Ayer quemé el primer día de las vacaciones que me he cogido hasta el día 1 de septiembre. Hasta mi vuelta los post van a ser técnicamente más limitados, porque el ordenador desde donde los escribo no tiene las opciones de adjuntar enlaces y porque no tengo los códigos para introducirlos manualmente, lo mismo que me ocurre con las fotos.
Para celebrar que era fiesta, el lunes fui con unos amigos al parque de la Warner en Madrid (http://www.warnerbrospark.com/selIdioma.html), ese enorme recinto en el que tienes desde los típicos puestos en los que disparar con una escopeta, hasta números musicales con los personajes de los dibujos de la infancia.
Para ir de un lugar a otro pasas por decorados del oeste en los que solo falta un doble de Clint Eastwood y un par de caballos; pasas por fascinantes calles de espíritu californiano cuyos paseos me recuerdan a los que salían acompañando a las letras de la serie Sensación de Vivir (creo que era Beverly Hills 90210) que hizo que la mitad de los españoles nos dejásemos crecer las patillas, la otra mitad eran chicas; y por medio de lo que a mi me parecieron barrios Neoyorkinos de cuando Daniel Day-Lewis y Leonardo Dicaprio andaban dándose mamporros en enfrentamientos de bandas, aunque no estoy seguro de estar muy acertado.
Para pasar un día pleno de emociones y no agobiarte con las colas de las atracciones tienes que madrugar un poquito y presentarte allí a las 10.00, que es la hora de apertura. Durante las primeras horas aprovechas para montarte en la montaña rusa de Superman, que probablemente haya sido diseñada por un ingeniero de la Luthor Corporation por conseguir que salgas cagándote en Clark Kent y pensando en volver a montar con un pedazo de kriptonita en el bolsillo. Pasas corriendo a la de Batman en la que tardas más andando por los pasillos que subido a los raíles; y luego, si te quedan ganas, estómago y no se te ha roto el cuello de tanto looping y aceleraciones, te subes a ese altar para el sacrificio humano que tienen pintado de naranja fosforito y morado y al que han querido llamar Stunt Fall para que no se alarmen los que servirán de ofrenda a un dios amarillo y cabezón.
En el Stunt Fall, la sensación de estar suspendido en el aire durante unos segundos, boca abajo, con todo el peso de tu cuerpo apoyado sobre un cierre que te sujeta por los hombros, con los brazos y piernas totalmente encogidos por el miedo cuando deberían estar colgando relajadamente, te conduce inevitablemente a resumir, en menos de tres segundos, qué es lo que has hecho con tu vida para acabar allí subido dispuesto a perderla.
Si tienes suerte solo consigues acordarte de tu familia y amigos, y de lo mucho que los quieres. Si la cosa se alarga, quizás también te acuerdes de la familia y amigos del que maneja los botones más abajo.
La otra posibilidad es que no puedas ni siquiera pensar en eso porque solo hay una idea que arrasa tu cabeza como los fanáticos de los saldos el primer día de las rebajas: en caso de que hubiese alguna avería, ¿cómo te agarrarías para no estamparte desde 50 metros de altura sobre tus amigos que se han quedado abajo rezando por ti? Al final, el mecanismo no falla, pero da igual, tu corazón ya palpita a más de 160 pulsaciones por minuto y tu camiseta está empapada en sudor frío.
Echando un vistazo cuando ya se ha puesto en movimiento, veo a un amigo que es mucho más valiente que yo. El tío baja la montaña rusa agitando los brazos, aunque gritando más o menos como todos. Al final del recorrido, todavía alucinado por su coraje, le pregunto qué le ha parecido y aún pálido, contesta: “acojonado hasta que me han dado calambres en los brazos por agarrarme demasiado fuerte, luego solo he sentido dolor”.
La visita al parque es una experiencia altamente recomendable para hacerla con un grupo más o menos numeroso. Los baños en las atracciones de agua son desternillantes, especialmente en los neumáticos. Los decorados están muy conseguidos; y las atracciones no defraudan, quizás un poco la lanzadera. Los espectáculos son entretenidos y la entrega de los actores es total. Hasta vimos en vivo un esguince de Silvestre mientras bailaba, aunque no fue como en los dibujos, a pesar de lo que le debía doler, no le salieron estrellitas y pajaritos a darle vueltas alrededor de la cabeza.
Si quieres vivir emociones fuertes y lo tuyo no es acabar colgando de una cuerda atada a un puente, o saltar desde un avión, ¡ven al parque!
2 comments:
Se te ha olvidado comentar una de las MEJORES atracciones: el Hotel Embrujado.
He montado ya 4 veces (=3 visitas al parque + repetición), y siempre consigue asombrarme lo bien conseguido que está el efecto... Si la "pasaste de largo", te recomiendo que vuelvas.
Meg.
La verdad es que la primera vez que fui, fue lo que más me sorprendió y gustó después de Superman. En la primera visita empecé a sentirme raro sin saber por qué. Lo malo es que marea más que las montañas rusas.
De todas formas, tienes toda la razón, el que vaya al parque no debería saltársela, la sorpresa es buenísima.
Post a Comment