Wednesday, June 28

De un adiós y de la edad relativa

Estoy triste, mucho. El viernes de esta semana será probablemente la última vez que vea a la chica que tiene el pelo más rizado y más pelirrojo de la oficina. Creo que alguna vez ya hemos hablado Dwalks y yo acerca de ella y de cómo nuestra rivalidad por llamar su atención, en el más puro primitivismo animal, nos ha conducido a darnos esquinazo a la salida del trabajo para viajar con ella en el Metro, o hacernos cortes de manga en la distancia cuando alguno conseguía su compañía para tomar un café. Un juego divertido y un poco sucio, la verdad, que aún conservo la marca de algún codazo en las costillas.

A esta chica que en un reglamentario de canto del cisne está viniendo esta semana más guapa, más morena y con más escote que nunca, se le va a preparar una cena de despedida como ya se ha hecho con otros compañeros. Una cena informal en la que le demostraremos lo que la queremos, y lo mucho que la vamos a echar de menos. ¡Dwalks, quietas las manos! También se le va a hacer un regalo para el que, por el evidente valor estético de la homenajeada, se propuso "Monumento Histórico" como dedicatoria.

Además de las críticas por haber elegido algo tan inapropiado en lugar de un "Te queremos" o "Eres inteligentísima y muy trabajadora", también surgió el movimiento "¿Y por qué histórico? Se va a sentir mayor".

Aunque los anuncios de cosméticos puedan ser una pista, no sé muy bien a qué edad las mujeres empiezan a sentirse mayores. En realidad no sé nada acerca de las mujeres excepto que suelen tener la voz más aguda que los hombres, pero ¿es posible que alguien con 32 años pueda sentirse mayor?

Bueno, la edad es relativa, lo sé. De hecho yo tengo 30 y mis lesiones me dicen que estoy mayor para el contorsionismo de lavadora, pero no para correr detrás de la grúa municipal.

Ser mayor también depende de la edad de quien la calcula. Por ejemplo, cuando vas al colegio, los mayores te dan collejas, te roban el balón y tienen 15 años. En la universidad los mayores son esos que te gorronean los apuntes, te llevan de putas, y tienen 28. En el equipo de fútbol de los colegas, eres joven hasta los 40, después solo un bulto sospechoso. En según qué trabajo, casi hasta los 50 puedes esperar proyección profesional más allá de atender llamadas. En una partida de chichón, eres una promesa ,aunque apuestes en pesetas, si tienes menos de 60; y en un bar del paseo marítimo de Benidorm, estás en la pomada hasta los 75.

Esta mañana Berlín me ha enviado unas fotos que se hizo en una cena con unas compañeras de su antigua empresa. Viéndolas, he echado unos 45 años, si no más, a las acompañantes de Berlín, y le he preguntado quienes eran esas señoras. Su respuesta ha sido: "Son mis compañeras y NO LAS LLAMES SEÑORAS". "¿Qué son, chihuahuas?" "CHIIIIIIIICAS".

Pues nada, que no se me enfade nadie más, todas chicas hasta los 80 como Rose, Blanche, Dorothy y Sophia.

Saturday, June 24

Lucky lucky!

(Perdón por el vocabulario, pero justo al comienzo lo explico todo).

Bueno, a ver qué me sale hoy porque acabo de volver de una barbacoa en la casa que un amigo tiene en la sierra, y aprovechando que no llevaba coche me he bebido el agua de la pecera y me he fumado dos puritos que han ido directos al hipotálamo.

Hoy trataré de hacer una crónica del festival de ayer, el Metrorock, que aún hoy se celebra con actuación estelar de Paul Weller, y al que por fin, después de tres conciertos seguidos en los que mis amigos me dejaron tirado como una perra, conseguí convencer, con ayuda de Franz Ferdinand, al Pelusa, a Roger y a su novia sueca que es muy rubia y muy simpática, para que me acompañasen.

Llegamos después de la primera actuación, la de un tal Matisyahu que por lo que he visto en unas fotos del períodico de hoy es un tío muy raro con un traje negro, una camisa blanca, un sombrero feo y una barba larga y poblada. Al parecer es un judío que va de moderno y canta regue, o como se diga. Lo que digo, un tío raro.

Para entrar tuvimos que cambiar los tickets por unas pulseras fosforitas y esquivar a un segurata que perseguía con el puño en alto a un chaval que le había llamado "tolai". ¡Qué hijo de puta en chaval! Si lo cojo yo... Una vez dentro nos encontramos con una periodista que se parecía un montón a la Mujer Tirita, solo que ésta era mucho más rubia, y ya nos quedamos con ella.

Paseamos por el césped, entre el olor a chorizo, morcilla y porros, camino del escenario principal donde estaba actuando Macaco. Llegados a una distancia prudencial del escenario, pasee también la mirada por el público, entre el que se escondían bikinis espectaculares, faldas de algodón lavadas en agua muy, muy caliente, y tatuajes de todos las formas y colores. Lo que viene a ser un gozo, oiga, que aquello estaba lleno de mozuelas.

Macaco muy bien, muy animado y muy buen rollo, sobre todo cuando cantó la canción de S.O.S e hizo que el público se pusiese en cuclillas, momento que aproveché para ponerme morado a ver tangas y huchas en general. Luego la cagó dando el coñazo con un rollo moralista, que ya me jode a mi ir a los conciertos a que me hablen de lo mal que lo pasa el pueblo de los mapachunis por culpa de las empresas occidentales de mierda que los explotan. Para eso voy a ver cine español, que tampoco.

Antes de que terminase, fuimos a escuchar a unos tipos muy graciosos que se llaman The Locos, y que no paraban de cagarse en todo lo humano (véase Esperanza Aguirre) y lo divino (lo que vienen siendo Dios y la Virgen). El cantante llevaba una cresta roja, y el guitarrista una peluca igual que la de Cañizares, cosa que me pareció la risión. Su música es un poco ska y tiene un directo muy divertido en el que ponen un montón de energía para pasarlo bien. Al esperpento nos sumamos Roger y yo, que nos metimos a bailar al estilo Luis Aguilé entre los cuatro gatos que había brincando delante de ellos, que no había más porque era muy pronto y hacía mucho calor.

Después de esto y de emponzoñarnos levemente a base de calimochos (¡qué recuerdos!), fuimos de nuevo al escenario principal a ver a Franz Ferdinand. De camino más chicas, más ojeadas y más vértebras rotas, con la mirada divertida de la periodista rubia que iba pensando para sus adentros "siejque sois todos iguales, coño". Pues sí, así semos.

Y llegado el momento, Franz Ferdinand - ¡Oh!

Hacía tiempo que no disfrutaba tanto en un concierto y puede haber varios motivos para esto: El primero es que me sé todas sus canciones de memoria y las grité de principio a fin. El segundo que iba con amigos a quienes me abracé para saltar y cantar eso de "you're so lucky" y "I love the sound of you walking away", una canción muy Bond, muy nuestra. El tercero es que la banda tiene un montaje que no se limita a tocar una canción detrás de otra, estilo Arctic Monkeys (por cierto, ya tardaron en echar al bajista gordinflón), o Muchachito Bombo Infierno, que tocaron después y que me decepcionaron mucho. Son grandes, muy grandes. Grandérrimos.

Tocaron una canción nueva que me recordó bastante a los Beatles, se me pusieron los pelos de punta cuando se subieron el bajo y guitarra a tocar la batería con el idem, y también con aquello de "Tonight... On Fire... The One... And Only... Alex... Kaaaaprrranos". Buf, aún me dura la erección.

Acabé la noche afónico, tirado en el césped comiendo un bocadillo de chorizo empapuzado en cerveza y con una sonrisa de idiota que me ha hecho parecer un subnormal en las fotos que hemos hecho en el cumpleaños de hoy.

Próxima parada: La Casa Azul. Y después, Summercase, donde espero un cartel más completo y aún más bikinis.

Feliz resto del fin de semana, yo ya me puedo morir.

Thursday, June 22

La selectividad

Hace una semana más o menos se han celebrado en Madrid los exámenes de selectividad que permiten el acceso a la universidad. Unas pruebas tan polémicas como necesarias

Hace unos doce años me tocó a mí y no me acuerdo de demasiadas cosas. Sé que me presenté al examen de matemáticas sin saber hacer una integral porque el simbolito, esa S estirada, me recordaba los ganchos en los que se cuelgan las canales en el matadero y me daba muy mal rollito. Aprobé matemáticas con un 8.

Más tarde, en la carrera, se me pasó el miedo cuando conocí a una chica a la que llamaban "la integral" no porque comiese mucha fibra, sino porque su culo respingón le hacía una silueta con forma de S. No aprobé matemáticas hasta el segundo año.

Ese mes de junio de la selectividad, caluroso como todos los junios de mi vida, salía a sentarme en el suelo de la terraza para que me diese el aire mientras repasaba los apuntes. En un descuido se me volaron 3 temas de química y tuve que bajar a la calle con mis hermanos para recogerlos. Mi madre desde la terraza nos iba diciendo "Por allí, al lado de la papelera. No, no, debajo del banco, detrás de los árboles", mientras señalaba con el dedo muy estirado y con aspavientos generosos como los de un entrenador de baloncesto. No perdí ni una hoja, que las madres en eso de encontrar son cosa fina.

La mayor parte del tiempo estudiaba en el mismo dormitorio y sentado a la misma mesa que tengo ahora. Nunca fui mucho de biblioteca hasta los últimos años de carrera.

De día me distraía mirando al parque al que da mi ventana, y de noche mirando las ventanas encendidas pensando "¡Caramba, cuánta gente hace selectividad este año!" Ahora me da más por pensar en lo enganchada que está la gente a la teletienda.

Y luego descubrí las bibliotecas, donde entre tema y tema me distraía asomándome a otro tipo de balcones.

Todo esto me ha venido a la memoria porque el otro día, volviendo del trabajo, me encontré esparcidos por la calle unos libros y cuadernos rotos a los que evidentemente habían dado mal trato: patadas, rasgado de páginas, estrujamientos varios...

Yo eso nunca lo terminé de entender. ¿Por qué esa rabia contra unos libros o apuntes de algo que has aprobado? ¿Quemarás tu coche cuando pagues todas las letras? Si mis hermanos mayores hubiesen hecho algo así, mis padres les hubiesen dado dos soplamocos (antes se decía soplamocos cuando se daban hostias).

De hecho en la carrera hice justo lo contrario: cogí cariño a los apuntes y acabé almacenándolos hasta que se convirtieron en un problema de convivencia. No cabía ni un papel más en ninguno de los armarios de mi habitación y mi madre me decía que aquello no podía seguir así, que un día iba a haber un incendio que iba a parecer la abadía de El Nombre de la Rosa.

Finalmente fueron Spiderman y unos robots japoneses los que hicieron hueco. Cultura pop.

Monday, June 19

Yo soy ese nombre

(Hay que ver qué gavilán me ha quedado el título)

mote1.
(Del prov. o fr. mot, palabra, dicho).
1. m. Sobrenombre que se da a una persona por una cualidad o condición suya.

En esta cosa de los blogs la mayoría tenemos un sobrenombre que nos ayuda a ocultar nuestra identidad y que nos da libertad para poder ser sinceros como en ocasones no lo somos en la realidad. Muchos de ellos no tienen ningún sentido para nadie más que para quien se lo ha puesto. El mío incluso hace tiempo que dejó de significar nada para mí.

Sin embargo hay otros muchos que sí lo tienen como "Clara la enamorada", una mujer que vive en verso; "El pollón de Ramón" otro que tal baila y que además da mayor importancia a la parte que al todo; o "Don Gato", que puede ser un rubiales que viste chaleco morado, o un tipo que se rompió seis costillas, el espinazo y el rabo al ir a ver a su novia. Toda una tragedia, vamos.

Mis amigos aún me echan en cara que yo antes era muy de poner motes, y que por mi culpa no se acuerdan de la mitad de los nombres de las chicas que hemos conocido. Sólo se acuerdan de "Alanis", "la Dálmata", "Galletas", "Sportingeist"... Todas ellas mujeres excepcionales, que conste.

Eso es de cabrón y de mala persona, lo sé, pero ya soy bueno. Ahora en mi vida solo hay Lauras, Elenas, Almudenas, Mónicas, alguna Marta, y un Ramón.

Mi nombre, a pesar de ser de lo más común, tampoco tuvo mucho éxito entre mis amigos o conocidos. Así, he sido el "Botijo" por mi esbelta figura; "Cabezabuque" por mi docilidad; "Chimen" por ese mes en que dejé sin tabaco a Chavela Vargas; y "Moro" por mi melena Mundial 82, con las variantes "Moromielda" y la cada vez más aclamada "Morogay".

Sin embargo, hay otra cosa que me ha llamado mucho más la atención que el tener tanto mote, y es que indefectiblemente, allá donde vaya, la gente acaba llamándome de la misma manera sin que yo se lo diga.

Hay nombres como José, que puede derivar en Pepe de manera más o menos natural, igual que Francisco en Paco o José María en Chema. Hay gente pequeña que se llama Sarita y gente grande que se llama Manolón. Pero yo no encuentro en mi personalidad nada que haga que todo el mundo acabe llamándome, por ejemplo, NachETE, que es el colmo del retorcimiento de un nombre.

Me gusta imaginar que les parezco entrañable, y me alivia saber que me haría aún menos gracia ser Francisco y que la gente acabase llamándome Paquete. O Juan... Yo antes sería un cabrón con pintas que convertirme en un Juanete.

Thursday, June 15

Los zapatos del oro

Una vez más han caído cuatro gotas en Madrid y la ciudad se ha colapsado. Dejando de lado el tráfico, hoy le ha tocado el turno al metro, que ha vuelto a inundarse. Entre la línea 3, que está cerrada por completo, la 8, que tiene un tramo inutilizado, más los de las otras líneas que se han anegado hoy, sumado a que desde hace un par de días no funciona el aire acondicionado en los vagones, entiendo perfectamente los cabreos de la gente. De hecho he estado a punto de manifestarme a la salida, pero tenía hambre y me he ido a casa.

En otro orden de cosas, desde hace unos días vengo siendo testigo de una moda que me tiene preocupado. Probablemente sea algo que viene de lejos, pero que como soy poco observador no he caído hasta que se ha convertido en algo más o menos masivo.

De lo que estoy hablando es de los zapatos dorados. Sí, sí, z-a-p-a-t-o-s d-o-r-a-d-o-s. Encuentro zapatos dorados por todas partes, pero aún así llego a casa y busco "zapatos dorados" en Google:

- Y me dice que Dolce&Gabbanna los combinan con calcetines morados. Y me imagino a Leticia Sabater llevando el conjunto y todo me cuadra.

- Y me dice que una presentadora de Playboy TV los lució como único atuendo en su programa. Y la putada es que no puedo quitarme de la cabeza a Leticia Sabater;

- Y me dice que "es naquísimo traer zapatos dorados de día (para las niñas)", como "naquísimo es usar ombligueras en pleno invierno y pasear tu agujero ombligal por toda la ciudad"; y me pregunto qué demonios son las ombligueras y si naquísimo es bueno o es como peerse en medio de una genuflexión.

- Y me dice que se limpian muy bien con pasta dentífrica. Y pienso en mi vitrocerámica y en mi tubo de Licor del Polo convertido en una navaja suiza multiusos.

Personalmente no me gusta el dorado. El dorado es tan ostentoso que me parece cutre, y que me perdonen los valencianos. Nunca he llevado nada dorado a pesar de que mi abuela insistió de pequeño en que llevase una cruz que me había regalado. Me la ponía cuando venía a casa y en cuanto salía por la puerta la guardaba en el cajón. Ahora el único adorno que llevo es la cruz de madera de mi confirmación sujeta al cuello con un cordón raído comprado en una zapatería.

El dorado me recuerda a M.A. Barracus, a las bodas gitanas y a un anillo de plástico con el que me atraganté de pequeño y casi muero.

Los zapatos dorados son óptimos para rodar un anuncio de Freixenet haciendo de niña burbuja. Son buenos para ponerlos en la parte de atrás de la bici como reflectantes, e incluso son buenos para colgarlos en la terraza para ahuyentar a las palomas. Pero los zapatos dorados son horribles para pasearlos por la calle.

Sí, señora, sí. Si usted ha comprado unos zapatos dorados pensando que son superdivinos, probablemente lo sean, no seré yo quien le quite la razón, pero solo se los podrá poner apropiadamente cuando su marido le pida que le haga esa imitación tan graciosa de María Isabel.

Ronaldinho calza botas doradas. ¿Alguien considera a Ronaldinho paradigma de la moda? Vale.

Wednesday, June 14

La tentación vive en la cocina

Efectivamente desde el domingo vengo un poco suelto. Algo me debió sentar mal de lo que comí el sábado porque he estado en proceso de deshidratación vía intestinal desde entonces.

Yendo hacia atrás como en las películas, recuerdo que el sábado quedé con el Pelusa para ir a su casa a echarnos una Play a un juego hiperviolento de pegar palizas a la gente, después veríamos el debut de Argentina en el Mundial, y por último saldríamos a tomar unas copas. El plan estaba claro, los componentes también, y faltaban las viandas, que en realidad iban a ser el problema.

Ya he contado que el Pelusa, antes conocido por otro nombre, es un tipo al que no le gustan los vegetales y sólo come carne. Un amigo que vive solo con su gata y a quien el repartidor de Telepizza habla por su nombre de pila. Un personaje al que definen tres sentencias: "Estáis un escalón evolutivo por debajo de mí"; "Yo no como flores"; y "Si alguna vez me suicido, será con pisto".

- El sábado su nevera era esto:

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6 botes de Mahou 5 estrellas, 1 lata de paté La Piara tapa negra, un paquete de unas 117 salchichas enanas con E. Coli, y dos cajones vacíos de fruta. En la puerta de la nevera había tres botes más de medio litro de cerveza, un frasco con mermelada y unos quesitos de la Vaca que Ríe.

Al final seguimos el plan con ese avituallamiento, y no digo ni que sí ni que no, solo digo que yo llegué a mi casa sujetándome la tripa a la vez que, muy ridículo, caminaba por el pasillo como los pingüinos porque llevaba los pantalones por los tobillos.

El domingo no me atreví a salir de casa porque pensé que un radio de más de 200 metros alejado de la Fábrica de Chocolate sería demasiado lejos y los umpa lumpas tendrían la fiesta en mis pantalones. Al menos me entretuvo la maratón teledeportiva.

El lunes fui al médico y me compré 4 litros de Aquarius, dos de ellos del sabor "Versión 3", que es más o menos como beberte una Coca Cola sin gas, que no merece mucho la pena. El sabor "Versión 3" parece más acertado que el sabor "Cola", que se presta mucho más al cachondeo con comentarios como "¿Ves cariño como no sabe tan mal? Si cuando los de la Coca Cola han sacado un refresco con el mismo sabor..." Vosotros me entendéis, que hay gente pa tó.

El martes empecé a comer. Me preparé arroz según la receta que yo mismo creé hace algo menos de un año y que tanto dio que hablar, y lo acompañé con unas manzanas, unos plátanos, y con un poquito de zanahoria rallada, que no estoy yo muy seguro de que eso ayude a evitar que uno se vaya por la patilla, pero he pensado que cualquier alimento con forma de corcho sirve, y en esas estoy.

Hoy había quedado con Dwalks y Elliot para ir corriendo nada más salir del trabajo a casa de este último para ver el fútbol. Yo me he llevado mi ensalada de arroz con jamón, pavo y zanahoria, y ellos se han sacado unas aceitunas con anchoas, un plato con dos tipos de queso, unas patatas fritas, 4 cervezas y una pizza picante. Me he sentido muy idiota, ayudado por los comentarios "Mmmmmm, qué rico. Jamás había probado una cerveza tan rica. Qué bien van con estas aceitunas de Jabugo", que lanzaban al aire. Yo me hacía el sordo hasta que me han dicho que parecía un subnormal, y es que nunca se me han dado bien las imitaciones.

Con esa frustración he ido esta noche a casa de mis sobrinos a celebrar el cumpleaños de Puñetón y me he puesto ciego a jamón, paté, queso y tarta. Mañana os cuento.

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Sunday, June 11

Resumen de la semana

- El lunes aterricé en la oficina con algo de jet lag y poquitas ganas de trabajar. Me tomé un café con Dwalks y le conté las cosas del viaje que no se pueden contar en un blog, y otras cosas del trabajo que son tan aburridas que no interesan a nadie, ni siquiera a él, pero que como es mi amigo se las tiene que tragar.

- El martes me pasé a saludar a una reunión que se celebraba en la oficina y que trataba del mismo proyecto con el que viajé a El Salvador. Resulta que tienen programado otro viaje a Colombia al que no creo que vaya, y otro a Tanzania al que me gustaría ir. Todavía no sé nada, pero espero que al final me digan una semana antes: "Oye Would, prepara unas diapositivas en inglés y vacúnate de la fiebre amarilla que te vas a Tanzania". Ojalá.

- El miércoles había quedado con unos amigos a tomar unas cervezas por la noche, pero llegué a mi casa muy cansado e hice pereza. Nada reseñable, la verdad, un día gris.

- El jueves tuve una reunión por la mañana, y a pesar de los casi 30 ºC que azotaban Madrid, al terminar fui a comer un cocido a La Bola. No había ido nunca, pero siempre que pasaba por delante me había dado envidia ver a los japos entrando guía turística en mano. El sitio está bien puesto, al lado del Teatro Real, y el cocido está muy sabroso. Además que te lo sirvan desde un puchero de barro le da mucho encanto. Hay que ir.

Por la noche había quedado con los compañeros de uno de los equipos de fútbol para cenar muy cerquita, en una Vaquita Argentina que hay en la plaza de Ópera. Como me había dado tiempo a hacer la digestión, me puse nuevamente hasta arriba, acompañando el lomo bajo con un vino argentino que también estaba muy bueno.

Después de cenar fuimos a tomar unas copas. De camino nos encontramos a una chica canadiense que había venido sola a España, a la que invitamos a unirse a nosotros y que acabó pagándonos las rondas a pesar de nuestra resistencia.

- Habiendo dormido 3 horas, el viernes me levanté a las 7 y media para coger el AVE y marcharme a Sevilla. Fui en preferente que si bien es cierto que se va comodísimo, también es cierto que tanto zumo, toallita, desayuno, repetición, prensa, revista y venta a bordo, acaban agobiando. Cuando llegué, me enteré de que tenía que hacer una presentación en inglés y sin diapositivas, una putada. Al final salió todo bien con algunos sudorcillos de más.

A la vuelta decidí desquitarme y aprovechar las comodidades del AVE para agarrarme una castaña. De aperitivo me tomé un Pedro Ximénez, luego una cerveza y rematé con 2 Sapphire con tónica. Llegué con tanto sueño a casa que nada más entrar me eché en la cama.

- El sábado me levanté otra vez a las 7 y media porque tenía que hacer un trabajo remunerado para un amigo. Trabajo que me sirvió para sacarme un piquito más de los 120 EUR que tengo que pagar por la reparación del coche a pesar de tener el seguro a todo riesgo, y para conocer a una rubia con un deportivo descapotable rojo, algo de lo que soy consciente que provoca envidias.

- Y el domingo, todo el día suelto. Demasiado suelto diría yo...

Sunday, June 4

El Salvador - Día 3,1415... o "¡Arriba el egómetro!"

¡HOLA!

¡Hola amigos! Para terminar la crónica salvadoreña me pareció apropiado salir a recibiros con la flor. ¡Adelante, adelante...!

Bueno, como sabéis yo fui a El Salvador a poner cafés, que es a lo que me dedico. Como también sabéis el café de Centro y Sudamérica tiene fama de ser muy bueno, no por nada se reunieron allí unos 80 representantes de los poderes públicos para admirarse con mi pulso, más conocido como "ni una gota en el plato".

Fueron de casi todos los países excepto de Cuba, que dijeron que ellos no aceptaban invitaciones. Ole por la asertividad de los cubanos.

El primer día, en la recepción de participantes, ligué con una chilena. Me bastó meter los dedos en la copa de vino para quitar un pelo que se había colado para que cayese rendida a mis encantos. Se acercó y empezó a hablarme tocándose el pelo, ladeando la cabeza, riéndome con salero todas las gracias, y a tocarme el brazo. Por supuesto que lo primero que le dije fue que tengo novia y luego ya, que tenía mogollón de enfermedades contagiosas, pero no se dio por aludida. Al final hice fuga sin tocata. ¡¡Tintintín!! 2 grados arriba el egómetro.

Al día siguiente en el turno de preguntas, al finalizar una charla para explicarles unos cuantos secretillos, una señora muy graciosa levantó la mano para preguntar "A ese chico tan guapo que ha hecho la presentación. Que mira que me ha tocado esta tarde el chico guapo, ¿eh?" ¡¡Tintintín!! 4 grados arriba el egómetro. Yo traté de capear como buenamente pude, pero he de reconocer que la jodía me sacó los colores.

El resto de las jornadas fueron más de lo mismo. Bueno, al menos eso es lo que me habría gustado a mí, pero no. Además, el sitio donde se celebraba el taller era un sitio horrible.

- ¿Os imagináis lo que tiene que ser desayunar aquí todos los días una tortilla con "de todo mucho" y unos zumos de sandía, mango, piña o lo que quisieseis? Buf... ¡qué estrés!

Desayunos hotel

El último día traté de aprovechar mi mojo con unas chicas que se pasaron por el gimnasio del hotel, pero lo único que conseguí fue no poder estirar los brazos en los tres días siguientes por las agujetas.

La vuelta en lugar de hacerla por Guatemala, por donde había ido, la hice por Miami. Así que si huellas dactilares izquierdas y derechas, que si globo ocular, que si descalzarte, que si sacar el portátil de la maleta. ¡Y yo porque soy muy dócil, pero hubo un tío que montó un pollo enorme cuando lo de la exploración rectal!

Al final conseguí escaparme y salir un poco a la calle antes de que saliese el avión para Madrid.

- Aquí estoy yo haciéndome una foto con una moto de la policía. ¡Y sí, ése soy yo! No iba a enseñar la cara de los demás sin hacer lo propio con la mía, ¿no?

Would con la amoto

En el avión de vuelta fui mejor persona y no tiré fotos. Volé con María Teresa, una mujer cubana de 75 años que vino a España hacía casi 50. Estuvo viviendo cerca de 5 años en Santander, en una colonia de unos 30 cubanos, hasta que aquello se volvió insostenible y se vino a Madrid, ciudad de la que guarda muy buen recuerdo. Más tarde, hace unos 35 fue a vivir a Nueva York, donde estuvo trabajando hasta hace 12, cuando se mudó a Miami.

Ahora ya está jubilada y vive feliz la vida aunque se haya quedado viuda. En estos momentos debe estar en Israel, "Tierra Santa" como ella la llamaba, con un grupo de otros 70 miembros de la congregación religiosa a la que pertenece y que iban todos identificados con unos divertidos collares hawaianos. Un cielo de mujer, vaya.

¡Y por último el loroco!

- Le he tenido que dar algo de vidilla a la foto, que estaba hecha muy científicamente sobre un folio blanco y era un horror.Loroco

Tiene un sabor muy rico, alcaparrado, encebolletado... No sé, hay que probarlo, pero apuesto mi editor de fotos a que combina perfecto con cualquier salsa para carnes. Dentro de poco podréis pedirlo en vuestro puesto del mercado, estáis avisados.

Thursday, June 1

El Salvador - Día 2

La diferencia horaria entre El Salvador y España es de 8 horas y como evidentemente el primer día no me había acostumbrado a ella a pesar de haber llegado hecho polvo el sábado por la tarde, el domingo estaba en pie a las 5 de la mañana. Aproveché el madrugón para deshacer la maleta y planchar la ropa mientras veía la victoria de Alonso en Mónaco.

- Aquí tenéis la prueba de que además de secar la ropa en el horno también sé planchar, que últimamente he dejado de recibir mails de admiradoras y eso me tiene muy preocupado. Por otra parte, además de que la foto es buenísima como todas las que yo hago, también es muy representativa porque es de Fernando Alonso tomando la curva más característica del trazado monegasco.

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A las 9 de la mañana habíamos quedado con un guía nativo para hacer una ruta por lo más bonito del país que diese tiempo de visitar en una mañana.

Lo primero que hicimos después de dar una vuelta por un centro comercial fue ir a ver las ruinas de un pueblo maya que fue enterrado por las cenizas de un volcán hace 1.400 años y que ahora es Patrimonio de la Humanidad.

- Esto es una especie de sauna dentro de ese poblado y que utilizaban para purificarse antes de sacarle del pecho el corazón latiente a la gente. Que limpios eran, pero cabrones también un rato.


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A continuación fuimos a otro lugar en el que había un museo con exposición de hallazgos de la civilización maya en el entorno de un conjunto de templos.

- Esta es una vista trasera de la explanada con los templos. Es más bonita que la explanda en sí porque la otra parte está en obras y llena de plásticos y hierros que le dan un aspecto muy madrileño.


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- Este es el grupo que fuimos de excursión. Los he amariquitado más por la SGAE que por la LOPD. Espero que os guste.

Los expertos


Algo que me sorprendió mucho fue ver que la gente utilizaba como medio de desplazamiento las rancheras particulares. Que yo no sé cuántos accidentes habrá en esas carreteras, pero en el caso de haya alguno tiene que ser una auténtica tragedia.

- Mirad, mirad... (No había flores para todos estos)


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Por la tarde comimos algo típico del país, que es todo hecho con maíz fresco, harina de maíz o agua de maíz. También hay mucha yuca: yuca fresca, yuca en buñuelos, rebozada y yuca como patata frita, que es endemoniadamente dura e insípida.

Lo más típico de El Salvador son las pupusas, que son unas tortas hechas con de masa de maíz, cómo no, y que van rellenas de frijoles, queso, pollo o queso con loroco, que es una hortaliza de la que hice una foto porque no existe en España y ya sabéis que yo soy muy botánico. Si queréis verla no hay más que pedirlo.

También comimos ceviche, que es pescado y marisco cocinado con limón. Y enchilada, que es otra torta de maíz, esta vez crujiente, sobre la que se pone pollo muy muy picado y alguna verdura. El conjunto está bastante rico, la verdad, y es de lo mejor que tienen en la cocina.

De postre plátano frito, que no falta en ninguna de las comidas del día, dulce de leche y ¡torrijas!

En resumen la comida no está mal. Son mejores los postres que los platos principales y en general es todo bastante seguro: De siete que fuimos solo uno se tiró todo el día siguiente vomitando.

Gracias a Tiri por las flores y al Hijo de Puta por la canción.
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