La experiencia ha sido interesante. Tenía la consulta a las 08.30 am, así que me he levantado temprano para estar allí antes que los churros y las porras. Después de perderme por el laberinto de pasillos de la clínica, sorprendentemente desierto, llego hasta radiología donde me dicen que tengo que rellenar un test. Para quien no lo sepa, no llevo marcapasos, clips arteriales, implantes cocleares, audífonos, prótesis metálicas (ni ninguna otra), ni sufro alergias.

Después de advertirme de que no me iba a doler y que lo único molesto es el ruido que hace, me da los mismos tapones que usaba yo para estudiar en la biblioteca de la Escuela. Me los pongo y echo de menos mis apuntes de Cálculo.
El aparato, que es igual que una cama de rayos UVA pero sin fluorescentes, empieza a zumbar con distintos tonos que parecen componer una melodía de 4 notas que me resulta familiar. A los tres minutos ya estoy esperando paciente e ilusionado, que vengan los extraterrestres a encontrarse conmigo en la Tercera Fase.
Tras esos momentos de incierta espera, los zumbidos se hacen más cortos y a ráfagas, como en los antiguos juegos de guerra de los ordenadores. Rarararararara, rararararara. Mi mente se relaja y comienza a viajar. No puedo recordar qué más ruiditos ha hecho.
A los 15 minutos me despierta la enfermera. Bromeo con ella, pero debe estar al final de su turno y nada le hace gracia. Me dice que ya hemos terminado y que se ve que me ha gustado. Ya veremos si también me gustan los resultados.
No comments:
Post a Comment