Thursday, February 9

Vuelta por Berlín (I)

Hacía frío en Berlín, sí, mucho frío. No es una cosa normal que yo me encebolle y me ponga dos pares de calcetines, una camiseta, otra, un jersey de cuello vuelto, la cazadora, un gorro, unos guantes, y la capucha, pero lo hice porque sabía que si no no sobreviviría.

De los 4 días y medio que estuve allí, únicamente pude disfrutar de la ciudad el sábado por la noche y el domingo. Bueno, disfrutar disfruté todos los días porque Berlín tiene marcha para aburrir, con todos los restaurantes llenos y montones de gente tomando copas de miércoles a domingo.

Precisamente el domingo me levanté sin prisas, cogí las dos guías que tenía de la ciudad, y tumbado en la cama todavía con el pijama y las zapatillas puestas, preparé en una hora un itinerario de lo que debía ver y cómo iba a llegar.

Salí del hotel sin desayunar a pesar de que allí Pantagruel habría quedado saciado y yo soy muy de tragar. Eché a andar ysubí por Friedrichstrasse, donde estaba mi hotel, y bajé por Unter den Linden, la avenida más elegante del Berlín prusiano y a la que Marlene Dietrich cantaba "Mientras los tilos florezcan en Unter den Linden, Berlín seguirá siendo Berlín". Bien por Marlene y por mi guía de El País-Aguilar que me lo cuenta todo.

Después de tres días en taxi ya me había dado cuenta de que Berlín es grande y de que tiene demasidas obras, tantas que no extrañé Madrid en absoluto. Zanjas y más zanjas, por Dios, ¿qué tipo de enladrillamiento cerebral les ha dado a los alcaldes del mundo?

Sorteando vallas llegué a Bebelplatz. El lugar donde los nazis hicieron la quema de libros en 1933 el día que lo vi estaba marcado con una cruz en la nieve.

Continué hasta la isla de los museos. No entré en ninguno, pero nadie que vaya puede dejar de pasar a verlos.

Allí debí haber cogido un tren hasta Alexanderplatz, pero como me veía animado continué caminando hasta que estuve desorientado y con los dedos tiesos por andar consultando el mapa. Decidí hacer un alto en el camino a tomar un café y entrar en calor, y por segunda vez en el viaje me preguntaron si el café que quería era "black coffee", que digo yo que si esta gente lo tiene también verde y rojo como el té y su antiguo gobierno.

Al final me trajeron un taza que equivalía a tres cafés solos, y que una vez vertida sobre el estómago vacío se convirtió en tal inyección de estimulina que salí a la calle hecho una fiera y con ganas de arrancar parquímetros.

[...]

5 comments:

Anonymous said...

La próxima vez no dejes de entrar al menos en el Altes Museum, donde comprobarás todo lo que los alemanes expoliaron de las antiguas civilizaciones a lo largo y ancho del vasto mundo. El altar de Pérgamo es impresionante!
En él me quedé una vez parada en una esquina, observando un extraño artilugio, que no pegaba nada con la decoración de la sala:
" Q-L: ¿y esto qué es?
F: ejemm, eso es un higrómetro.
Q-L: y si le tiro un japo, ¿sonará alguna alarma?"
No llegué a oir la respuesta, porque una enfermeradelamuerte como sólo pueden parecerlo las alemanotas de mediana edad, ya nos estaba agarrando por las solapas y conminándonos a avanzar.

Anonymous said...

Pero hombre de dios! Cómo sales a la calle sin bufanda?!!
Estos de ciudad...

nanyu fonseca said...

pero sigues en berlin? ahora escribes mucho mejor.
black coffee = cafe solo, no tiene nada que ver con el color.
es que me he sacado el titulo de ingles y preguntaron esto precisamente.

Tony Tornado said...

Los semáforos esos me encantan...

Me traes una camiseta con el muñequito? Y te paso los vídeos de Depeche que hice en el concert....

would said...

Leona, ¿verdad que estos alemanes son muy estirados? La próxima vez no preguntes, mujer.

Shakti, se me olvidó. Escribirlo, no ponérmela.

Nanyu, tienes razón. Lo averigué cuando llamé a mi hermana para que me dijeso cómo demonios debía pedir el café para que fuese con leche.

Tarde Tony, no me conseguiste entrada, te quedas sin camiseta. Además es un review, que me volví el domingo pasado.