Friday, April 28

What a wonderful...

Hoy al salir del trabajo he venido dando un paseo por la Castellana mientras escuchaba una y otra vez la canción "Your ex-lover is dead" de los Stars.

Me he enamorado por enésima vez de la luz que se filtra entre las hojas de los árboles del paseo, de los jardines de las embajadas, de la arquitectura de los edificios y de los reflejos en sus fachadas. Iba tan feliz que por un momento me he creído el protagonista de un anuncio de compresas.

El camino me ha llevado a ver el coche con el que Fernando Alonso ganó el pasado campeonato del mundo, que es muy bonito y que también enamora mucho. Esto ha vuelto a hacerme muy feliz.

Allí mismo me he acercado a un hombre que vestía de marrón con un escudito amarillo porque inspiraba confianza y transmitía paz de espíritu. Hablar con él me ha relajado mucho, incluso cuando me ha dicho que habían cerrado y que tendría que volver mañana, lo que me ha parecido una idea maravillosa porque así podré aprovechar para dar otro paseo, así que le he dado las gracias con mi mejor sonrisa y me he ido al Metro.

En el Metro he sido muy feliz porque los conductores habían desconvocado su huelga y ya no tenía que matar a nadie para entrar en el vagón (esto se había convertido en una molestia últimamente). Ahora los conductores van a trabajar más seguros y yo no tendré que volver a ducharme al llegar a la oficina. Cuando he asimilado esto, mi karma ha vibrado en consonancia con el cosmos y todo yo he resonado con las estrellas.

La experiencia me ha gustado tanto que he resonado hasta llegar a casa, pero de tanto resonar he llegado un poco mareado. Ya allí, nada más entrar en la habitación me encuentro un papelito blanco fechado la semana pasada y que dice algo así: "Su vehículo será sancionado por incumplir la ordenanza LALALA de estacionamiento controlado".

Me he acordado de que al ir a aparcar donde siempre había dejado el coche, no había reparado en los 5 metros de zona verde que algún esbirro de Gallardón había pintado hace un mes. Cachis... con lo agusto que estaba yo resonando.

He dejado encima de la cama la bolsa que llevaba en la mano y me he encontrado un papelito amarillo fechado también la semana pasada y que decía: "Por estacionar en lugar prohibido por placas [...] será sancionado con 90 EUR". Vaya, ¿no era esta la multa que me pusieron el sábado a la una de la mañana? ¿Qué haría un guardia a esas horas poniendo multas? Seguro que es de esos de "Amo a Laura" que están invadiendo la red estos días, y que como no folla, pues se dedica a joder. Gallardón, Gallardón...

A la mierda, ya ni vibro ni resueno.

Voy hacia el escritorio para dejar la multa y me encuentro otro papelito amarillo de ayer a las 00:15. Leo algo de asistencia en carretera y me viene que ayer por la noche mi coche se lo tuvo que llevar la grúa porque gracias a un puñado de gravilla, una furgoneta de casi tres metros de alto, un estrechamiento a un carril en la carretera de Colmenar y a la ausencia de señalización, metí la rueda en un agujero de las obras, Gallardooooooón, y partí el eje. Y con este recuerdo también me viene otro de cosas que me apetecía partir ayer después del golpe. Ya de mi karma no queda ni el aroma.

¿Y qué tiene que ver la canción de los Stars con esto? Pues que esta noche es el concierto y ya me la sé. Solo eso.

En fin, que esto, como todo, tiene una parte buena, y es que durante al menos un mes ya no me ponen más multas de aparcamiento.

Sunday, April 23

Yaya's rulz

Este fin de semana mis padres se han ido de viaje y nos hemos quedado solos mi hermano y yo. También ha venido mi abuela, que vive sola y es ama de su casa, pero que estos días tiene que atender unos asuntos cerca de la nuestra.

Ella es una señora de 86 añazos, una mujer independiente, elegante, con un aire a la reina de Inglaterra, y con una agilidad que ya la quisieran para sí los monjes shaolín. En mi mente yo he envejecido 30 años desde que la conozco, ella ninguno.

La recuerdo desde lo alto de la mesa de la cocina a la que me hacía subir para tomarme la medida del largo de los pantalones, colocando en el dobladillo los alfileres que iba pellizcando de la boca, y metiéndome los bajos del pantalón con una máquina de coser que aún maneja con maestría de pies y manos. También la recuerdo comprándome regalos, atiborrándome de comida y llenándome los bolsillos de caramelos cuando nos enviaba de vuelta a casa. Igual que ahora. Y para ella parece que el tiempo tampoco haya pasado por mí. Yo sigo siendo su "carita de melocotón" aunque lleve 3 días sin afeitar, bebo poca leche para estar en edad de crecimiento, y como poco para todo el deporte que hago.

Sin embargo, mi abuela fuera de su hábitat natural es un monstruo. Ella tiene sus normas y mejor será que las acates si vas a estar a menos de 10 metros de distancia, ya sea en su casa, en la tuya o en Guantánamo. Da igual que te resistas porque ella es más tenaz, más paciente y mucho más lista que tú, su victoria es inevitable. Valga como ejemplo el que esta mañana la haya visto doblegar la voluntad de una caja de cereales de dos palmos de grande que ha hecho caber en una estantería de palmo y medio de alto.

Ayer por la noche, cuando salía a dar una vuelta, me preguntó: "Oye, ¿Tienes que hacer algo mañana a primera hora?" "¿Qué quieres, que te acerque a ver al tío?" "Sí, hijo" "Bueno, supongo que me levantaré sobre las once o así. Me ducho, desayuno y te llevo, ¿vale?", "Perfecto, si a mí con que me acerques un poquito antes de las diez y media". Touche.

Por supuesto esta mañana me he levantado temprano, y antes de que me diese tiempo a ir al baño ya la tenía pegada a mis talones pidiéndome la ropa sucia para poner la lavadora y preguntándome si quería zumo y tostadas para desayunar, detalles que uno aprecia mucho pero que cualquier tribunal podría considerar hostigamiento si antes no se ha esperado a que se den los "Gñosdías".

El caso es que con su afán de sentirse útil y ayudar en la casa se ha convertido en un torbellino que me tiene arrinconado en la habitación del pánico, esperando que se quede frita en la siesta para escaparme. Si al menos tuviese a mano una peli de Charles Bronson de esas que tanto le gustan...

Wednesday, April 19

Elestrés

Como decíamos ayer, la Semana Santa ha llegado a su fin. Guardo en la mochila de experiencias acumuladas haber dormido 3 noches consecutivas colgado a una altura de 1,70 m del suelo, haber aparcado 3 noches enteras en prohibidos y librarme de las multas, visitar Cuenca en fiestas nazarenas y festival de tunning, conocer el Susan, y currar en fiestas de guardar.

Lo de Cuenca estuvo muy bien. Vimos las Casas Colgajas, tomamos unos cafeses en el Parador, y visitamos la Ciudad Encantante. Comimos morteruelo, que a mí me recordó mucho al relleno de las croquetas que me prepara mi madre pero con unos nutritivos cachitos de hueso triturado que me jodieron un diente. También nos comimos un rico chorizo de ciervo y un no menos rico atasco a la vuelta.

Fin de las vacaciones con más pena que gloria y dos tristes torrijas en la buchaca. De vuelta al curro, hoy me ha tocado viajar a Almería y por poco tengo que conjugar en condicional.

Anoche, como viene siendo habitual, me acosté a eso de la 01:30 después de jugar al fútbol y encervezarme. Claro, tan cansado estaba cuando ha sonado el despertador que me he dicho "Venga un ratito más".

Una hora después de eso y una hora antes de que despegase el avión, todavía en la cama ya me tenido que decir "Me cago en la hostia" y acelerar mis pulsaciones hacia el límite humano, hasta el punto de que jamás me había sentido tan despierto a las 06:30 sin haber tomado café.

El pijama se me ha caído al suelo del susto casi a la vez que llamaba a un taxi sujetando el teléfono con el hombro mientras me ponía los calzoncillos. "Tardará 12 minutos, señor". Y una mierda. He bajado a la calle con el brazo levantado para ganar tiempo si me encontraba con un taxi. Taxi que con mucha potra ha aparecido casi en la puerta de casa. "Aeropuerto. T4. Peaje. No llego". "¿A qué hora sale su avión?" "Da igual, usted corra y yo pago las multas".

20 minutos después de levantarme estaba en el aeropuerto con la tarjeta de embarque entre los dientes, la camisa por fuera, una barba de dos días y la boca seca. He comprobado que no iba vestido con el tanga de mi hermana ni con las zapatillas de andar por casa de mi padre, esas de cuadros que fueron del abuelo, y he exhalado.

Esto, es una proeza, lo sé, y yo soy un superhombre, también lo sé. Lo que me jode es haber acortado mi vida 1 año por averiguarlo.

En fin, que ya estoy de vuelta en Madrid y me alegro de veros a todos. Buenas noches.

Wednesday, April 12

Torrija que se come y que se lleva en la cabeza

Tengo un color ceniza bastante enfermizo que parece apropiado para estos días de recogimiento. Un aspecto poco saludable que tengo que agradecer a las trasnochadas actividades a las que me dedico últimamente entre semana, a saber y por este orden: jugar al fútbol, beber cerveza, conducir por un laberinto, maldecir, aparcar, maldecir, dar un paseo hasta mi casa y monear con el ordenador. Al final termino durmiendo 4 horas y cada vez necesito más café para mantener los ojos abiertos, tantos que noto cómo tengo los riñones colapsados.

Luego llega el fin de semana y no descanso porque me dedico a hacer más de lo mismo, salvo que duermo algo menos. Y después viene el lunes y me quiero morir, o que muera al menos el perro de mi vecina, que no me ha hecho ningún mal pero que seguro que merece una vida mejor.

Pues a pesar de todo este trajín, me he dado cuenta de que ya es Semana Santa. Los indicios que me han llevado a esta conclusión han sido ver los escaparates llenos de huevos, tener a los niños de vacaciones rondando por mi casa, ver llegar a mis padres este domingo con unas ramitas de olivo y llevar un par de viernes o tres sin comer carne.

Recuerdo que en Semana Santa, cuando estudiaba en el colegio, nos perdíamos una hora de clase para ir el miércoles a misa y llegar a casa con la cabeza hecha un cenicero. También recuerdo que tenía un montón de vacaciones y que en la hora de recreo era un niño feliz pegando pelotazos a los mayores, que yo siempre he tenido una vertiente vengativa que caminaba paralela a la vertiente masoquista.

¿Y qué voy a hacer esta Semana Santa? Pues aprovecharé para ir a misa porque la Pasión de Cristo sigue removiendo mi conciencia apostólica y romana; aprovecharé para reírme hasta que me quede sin aliento de los que se metan mañana en la carretera de Valencia, a quienes sugiero que carguen sobre la vaca de su automóvil una imagen de la Vírgen del Rocío para dar a su procesión un ambiente más festivo; y aprovecharé para comer torrijas, algo que debería aprender a perparar pero ya.

Mañana de momento voy a celebrar que no trabajo por la tarde comiendo un codillo, y luego yéndome a probar un chaqué para la boda de mi hermana. Chaqué que tendré que pedir un par de tallas de pantalón más grandes o esperar a haber terminado la digestión.

Felices fiestas y vacaciones a todos.

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Se me olvidaba:

Compro entrada para el concierto de los ARCTIC MONKEYS el 17 de mayo en La Riviera por un precio de 20/25 EUROS negociables pero poco. Me da igual cómo lo hagáis. Robad, matad, prostituiros, todo eso yo ya lo he hecho, pero conseguidme una entrada, por favor.

Tuesday, April 4

El tiesto

A mí los calores que ya empiezan a hacer me alteran bastante. Los calores y las no-ropas que luce la gente para celebrarlo. En cuanto a esto no tengo nada más que añadir salvo que para mí lo mejor es una camiseta de tirantes que deje ver bien los hombros (mi debilidad), y un poquito, cuanto más mejor, de espalda. Casualmente este tipo de camisetas también realzan bastante lo que vienen siendo las tetas, y esto también me gusta mucho.

En fin, que con el calor y con la pinta de cerveza que me he tomado durante la comida me he animado y le he preguntado a Berlín si la importaba que la esperase en su casa, y como no le importaba, para allá que he ido al salir del trabajo. Al llegar me he cepillado los dientes y me he metido en la cama porque ayer dormí 4 horas y porque tenía unas ganas terribles de tener sexo. A los 10 minutos me ha llamado Berlín diciendo que se tenía que quedar a trabajar hasta tarde, así que, bastante jodido, me he vestido de nuevo y me he bajado a la Plaza del 2 de Mayo a ver borrachos. No había muchos a esas horas.

He tardado 50 minutos de Metro en llegar a mi casa. En la estación me he encontrado con un punki lleno de pinchos y muy colgado que jugaba con la muerte a ser trapecista-equilibrista sobre el borde del andén. Me estaba poniendo nervioso verle y me han entrado ganas de empujarle para que dejase de hacer el imbécil, pero luego he pensado que mejor que no, y no lo he hecho.

En mi casa no había nadie cuando he llegado, pero enseguida me he puesto a investigar dónde se había metido la gente porque se iba acercando la hora de cenar y me estaba muriendo de hambre.

Ya con todos a la mesa me he apretado un par de filetes de lomo con un tomate fresco bien regado con un vinagre balsámico de tomate que en mi casa ha sido todo un descubrimiento. Iba a comerme también un huevo, pero a mediodía ya me había metido dos y esta noche no me sentía yo muy Paul Newman.

Cuando he terminado de cenar me he levantado para recoger la mesa, con la mala suerte de que he tirado por el suelo un tiesto que flotaba a unos 40 centímetros del suelo. Me ha causado un poco de impresión ver la planta espanzurrada en el suelo y toda la tierra alrededor, pero solo ha durado hasta que mi hermano ha dicho "Otra vez" y me ha entrado la risa. Después ha sido mayor cuando he visto la cara seria de mi madre que me miraba con el ceño fruncido porque tenía el cogedor a modo de pala, cargado de una tierra que ya no tenía dónde echar porque el tiesto ya estaba hasta arriba y con la planta dentro.

¿Nunca os ha pasado que hacéis un agujero y cuando lo tapáis os sobran dos paladas o tres? ¿No os pasa lo mismo cuando abrís un huevo Kinder, que luego no cabe todo otra vez dentro?

En fin, que todo esto era una excusa y una introducción para esto:


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Lo siento Dwalks, otra vez tarde. ¿Qué decepción, no? Felicidades

Sunday, April 2

La bendición tenía un precio

El viernes tuve un cumpleaños triple, que quiere decir que tres de mis amigos habían cumplido años en menos de una semana y se pusieron de acuerdo para invitarnos al resto a cenar y a tomar unas copas.

Aprovecho para, desde este humilde púlpito, animar a que esta excelente idea sea exportada a las bodas, acontecimientos exagerados se mire por donde se mire y que desde hace 3 años me traen loco por estas fechas. Así este año me evitaría no tener un solo fin de semana sin compromiso matrimonial desde el último de abril hasta el segundo de junio.

Pero hablando de otros temas y otras cosas, en la celebración del cumpleaños estaba mi amiga Elena, quien desde hace un par de meses está viviendo en Valladolid con su hermano y a donde fueron para abrir una sucursal de la empresa donde trabajan.

Después de muchos preparativos, de colocar mesas y sillas, de colgar cuadros y mover macetas y tiestos, que es algo que todos los hombres y mujeres orquesta con tambor, armónica y platillos accionados con los pies hemos hecho alguna vez en nuestros trabajos, llegó el gran día, el día de la inauguración.

Yo no estuve allí para verlo, pero al parecer se trató de un acto bastante social. Claro, que estoy pensando que cuando hay comida gratis la gente es capaz de reunirse hasta para ver una partida de ajedrez, pero bueno. El caso es que allí estaban tomando vinos y comiendo queso cuando apareció un sacerdote, o eso dijo, y al ritmo de lo del Ora pro nobis sacudió el brazo derecho primero en vertical y luego en horizontal, y dejó lápices y papeles bendecidos por la gracia de Dios.

Con todo el ajetreo a nadie se le ocurrió pensar que quien acababa de entrar pudiera ser el mismo que se cuela de gorrón en la bodas de nuestras primas, y después tampoco le dieron más vueltas salvo a que tal vez la oficina se había levantado sobre un antiguo cementerio indio.

Ahí quedó la cosa hasta que una semana más tarde apareció el mismo cura-bicho a preguntar qué tal iban las cosas por la oficina. "Muy bien, por aquí nada se mueve solo, padre". "Ah, estupendo. Verás, es que yo venía por lo de la voluntad, ya sabes hijo, la panoja. Lo habitual en estos casos son unos 60 o 70 euros". "Claro, claro y cómo se lo paso, ¿transferencia bancaria, giro postal, trae bacalaera para pasar la VISA, o con paypal?"

...

"Estooooo, ¿no admitirá usted cheques restaurant, verdad?"