Estoy seguro de que todos lo hemos pensado más de una vez: ¿Quién demonios hace los estudios estadísticos en este país? ¿De qué sirven sus carreras? ¿Nadie se lee sus conclusiones antes de avergonzarlos haciéndolas públicas?
Evidentemente la estadística es una ciencia inexacta que, aunque ha evolucionado mucho, se ha quedado un par de escalones por debajo de la precisión en el diagnóstico de un meteorólogo e incluso, a veces, de un predictor del futuro a base de la lectura de tripas animales.
Recientemente he leído en el periódico dos estudios que me han hecho pensar:
a) que los españoles somos unos cachondos mentales;
b) que los que realizan los estudios estadísticos son unos cachondos mentales;
c) que el director del periódico es un cachondo mental.
Y es que, ¿qué credibilidad le puede dar uno a una encuesta que dice que 8 de cada 10 españoles están contentos con su trabajo-sueldo? ¿Cuál ha sido el universo de la encuesta? ¿Los ministerios? ¿Los equipos de fútbol de Primera? ¿Los fotógrafos del Interviú? Porque lo que está claro es que no han preguntado al que limpia las cabinas de los sex-shops, ni al que hace los tests de los termómetros anales.
La cosa se pone seria cuando se lee que los españoles nos gastamos diariamente 3,5 euros en comer, y uno, que es muy solidario, se siente fatal porque al comer un menú de 9 euros está dejando sin pan a 1,57 personas para todo el día. ¿De qué se alimentan los encuestados? ¿Dónde roban la comida? ¿A cuánto está el cambio euro/kilo de tomate en su mercado?
Ya estoy deseando ver cuál es la próxima revelación que pueda cambiar el destino de la sociedad: 9 de cada 10 españoles ignoran que Constantino Romero es el padre de Luke Skywalker. 3 de cada 4 españoles desearían que Bush fuese el próximo presidente del gobierno de España...
¡Ese gracejo español que nunca muere! Cuántas horas de risa le quedan por regalarnos.