Monday, July 26

london III - la noche

viernes 9

Los ingleses tratan de ser siempre la excepción que confirma la regla: la moneda, los coches, los enchufes, el sistema métrico,... Aunque todo es distinto para el resto de los mortales, es de fácil adaptación para un español, excepto un pequeño aunque importante detalle: el horario comercial.

LM. lleva ya unos meses viviendo allí, y anteriormente había estado casi un año, así que además de anfitrión de la casa, ejercía también de guía turístico programándonos las rutas y los horarios nocturnos, aunque también admite que no los tiene muy controlados... a los ingleses menos aún que a los horarios.

Todo empezó cuando el viernes LM nos dijo antes de irse a trabajar: “A las 18.00 vuelvo, cenamos algo, y salimos a tomar unas pintas a las 19.30”. A esta afirmación le siguieron unos segundos de miradas tensas de unos a otros, entre 5 españolitos que a las 19.30 aún no se han levantado de la siesta, y la entonación al unísono de un clarificador: "Noooo joooodaaass". Claro, que por otra parte, podría cumplir mi deseo de estar de vuelta a las 21.00 para ver los Lunis (que en inglés serán los Moonies), tomarme un vaso de leche con Cola Cao, o su sucedáneo inglés (Cola Cao Mint) y galletas de mantequilla o pastas de té, hacer un pis y antes de las 22.00 meterme en la cama.

Sin embargo, con LM. da igual lo que tengas que decir, siempre acaba convenciéndote de sus argumentos, aunque si 5 minutos más tarde te paras a pensar en lo que acabas de aceptar te des cuenta de que es una mierda y que te acaban de vender una moto que no anda o una enciclopedia en mandarín. Él es así. "Proud to be a leader".

Sin embargo y como es de suponer, no lo conseguimos. A las 18.00 estábamos en pleno centro entrando a tomar un té después de habernos comido un sandwich en la calle. A las 20.00 entrábamos al Blind Beggar a tomar unas pintas tirados en los sofás antes de subir a cenar a casa. ¿Por qué no hay más sitios como este en Madrid o dónde están los que ya hay?

T. había quedado con una amiga londinense que supuestamente iba a traer más amigas para que nosotros practicásemos inglés. Cuando tras varias llamadas a lo largo del día descubrimos que era todo un montaje y que la chica venía sola, ya era tarde para decirle que no se preocupase, que se quedase en casa porque ya habíamos comprado los DVD's de Muzzy en HMV. Así que apareció algo más tarde de las nueve y después de tomarnos una copa con ella en la casa, nos fuimos a un pub en la ribera del Támesis desde donde había unas vistas espectaculares del Tower Bridge.

No nos dió tiempo más que a una pinta (a las 23.00 te ponen de patitas en la calle) y nos fuimos a un lugar donde ninguno de nosotros podía esperar encontrar lo que encontramos.

Quiero hacer un inciso para explicar por qué no voy a dar el nombre de alguno de los lugares donde estuvimos. Nosotros no somos gente que vaya descubriendo sitios por los que salir, somos más bien gente de costumbres, aunque no me sienta identificado con esa idea, sí reconozco que es lo más cómodo. Así que cuando descubrimos un sitio que realmente nos emociona, queremos que siga siendo tal y como lo hemos conocido, y ya nos ha pasado más de una vez que el boca a boca nos lo ha estropeado, y aunque se que es más una paranoia que una realidad, es algo que debo respetar.

Entrar a la discoteca y el despertar de los sentidos fue todo uno. Nos fuimos a la planta de arriba y nos pedimos allí unas copas. A los 10 minutos ya habíamos hecho dos grupos y a la media hora nos habíamos disuelto. De vez en cuando nos cruzábamos y saludábamos, y la mayoría de las veces nos reuníamos para ver qué tal iba la noche. Otras veces nos hacíamos señas: saludos agitando una mano o levantando una ceja. En este aspecto, como en todos los demás, destacó T., inolvidable su gesto mirándonos a los ojos y, como recién salido del campo de batalla de Apocalypse Now, haciéndonos señas con el brazo en alto y dando vueltas a la mano con el dedo extendido. "Moveos" pudimos leer en sus labios sin poder dar crédito a lo que veíamos. ¡Era la quinta inglesa que se le echaba en los brazos y no habían pasado ni 3 horas! No hace falta decir que en lo que quedó de fin de semana, ninguno de nosotros bebió de la misma botella que él.

Tras despedirnos de J., la amiga inglesa de T., y escuchar de sus labios un "you are all crazy boys" que nos hundió, nos fuimos a dormir.

sábado 10

Desde el comienzo del día, los planes de ir a Oxford fueron cancelados porque no conseguimos levantarnos a tiempo, fuimos arrastrando el retraso y ya por la noche solo conseguimos llegar a un pub en St. Catherine's Dock a las 22.55 para ver cómo echaban el cierre. Fuimos dando un "paseo" de más de una hora hasta el Spanish Boat (que tiene de Spanish lo que yo de conejo orejudo) donde una vez más T. nos hizo una demostración de cómo MC Hammer debería haber bailado su U Can't Touch This para que fuese más popular que la Macarena. 

Más tarde, ya cansados del sitio, decidimos cambiar de aires y caminábamos algo despistados. Yo trataba de que una inglesa que conocí en el barco, me explicase en qué punto de la conversación había entendido que yo trabajaba en el restaurante de mi familia (creo que debo mejorar aún mucho mi inglés), cuando T. se quedó hablando con una sueca del viaje a Estocolmo que iba a hacer una semana después. Hubo un momento de confusión y nos fuimos dándole por perdido.

Llegamos los que quedábamos a un bar, El Pepe’s, que fue una de las experiencias más próximas que he tenido con las películas americanas de los bajos fondos. Tú llegas a la puerta, donde hay un tío esperando debajo de un cartel que reza "REPAIRS", y te dice en un perfecto castellano de Valladolid antes de que tengas tiempo de abrir la boca:
- ¿Cuántos sois?
- 5 
- Vais después de aquél grupo que hay allí. (Y te señala a otros 6 o 7 que esperan sentados en la acera y en un soportal de la calle resistiéndose a terminar la noche a las 3 de la mañana).
- Vale. (Dices y te quedas en la puerta esperando tu turno)
- No, no. No os podéis quedar aquí (dice nervioso). Iros allí.

Y allá nos fuimos, 20 metros alejados de la puerta viendo cómo la calle se llenaba poco a poco de gente.

Cuando llega tu turno, el portero se cruza la calle y te va a buscar: "Os toca", y te coge del brazo para acompañarte a la puerta. Una vez cruzada, con algo de nervios, pasas en fila de a uno por un pasillo estrecho de unos 6 metros donde al final te espera otro tío que TE CACHEA, los temores comienzan a hacerse realidad. "Just checking" decía el pájaro mientras te metía la mano hasta los higadillos.

Una vez comprobada la firmeza de nuestras carnes, pudimos bajar unas escalerillas y unirnos a la fiesta. Jamás hubiese pensado que el infierno estuviese tan solo a 15 peldaños de la superficie. Allí hacía más calor que en la sauna, lo juro. Estaba lleno de españoles para los que el encanto reside en que te juntas en un bar con otros 150 paisanos a escuchar La Negra Flor de Radio Futura, algo que habría encontrado atractivo si no hubiese hecho lo mismo los 250 fines de semana anteriores a ese, pero que reconozco que incluiría en mi top 5 si pasase más de dos meses en Londres.

Todo acababa esa noche con nosotros ya rendidos y de vuelta a casa cuando nos encontramos a T. dando vueltas frente al portal como un tigre enjaulado, con un cabreo que ni Fernando Fernán Gómez en Tómbola:

E.: ¿Qué haces aquí?
T.: Me cago en todo, joder. Que me habéis dejado solo, no tenía ni una libra, no sabía dónde estaba la casa y casi me follan tres tíos en el metro.
N.: ¿Pero que has venido en metro?
T.: No, joder, he tenido que parar a un policía y le he dicho que mis amigos me habían dejado tirado y que me trajese.
E.: ¿Que te trajese a dónde, si no sabes dónde está esto?
T.: Aquí, al bar de la esquina, que sí sabía cómo se llama. (T. siempre cogiendo buenas referencias para no perderse).
S.: ¡Qué cabrón, te has ahorrado el taxi!
E.: ¿Y por qué no has llamado al telefonillo, si ya hay gente durmiendo?
T.: Pues porque no me sé el piso. He estado tirando piedrecitas a la ventana y le he dado a la de tres vecinos. Y luego he intentado trepar al primer piso. Tengo un cabreo de la hostia.
N.: ¿Qué has intentado trepar? Pero si te podías haber matado. (Una imagen me recorría el pensamiento y dificilmente podía contener la risa).
S.: ¡Cabrón, que te has ahorrado el taxi!
T.: Sí, y me he hecho daño en las manos intentado subir al primer piso.
E.: ¿Pero tú estás loco? ¿No sabes que, si te ve un vecino tirando piedras a las ventanas o intentando trepar, o llama al policía tan amable que te trajo para que te sacuda y te lleve de vuelta, o te pega un tiro directamente?
S.: Me cago en la puta, ¿pero no se ha ahorrado este tío el taxi?

Y es que ya lo hemos hablado mil veces, ¿cómo no iba a ser un éxito en prime time un programa de la vida de T.y sus colegas? Si ya solo nos falta darnos cucharazos en la cabeza como los Dirty Sanchez.

2 comments:

dwalks said...

pienso chantajearte emocionalmente hasta que me digas el nombre del garito...

would said...

Si lo quieres conocer tendrás que venir conmigo. Te prometo que no te vas a llevar ninguna decepción.