La calma es algo que no se valora porque lo normal es disfrutar de ella sin que nos demos cuenta. Desde hace tiempo estoy maravillado por la filosofía de vida china, la milenaria, no la de Mao o la de Tiananmen. Trato de ver todas las películas de Zhang Yimou porque suelen estar impregnadas de esa filosofía y porque su estética, estructura y diálogos, la transmiten. Me gustaron especialmente las dos realizadas en 1999: Ni uno menos (Yige dou bu neng shao) y El camino a casa (Wode fuqin muqin). Dos bonitas historias de lucha personal y de amor a la tierra y a la familia.
Sin embargo, la última que he visto, Hero (Yingxiong) de 2002, aunque es estéticamente muy vistosa, no termina de llenarme como las dos anteriores.
Otra película recomendable, con una banda sonora que te llega al alma, es In the mood for love (de Wong Kar-wai). Una tensa historia de un amor verdadero, aunque imposible.
Sin embargo, esta calma que trato de buscar y que suele costarme tanto conseguir, hay ocasiones en las que se volatiliza y me abandona en el mayor de los desasosiegos.
Y es que, digo yo, si los Derechos Humanos se crearon para evitar torturas, ¿por qué no ajusticiar a los que te pegan patadas en la butaca del cine?
Creo que la mayoría compartimos unos resortes que, convenientemente accionados, nos hacen saltar por los aires.
Mis casillas son enormemente grandes, pero siempre encuentro alguien que es tan habilidoso y tenaz que consigue sacarme de ellas.
Me vienen a la memoria dos episodios de los que me arrepiento por no haber sabido mantener la calma. El primero de ellos sucedió cuando, estando tomando el sol, un niño me dió un pelotazo... por tercera vez.
Ya me había calentado con los dos primeros, así que decidí que había llegado el momento de guardarme el balón y esperar que el Iván Campo de 10 años se acercase a pedírmelo. Entonces, educadamente, le dije:
- Señor, señor, ¿me echa la pelota?
- Sí, pero ven un momento... ¿Qué, te gusta jugar al fútbol, verdad?
- Sí señor.
- ¿Y eres bueno?
- Un poco, señor. Aunque soy reserva en mi equipo....
- ¿Y te gustaría jugar mejor, verdad?
- Claro, señor...
- Pues como me pegues otro pelotazo te voy a arrancar una pierna y te voy a dar en la cabeza con ella, y así no vas a mejorar tu juego, ¿entiendes? Toma, tu pelota.
También hay quien me ha sometido a divertidas pruebas psicológicas que básicamente consisten en inventarse una discusión y llevarla al extremo(las novias son especialistas en esto). Da igual sobre qué, únicamente se trata de buscar mi límite, así que cuando la cosa comienza a ponerse tensa, me sueltan: "Tssss, Tsss, chiquitín, no te pongas nervioso, ¿vale?" ¡Es automático! Inmediatamente después de decirlo, pueden observar cómo comienzan a dilatarse mis pupilas y a hincharse la vena del cuello. Y si son capaces de contener la risa durante más de 15 segundos, disfrutan viendo cómo comienzo a gritar palabras sin ningún sentido y a ponerme azul.
Y es que, por si alguien se decide a hacer esta prueba conmigo, solo le pido que me avise antes de que me desmaye... suelo olvidarme de respirar.
2 comments:
¿de verdad quieres que creamos que te sabes todos esos nombres chinos?
buen viaje
Reconozco que los nombres de las películas los he tenido que buscar en el diccionario de español cantonés que guardo en el cajón.
Acabo de volver del viaje y me he venido a relajar al gimnasio... ya os contaré mis peripecias en la city.
MIND THE GAP!
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