Thursday, March 31

Almería

Hoy he visto amanecer sobre Almería a más de 3000 pies de altura. Medio minuto después el avión ha comenzado a girar y he visto anochecer con la luna reflejada sobre el ala del avión. Ha sido bonito.

Un pasajero con gorro de lana ha sacado su cámara digital y se ha puesto a tomar fotos con flash del amanecer. Interesante concepto estético de difícil encaje técnico.

Hace un par de días viajé a Almería para hacer de canguro de un alemán que vino a hacernos una visita. Lo de siempre: ir a recogerle al aeropuerto, acompañarle al hotel, sacarle con su camisa de flores de manga corta a tomar unas cañas. Lo mismo que hacen conmigo muchas veces, pero esta vez con flores en la camisa.

Otto Hans es alemán y, por lo tanto, raro por el concepto mismo de su pasaporte. Flipó con el salmorejo, las habas con jamón y la morcilla, todo novedades para él, natürlich!

Ayer por la tarde, paseando ya solo, me encontré con una perfumería y entré a preguntar unos precios, y como el hombre del chiste que va a comprar una caña de pescar a un centro comercial, salí de allí con el Aquapower de Biotherm, que tiene una inquietante forma de consolador, una espuma de afeitar, y muestras de colonias de Hugo Boss, de Allure, de bálsamo para después del afeitado, y de un contorno de ojos para ocultar mi envejecimiento. Soy presa fácil de las promociones.

Nota: hoy también he comprobado que el “efecto botella” en los aviones (presurización + despresurización), también se da con los cartuchos de las plumas, y si uno no anda con cuidado, termina con todos los dedos azules.

Monday, March 21

suecia


Mañana mismo me voy a Suecia con S., T. y E. con quienes ya estuve en Londres y sustituyendo a Iki, esta vez viene J.

Vamos de martes a domingo a casa de unos amigos de Alexandra, la novia sueca de T., que sin conocernos nos dan las llaves para que nos metamos allí. Estos nórdicos están fatal.

El caso es que desactualizaré esto unos días, hasta mi vuelta. Como luego tengo más viajes programados, os animo a que leáis a Dwalks y Kurt, a ver si con suerte, ellos no se tienen que ir a pasar frío al norte.

Buenas vacaciones a todos.

Dumb vs. Dumber


Este fin de semana bajé a la pizzería que tengo al lado de casa para hacer un encargo que más tarde pasarían a recoger unos amigos antes de subir a verme.

Eran las 2 de la tarde y no había nadie en el local (bendita Semana Santa), así que me atendió la chica morena que con polo rojo, gafas metálicas, gorra calada roja, y con guantes de plástico de los de coger la fruta en el hiper, estaba encargada de la caja.

Lo de los guantes no termino de entenderlo. Podría haber sido que le daba asco tocar el teclado lleno de virus y patógenos humanos, en plan psicomiedosa del carajo, o coger los billetes que a saber por qué ennegrecidas manos habían pasado, pero juraría que el mohín lo llevaba de serie: ojos tristes, boca torcida, y ceño fruncido por un permanente esfuerzo por entender instrucciones complejas: “Una barbacoa y una hawaiana medianas, por favor”.

La chica debía ser nueva, y salvo mi teléfono, no metió ni un solo dato correcto en el ordenador. Estuvo a punto de darme dos pizzas que no había pedido, del tamaño que no había pedido y de llevármelas a casa sin que lo hubiese pedido.

Cada vez que metía un dato erróneo, llamaba a la encargada, otra chica morena con gorra y polo rojos, aunque sin gafas ni mohín de serie, que le explicaba con impaciencia creciente, la solución a sus cagadas. Tras 15 minutos de reloj para pedir unas pizzas, pagué y me fui a casa.

Otros 15 minutos después se presentaron mis amigos a recoger las pizzas, con el código que yo les había dado, y la encargada les quiso hacer pagar otra vez. La chica del mohín decía que yo ya había pagado y la otra decía que eso era imposible. La discusión subió de tono y la chica-mohín rompió a llorar.

Mis amigos, diplomáticos y embarazados, decidieron resolverlo llamándome al teléfono. Les confirmé que estaba pagado y ¿asunto arreglado? No.

Ahora estoy dándole vueltas a la cabeza. La encargada me pareció una cretina por portarse así con su empleada, pero, ¿habría tenido yo más paciencia? ¿Soy un cabrón en potencia? ¿Tenemos todos uno jefe mamón de esos dentro?

Tuesday, March 15

chance meetings


Ver por sorpresa a alguien que conozco me provoca cada vez una reacción distinta en función de a) persona, b) lugar, y c) circunstancia.

a) PERSONA:

Siempre me parece agradable encontrarme algún viejo amigo de la escuela, algún compañero del gimnasio, algún amigo de veraneo, e incluso, por qué no, algún compañero de trabajo.

No me gusta encontrarme con gente que me ha dejado mal sabor de boca (generalmente ex-algo), con miembros lejanos de la familia con los que tengo que hablar obligatoriamente solo porque comparto cromosomas con ellos, ni con gente triste que solo tiene enfermedades, un curro de mierda y una hipoteca asfixiante.

b) LUGAR:

Un lugar frecuente de encuentros es el aeropuerto, o una feria. Allí ves una cara conocida, cruzas una mirada de reconocimiento, levantas una ceja que descubre la duda, lanzas una sonrisas y pasas página.

Un bar de copas es otro sitio donde me puedo encontrar con alguien sin que me de ningún tipo de pudor, salvo que sea esa persona que habla bajito y a la que tengo que sonreír educadamente cada uno de sus comentarios de los que no he oído una mierda por mi incipiente sordera, por el volumen de los Strokes o el miedo que tiene a acercarse demasiado no le sea que le muerda.

No me gusta encontrarme a nadie a las 7 de la mañana en el Metro, o el autobús. Esas son horas para dormir. Punto.

c) CIRCUNSTANCIA:

Ningún encuentro con prisas: parezco (¿soy?) maleducado. Ningún encuentro borracho: no me gusta esa sensación momentánea de "he quedado de puta madre" seguida del arrepentimiento resaquero de "soy un borracho y él/ella se ha dado cuenta. ¿Le habré dicho lo de mi disfunción sexual? ¿Y lo de mi identidad secreta?".

Me gustan 100% los encuentros cuando estoy de viaje. No me gusta encontrarme con nadie que se conoce mi vida y milagros y de la que yo no recuerdo ni su nombre. Me gustan los encuentros no casuales-sorpresa ("me voy a pasar por su oficina, a ver si le veo").

Y odio ESA sensación de "¿Quién es ese tipo que conozco de no sé qué cojones y que no para de mirarme? ¿Será que tengo algo en la cara, me está provocando, o es que está tan mal de la cabeza como yo?"

Por cierto, cualquier excepción es válida si uno se encuentra a Scarlett Johanson en el bar del más lujoso hotel de Tokio.

Wednesday, March 9

wouldadas

1. Hablando con un compañero de trabajo mientras me tragaba mis 100 gramos de pasas de hoy, he descubierto tan casualmente como quien sale un día de lluvia y se moja, que en el gimnasio en el que entrena su mujer, un ama de casa moderna, también pasean sus tipines algunas de las mujeres más guapas de la televisión.

Y resulta además que la más guapa de todas, y este concepto difiere notablemente de la mujer más sexual o con mayor morbo, va por las mañanas a hacer ejercicio a ese gimnasio que tengo a menos de diez minutos de la oficina y a más de 300 EUR de mis posibles.

Esa mujer amiga de los animales, interesada en la supervivencia de alto standing, estudiante de arquitectura de larga melena oscura, voz suave y mirada ligeramente bizca que la hace aún más atractiva (Berlín dixit), suda cerca de mi todos los días.

¿Y? Envidiosos...

2.- Esta noche juega el R.Madrid contra la Juve. Todavía no os habéis dado cuenta, pero el tiempo empieza a pasar más despacio; la temperatura ha subido unos 8 grados en Madrid; la gente ha ido a trabajar con su coche para salir corriendo de la oficina; se suspende cualquier actividad habitual de los miércoles por la noche; las cenas se programan en casa para las 21:30 y con una duración máxima de 15 minutos; no quedan cervezas en las estanterías del supermercado de la esquina y los teléfonos quedan no operativos durante hora y media.

¿Y? El 4 o 5 de abril, más.

3. Para este fin de semana tengo programada una mudanza de un amigo. Mi espalda, que tuvo que recuperarse del año pasado con microondas y masajes, estaba lista para colaborar hasta que ha comenzado de nuevo el campeonato de pádel. 3 partidos de fútbol y dos de pádel a la semana tienen la culpa de que lleve casi dos semanas sin ir al gimnasio.

Al no ir al gimnasio, la consecuencia ha sido que de madrugada he tenido una pesadilla horrible en la que mis hombros, punto fuerte de mi anatomía, eran puro hueso, como los de la anoréxica de moda. Esto es propio de un enfermo, lo sé, pero quien esté libre de psicopatías que se de cinco vueltas anti-clockwise a la silla.

¿Y? Tengo miedo de que vuelva esta noche, Carol Anne.