta que insistía en que me quería follar y yo insistía en que no.
Subí a la habitación, descubrí que desde mi habitación en la primera planta puedo piratear la señal WIFI del lobby, me puse un episodio de 24, y lo demás es historia...
PD: Me acaban de confirmar que lo de las niñas checas tremebundas es un casting de modelos. Lástima de cámara de fotos.
Thursday, September 14
Armando
Esta conversación la he tenido esta mañana mientras me planchaba la camisa y el pantalón del traje en casa de Berlín, donde me he levantado porque ayer fuimos a ver la exposición de fotografía que un amigo suyo tiene en la Sala Triángulo (Lavapiés. Calle Zurita, 20), un centro cuya principal actividad son las representaciones teatrales.
La exposición consta de 16 fotos de una colección de 50 cuyo hilo son los cerdos y los vertederos (estos artistas, ya se sabe). Incluye fotos porcinas tan entrañables como las que Ann Geddes hace a los bebés, otras que permiten adivinar sentimientos casi humanos en las miradas de los animales, y otras hechas para removernos el interior con, por ejemplo, secciones del cerdo. De estas últimas sólo hay una y en un rincón porque la exposición ha coincidido en programación con la representación de una obra infantil y no es plan de aterrorizar a los chavales y que luego se hagan pis en la cama.
Armando, el autor, nos invitó a unos vinos, unas tapas y unas cervezas mientras uno a uno nos iba comentando las fotos. De hecho, según él, utilizó la exposición para reunir a la gente que quiere y enseñarles lo que hace, pero estoy convencido de que le encantaría saber que su fotografía gusta, así que si os coge de camino, pasáis cerca, u os interesa ver unas buenas fotos y luego entrar a ver algo de teatro, pasaros por allí y me contáis.
De todas maneras os aviso de que Armando, siendo buen fotógrafo, es mucho mejor escultor (y aún mejor persona que se suele decir, en este caso aplicado acertadamente), y que cuando realmente disfrutaríais sería viendo su trabajo con los metales. Espero que pronto repita una exposición como la que tuve ocasión de ver el año pasado, de esa no os íbais a librar.
Monday, September 11
Gambia
Como nunca he estado allí ni he tenido intenciones, no tengo ni idea de qué hace la gente en Gambia. Tiro de Google a ver qué es lo que me cuenta, más por curiosidad que porque me preocupe descubrir que el tiempo libre que tengan estos dos sea demasiado:
Gambia está incrustada en medio de Senegal, abarcando casi todo el curso del río con el que comparte el nombre. Como consecuencia de la lucha colonial que mantuvieron ingleses y franceses, sus fronteras siguen la lógica de tiralíneas* que se aplicó también al resto de África .
Gambia se independizó del Reino Unido hace poco más de 40 años, 6 años después de que Senegal hiciese lo propio con los franceses. El idioma oficial es el inglés.
La mayor parte de la población es mandinga y también hay fulanis. Son en su mayoría musulmanes y su principal fuente de ingresos es la venta de cacahuetes y, poco a poco, el turismo.
Teniendo en cuenta que he ensayado con Berlín a decir “Two beers, please” no creo que tenga problemas mientras yo me quedo aquí bebiendo una cerveza con una tapa de panchitos, dándole vueltas a eso de los fulanis y del millón y medio de mandingas que se va a encontrar allí.
Wednesday, September 6
The ring
PARENTAL ADVISORY
Atención: Este texto posee contenido sexual y vocabulario explícito
Hace cosa de un mes un amigo que es muy exagerado, muy tradicional, y el mejor contador de historias que conozco, nos decía que le había llegado su novia con el anillo este que ha sacado DUREX para mejorar nuestras relaciones sexuales. Para él que esas cosas son como venidas del espacio, un espacio del que no deberían haber salido jamás, follar con miedo a recibir una descarga no es nada divertido, y esa sensación convertía el último gran invento del hombre blanco en una mierda tal que los chinos acabarían vendiéndola en las ferias de los pueblos junto a las espadas láser, las diademas de corazones luminosos y los anillos de destellos.
Todos, incluido yo, nos reímos mucho ese día, pero desde entonces el dichoso anillo se ha convertido en un tema de conversación recurrente. En la oficina,en la calle, en el cine, en el hospital, todas las conversaciones, las mías, las tuyas, eran la siguiente: "¿Qué tal las vacaciones? Bien, cortas. ¿Has follado con el anillo ese de DUREX?"
Y yo que si mi vida sexual era estupenda, que si un verdadero hombre no necesita artificios para hacer vibrar a una mujer, que si antes me arranco los pelos del pecho a bocaos... La semana pasada llegó Berlín y me dijo: "Te he comprado un regalo". "¿Qué es? ¿Qué es? ¿Qué es?", gritaba yo dando saltitos con los brazos encogidos. "Un anillo DUREX, de esos que vibran". "Aaaah. Pues yo te he comprado un balón".
Este fin de semana después de comer estábamos viendo la tele tirados sobre el sofá cuando me dijo entre risitas: "Tengo un anillo"; "Pues llévalo a Mordor"; "¿Lo probamos?"; "No sé. A ver si se me va a cortar la digestión". Lo probamos.
La cosa es un anillo de silicona que se puede usar con o sin preservativo, que tiene una pila que dura unos 20 minutos y que hace un ruidito como el de la barquita a pilas que metías en la bañera de pequeño. Aquí os presento una pequeña guía de usuario:
Quitando miedos.
El anillo tiene unas dimensiones y flexibilidad tales que se puede descartar el estrangulamiento. Vamos, que aquello no emberenjena a no ser que lo que se tenga entre las piernas sea un problema, perder cuidado.
No da descargas. Sé que esto a más de uno le va a suponer una decepción, sobre todo a aquellos que hayan probado la rehabilitación muscular con electrodos, pero es lo que hay. Si queréis ese tipo de emociones podéis follar mientras chupáis pilas de petaca.
Las vibraciones son de onda corta, esto es, que no váis a perder el control de vuestro miembro ni váis a empezar a tirar los jarrones por los suelos. Es todo mucho más sutil.
Mi experiencia.
Bueno, cuando me lo puse y apreté el botón, el anillo empezó a hacer brrrrrrr brrrrrrr brrrrrrr y a vibrar dándome un gustirrinín que pensé: "Verás tú, esto Berlín ni lo prueba".
Luego, cuando ya andaba compartiendo vibraciones con Berlín, me dió un ataque de risa que no podía parar. Ella me miró muy seria y me dijo: "Páralo que esto así no puede ser". Y yo a buscar el botón en el anillo para conseguir pararlo, y más risa. "Que no lo encuentro, mujer, que esto es muy chico". Total, que de los 20 minutos que dura, me tiré 5 de risas.
En conclusión, que el rato que se pasa es divertido, sin ninguna duda.
Monday, September 4
Dejad que se alejen de mí
Al día siguiente, cuando con los pulmones encharcados hicimos el traslado a Can Elliot y vimos que en lugar de botellines helados había sobre la mesa un biberón medio vacío, y que donde siempre había un plato con jamón se encontraban una cucharita de goma y un babero sucio, nos dimos cuenta de que las cosas habían cambiado.
Nos esperaban con la Zodiac sin montar Elliot, su mujer y su hija, y viendo que precisamente montarla era lo que tocaba, les abandoné a él y a Dwalks mientras dormían la siesta y me fugué con las mujeres a Benidorm para hacer una visita a mi abuela mientras ellas paseaban.
Mi abuela, la doblegadora de voluntades, la que sería capaz de conseguir que Fidel entregase Cuba a los americanos, vive gran parte del año en un edificio de 14 plantas en la playa de Levante. Estuve charlando con ella un par de horas de las que no recuerdo mucho por el colocón que me agarré en el ascensor debido al fuerte olor a perfume ultrapotente de señora mayor que había dentro. En cualquier caso sé que esas dos horas estuvieron bien porque cuando salí a la calle lo hice con un paquete de lomo y otro de jamón entre las manos. Abuelas...
De vuelta a Altea la hija de Elliot, que tiene menos de 10 meses, se tiró todo el camino llorando (siendo políticamente correcto), machacándome los tímpanos y crispándome nervios (sin serlo). A la vigésima vez que la madre le cantó los cinco lobitos, tuve que avisarle de que el que se estaba durmiendo era yo, y que conduciendo las medicinas y las nanas estaban contraindicadas.
A ver, no es cierto lo que dice Dwalks aquí de que tengo sobre la niña el mismo efecto que sobre él tiene una subida del Euribor. La niña y yo nos llevamos fenomenal: yo le enseño los muñecos, les pongo voces y me invento historias. Ella por su parte, me babea, me agarra la nariz y me deja fatal delante de los padres poniéndose a llorar, pero eso es porque cada vez que me ve le duelen los dientes o le entra hambre, que tengo muy mala suerte para eso.
Lo que sí es cierto que es un hijo te cambia totalmente la vida, T-O-T-A-L-M-E-N-T-E, y que para esto tampoco estoy preparado. Un tipo que cuando se queda solo en casa dos meses es capaz de coger una cuchara para tomarse el gazpacho que se le ha caído sobre la encimera de la cocina, al que le devora el montón de la ropa sucia, al que los paquetes de pan Bimbo le enmohecen de dos en dos y los yogures le caducan de 4 en 4, es capaz de olvidarse de sacarle los gases al niño después de comer, o de darle cuatro galletas María al bebé celiaco.
A mí me gustan mucho los niños, especialmente la hija de estos amigos, que la he cogido cariño, pero como a la mayoría de los que no los tenemos, me gustan solo para hacerles cucamonas durante 10 minutos, y para maleducarles dejándoles que me muerdan, que se lo lleven todo a la boca y dándoles lo que sea con tal de que no me lloren. Que no digo yo que no sea capaz un día de ponerme a ello, pero no es el momento. Durante un tiempo toca seguir siendo adolescente, querida Wendy.
Thursday, August 31
De camino a Altea
Empecé las vacaciones yendo a ver a mis padres a Villalba y a comunicarles mi intención de irme a vivir solo antes de que acabe el año. Todo nada más que para darles el disgusto porque al final será que no, pero bueno, me dio por ahí.
Hacía mucho que no hablaba tranquilamente de la vida con mi padre y cada vez que lo hago caigo en la cuenta de que es algo que debería hacer más a menudo. Pero hablar y conocer más a mi padre es conocerme más a mí mismo, y esto acojona un poco.
La noche que les llamé para decirles que iría a cenar con ellos, mi padre escribió una nota en un papel nada más colgar el teléfono. Esto no es sorprendente porque él es muy de notas. Al día siguiente, después de decirle que planeaba irme de casa, decidió enseñarme la nota escrita sobre la hoja del almanaque correspondiente al día anterior. Ya lo sabía.
El domingo cogí el coche para partir camino de Altea. Desde el accidente, viajar en mi Córdoba es como ir de compras al supermercado porque se conduce igual que los carritos, con permanente querencia hacia un lado, concretamente hacia el derecho. Fue uno de los viajes más coñazo que he tenido el placer de sufrir, a pesar de que yo era mi propio DJ (musicassette enchufado al iPod), y de que llevaba un plátano en la guantera.
Cuando finalmente llegué a casa de Kurt, Dwalks estaba en la entrada esperándome para darme un abrazo y ayudarme a subir las cosas. Lo del abrazo era por la propina, pero le calé enseguida y le di una manzana que había en el frutero.
Conocí a Nate, el novio de Kurt. Para saber más de él, hay que leer a Kurt. Para conocer más a Kurt hay que leer a Kurt. Para pasarlo de puta madre con ellos no hace falta leer nada, pero para no engordar a su lado sí, mucha fuerza de voluntad de la que lamentablemente carezco.
Lo de la paternidad lo dejo para otro momento, que he visto que esto de mantener la intriga lo hacen en el Tomate y la gente se traga la publicidad enterita.
Como entremés os dejo una foto-secuencia que millones de mujeres pagarían por poder tomar: Dwalks camino de la cama.
No preguntéis si ha habido censura que ya os digo yo que sí.