Monday, May 29

El Salvador - Primero hay que llegar, que no es fácil

Después del último post habréis supuesto que tenía la casa hecha un asco antes de venir a El Salvador y habréis hecho bien porque era cierto. Pues todo aquello había que recogerlo y además poner alpiste al pájaro y meter la tortuga en agua, que yo soy muy mío y de mis animales, así que aunque el avión salía a las 12:30, me levanté a las 08:00 para tener tiempo de hacerlo todo sin estrés y preparar la maleta sin olvidar nada.

Así lo hice y las 11:00 llegué a Barajas -> Terminal T4 -> Satélite -> Puerta R14. Para resumir, a las once y media estaba en a tomar por jebe o el punto más alejado desde el que se puede tomar un avión en Madrid. Embarcamos, despegamos y ya, que no tiene ningún misterio.

Ah, no, que se me olvidaba. Antes de eso me paré en un Starbucks a tomar un Banana Mocca, que es un café con sabor a plátano que cubren con nata montada y que como pagaba la empresa me permití el lujo de pedir. Dios, que vio aquello, me castigó por chulo y por caprichoso poniéndome una nata agria que me estuvo removiendo la tripa las primeras 5 horas de viaje. Esto acabó siendo una molestia no sólo para mí, sino también para mi compañero de asiento y para aquél otro hombre que no paraba de decir "¡Pero madre mía!"

A las 8 horas de viaje, después de haber dormido, leído y visto una peli de Tia Leoni, que es guapísima, con Jim Carrey, que es un payaso, empecé a aburrirme y a observar al resto del pasaje. Aquí ellos:

- Esta es una señora que en una hora se maquilló tres veces y se colocó el pelo no menos de 20. Cuando acabó no sabía si era ella misma o Charlie Rivel. Y menos mal que no le dio por depilarse las cejas porque habría llegado calva a Guatemala. Pues eso, ella o "Estás muy nerviosa, mujer".

Señora

- Este señor subió borracho al avión y así se mantuvo durante unas 10 horas a base de darse paseos al bar. Un campeón. Llevaba una camiseta de Ronaldinho fumando un porro y un pantalón de chándal con las letras E S P A Ñ A cada una del tamaño de mi cabeza, que no está nada mal. Sale un poco borroso porque me acojoné con la cazada que me hizo. "¡Buenas tardes, oiga!"

Señor

Para llegar a El Salvador tenía que hacer escala en Guatemala. Esto es Guatemala. Resulta que tiene el aeropuerto en plena ciudad y la verdad es me asustó un poco al ver las casas tan cerca y pasando tan deprisa:

Guatemala

En las tres horas que estuvimos esperando allí me hice amigo de una señora mayor que volvía a El Salvador después de visitar a su hijo, que se había casado con una chica muy buena y muy servicial que era de Guatemala. Me enseñó una foto de los dos y eran bastante feos, pero eso no se lo dije porque se la veía muy orgullosa.

La venganza llegó después, cuando subidos de nuevo en el avión me di cuenta de que la señora se había sentado en el asiento detrás del mío y me había colocado entre los pies un pollo asado que había comprado como souvenir. Cuando bajé del avión me sentía el Coronel.

En el aeropuerto había un tipo con mi nombre escrito en un cartel, y eso es verdad que hincha mucho el ego, pero estaba tan cansado que había fuga de ego por las costuras y allí no se hinchó nada. Hice otros 40 kilómetros más en coche y llegué al hotel a eso de las 21:00, las 05:00 en España, con lo que por primera vez en mi vida después de terminar la Universidad, casi hago 24 horas despierto sin ayuda de un gintonic.

Friday, May 26

Aún no estoy listo

Definitivamente no estoy preparado para la independencia. Para la vida en pareja con alguien que me lo haga todo quizás sí, pero desde luego no para vivir yo solo. Verbigracia:

Ayer después de salir del trabajo me tomé una caña con Dwalks, que se puso muy pesado queriendo pagar y yo no quise discutir, que me salen arrugas. Al llegar a casa conecté el ordenador para descargar las bandas sonoras de un par de películas de Walter Hill que esta noche serán homenajeadas en casa de Milio, y también la de Operación Dragón, que recuerdo que cuando la vi hace unos años me pareció la mar de graciosa para bailar con peluca de negrata, gafotas de sol y zapatos de plataforma.

Como me estaba entrando hambre, fui a la cocina a calentarme un poco de tortilla de patata de esa que venden para vagos y que yo, aunque no lo sea, también la compro. Y en eso estaba cuando me he acordado de que la ropa que tenía que utilizar para el partido de las 23:00 era la misma que la del lunes, y que desde entonces estaba esperando en la lavadora que alguien le echase jabón y pusiese el programa 2 a temperatura templada.

Cuando he sacado la ropa y he acercado la nariz a la camiseta, he comprobado que ese olor no se iba ni haciendo barrillo con colonia barata, así que he ido al baño a poner agua caliente en el lavabo, remojar la camiseta y el pantalón y echar unos polvos de Wipp Express. Un buen par de puñados sobre los que el chorro de agua caliente iba haciendo espumita. Mira qué es gracioso cómo sube, oye.

Entretanto, el microondas no paraba de dar vueltas con la tortilla dentro y estaba empezando a churruspear por esa manía que tengo de poner todo 3 minutos, ya sea la leche, la sopa, el filete o el gato (ojo, explotan).

Fui corriendo a sacar lo que debía ser mi cena y la salvé, aunque esas tortillas son un tanto de escayola y creo que podría haber aguantado otros 3 minutos fácil. Sin embargo al volver al baño me encuentro que lo mismo que me pasó con el arroz me había pasado con la ropa. Había tanta agua desbordada y tanta espuma que me dieron ganas de echar unas sales de baño y tumbarme en el suelo.

Después de recogerlo todo con la fregona había que poner en práctica la segunda parte del plan, el secado de la ropa en 30 minutos. Y os preguntaréis ¿y cómo se hace? Bien, pues para eso he preparado la siguiente guía:

1º- Se coge la ropa y se retuerce. Se retuerce mucho y con todas las fuerzas. No, no me pongáis esa cara de estreñidos. No hay que poner cara de estreñido, que salen arrugas igual que si discutís con Dwalks.

2º- Sin estirar la ropa se va uno a la bañera y le suelta cuatro mangurriadas con lo que se tiene entre manos. Pim, pam, pum. Cuidado con romper la maceta con la planta de plástico que tenéis encima del mueble del baño.

3º- Coge el secador y enchúfalo directamente sobre la ropa. Pégalo para que seque antes, pero si se te cansa el brazo colócalo de manera que puedas descansar mientras él trabaja. Así:

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4º- Cuando te hayas aburrido de ver que eso no se seca ni que le eches 8 kilos de sal, es momento de pensar otras soluciones de emergencia. ¿Se te había ocurrido el horno? Enhorabuena.

Coloca dos bandejas a distintas alturas, una para el pantalón y otra para la camiseta, y comprueba el material del tejido, no sea que encoja. Ojo: procura que el cordón del pantalón no cuelgue porque como se pegue a la parte de abajo, al final vas a tener que recurrir al cuchillo, que con el Forza no sale.

Colócalo así:

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5º- Cierras la puerta del horno, y lo pones 15 minutos a 220ºC, como las pizzas. No se te ocurra poner el grill, que la camiseta no tiene que quedar crunchy porque luego rasca y se te irritan los pezones.

6º- Acércate de vez en cuando a ver cómo va la cosa: si eso evapora correctamente, si combustiona, etc.

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Parece que la cosa va bien, ¿no? Pues hala, a esperar.

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7º- Tómate una Voll Damm o fúmate un pitillo, lo que te de más rabia o placer. Yo me voy a por una cerveza.

8º- Prepárate para sacarlo del horno. Acuérdate de aquella vez que te quemaste sacando el cordero de Navidad y acabaste tirándolo al suelo. Coge unas manoplas como estas y adelante con las bandejas:

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9º- Coge la ropa con unas pinzas y menéala al viento. Deja que se enfríe un poco antes de ponértela encima, no te vayas a serigrafiar la piel con el escudo del equipo.

10º- Ya está. Friega la bandeja, coloca todo de nuevo dentro del horno y no le digas nada de esto a mamá.

Wednesday, May 24

Pre Salvador

Desde hace un par de semanas vengo trabajando esporádicamente sobre un viaje que tengo que hacer a El Salvador, pero entre que estoy hasta arriba con el trabajo habitual y no saco tiempo de mirar nada, y que soy pachorro por naturaleza, no tengo ni idea de nada de lo que puede ser ese viaje.

Para empezar creo que salgo el sábado a las 12 de la mañana, pero aún no tengo los billetes. Sé que voy por Guatemala y vuelvo por Miami, pero poco más. Tampoco tengo hotel reservado y no sé dónde buscarlo, aunque para eso moveré mañana a la agencia de viajes para que trate de colocarme con el resto de la expedición española.

Creo que vuelvo el viernes. Bueno, en realidad salgo el viernes a las 9 de la mañana pero llego aquí el sábado, y es bastante probable que baje del avión sonado como los astronautas después de 3 meses en el espacio y aproveche para agarrarme a alguna azafata con la excusa.

No sé qué ropa llevarme, puesto que acabo de ver que habrá clima tropical con unos 25 a 28 grados y con lluvias, muchas lluvias, que es la época, y como eso en España apenas combina una semana al año, mi armario no está preparado.

Ahora mismo tengo colgadas en mi habitación 8 camisas esperando que se estiren lo suficiente para no tener que plancharlas, y en cuanto termine con esto voy a ver si encuentro las parejas de los calcetines, desechando previamente los que tengan tomate, que a El Salvador voy de domingo.

Al ser este mi primer viaje trans oceánico (soy tan novato que ni siquiera sé si se escribe junto o separado), no sé cómo hacer para llevar los vuelos sin acabar como el de Aterriza como Puedas. Dwalks me ha recomendando la almohada Samsonite y tomar drogas, pero no sé cómo tomármelas. Las recomendaciones digo.

Espero volver sano y salvo, pero en caso contrario ya he dejado instrucciones a Dwalks para que ponga un digno epitafio en este vuestro blog. Un "La verdad sobre Would", "Top ten anécdotas" o algo asín. Snif, se me saltan las lágrimas.

PD: Espero vuestros consejos mientras me preparo también para la fiesta "The Warriors" que hay mañana en casa de Milio. Ya os contaré.

il messagero

Desde mediados de la semana pasada me he quedado sin padres porque se han ido a comer cangrejos, centollos, navajas y demás bichos con cáscara a Galicia. Para aquellos que se preocupen les diré que no hay por qué, que les está haciendo muy bueno y ninguno padece de gota.

Ante la soledad del hogar opté por dármelas de independiente, no exactamente de chico Sundance, vamos a ver, sino algo más "me cojo la ropa y me voy a dormir a casa de mi novia la independiente". Claro que visto así lo mío es una mierda de independencia.

En fin, el caso es que porque Berlín vive a 10 minutos andando de mi oficina, y también por lo otro, he estado un par de días durmiendo en su casa. Hasta hoy, que se va de viaje y me he vuelto porque no me apetece quedarme allí solo, que el edificio aún está en obras y todos los días recogemos con mucho asco un par de cadáveres de cucarachas.

Esta mañana me he levantado como un señor feliz a eso de las 8 y cuarto, me he duchado, afeitado, he desayunado sentado un zumo con tostadas y un café, y llegado a la oficina a las 9. Un lujo.

Al llegar allí me dicen que mi director y mi jefe se han ido corriendo a una reunión que tenían en Atocha y que se han dejado una documentación importantísima y que solo alguien de confianza podía llevarles. Así que¡Tatachán! me he envuelto en mi capa y me he subido a un taxi.

En el destino me han cacheado a la entrada y a la salida, y por poco no me dejan abandonar el edifico, que he tenido que subir otra vez cuatro plantas andando porque a alguien se le había olvidado sellarme un puto papel.

Una vez en la calle y aprovechando el día tan bueno que hacía he vuelto desde Atocha a Colón dando un paseo entre las esculturas de Robert Indiana (nombre que no puedo leer sin acordarme de los Hombres G), y también entre orientales con cámaras, mendigos de tabaco y de monedas, y libreros de oportunidades.

Al final del paseo había aprendido dos lecciones muy importantes:

- Una, que mi trabajo vale una mierda porque soy yo y no un mensajero quien tiene que hacer esos recados; y

- Dos, que a los treinta años o me estoy volviendo alérgico o un ciego, mocoso y de cara hinchada, que me ha dado un yuyu verme en el espejo del ascensor que casi me agarro una baja por depresión.

Thursday, May 18

La contracrónica

Un 17 de mayo compro una entrada para el concierto de Arctic Monkeys a 30 €. Incialmente valían 19,80 €, pero se pusieron por las nubes seguramente por culpa de Gallardón. Ese mismo día observo con estupor que se revenden a 50 €. Ayer fue el evento.

Entrada Arctic Monkeys (negativo)


INTRODUCCIÓN

Las puertas abrían a las 20:00 y a las 19:00 aún estaba en la oficina ganando puntos para empleado subnormal del mes porque yo lo valgo y porque me encanta ver mi foto en recepción. Como no era plan de ir al concierto disfrazado del cantante de los ACDC me fui a cambiar a casa sin tener ni idea de cómo llegaría hasta La Riviera.

Paralelamente, la Mujer Tirita circulaba algo desorientada entre vallas blanquiazules, rojiblancas y amarillolivianas. Vamos, que iba por la M30 hasta que me la encontré y me subí a su coche para guiarla.

Yo, que soy mucho de estadio de fútbol, me había preparado un bocadito y había cogido una cerveza para el descanso, pero fue subir al coche, oír "¿Es para mí? ¡Qué detalle!", y quedárseme cara de tonto y sin merienda.

NUDO

Al entrar yo pregunto dónde se les podrá ver tranquilamente y sin agobios. La mujer Tirita pregunta dónde está la máquina de tabaco y a cuánto son las cervezas.

Se reúne mucha chiquillería, mucho niño pijo (mal), mucha niña pija (bien), y mucho acné así en general.

Los teloneros no estuvieron ni bien ni mal porque directamente no estuvieron, y así, sin aperitivo ni nada, saltaron las estrellas al escenario, aquello se llenó de humo, y los focos empezaron a moverse.

Que yo viese había 4 chavales. De izquierda a derecha estaban el bajo (o Cartman tocando banjo), el batería (un tipo con una gorra amarilla que le desapareció a mitad del concierto), el cantante y guitarrista (muy bien y muy majo todo el tiempo), y otro que también tocaba la guitarra pero que me cogía en la diagonal larga y no veía del todo bien. También vi a otros dos chavales que a los 30 segundos de empezar la primera canción, salieron corriendo desde el fondo del escenario y se tiraron sobre la gente de las primeras filas. Siempre he querido ver cómo la gente hace de Aguas del Mar Muerto y hay piñazo contra el suelo, pero tendré que esperar.

Mucha energía en todos menos en Cartman, que en una canción pareció darle un ataque de asma con el humo y a punto estuvo de morir ahogado. Esto lo sé yo porque sí, porque el tío tuvo la misma cara durante todo el concierto y se movió menos que el bafle que tenía a su izquierda.

Salté, grité, pisé a la gente, me fumé un porro pasivo, absorbí un mini de cerveza por la espalda y sudé como un pollo.

Esta gente es muy buena en sus canciones estrella, que afortunadamente son un buen puñado, pero pierden un poco en las lentas. Sí, son buenos, lo son, y aunque no lo fueran no lo diría por los 30 euros que me gasté en la entrada y porque estoy harto de oír que si hype, que si niños muertos. Hoy molan, ¿y mañana? ME LA PELA MAÑANA.

DESENLACE

Al salir recuperamos líquido tomando otra cerveza, esta vez por la vía habitual, mientras comentábamos el concierto. Volvimos a casa, esta vez por la vía alternativa y en este caso sí tengo la certeza de que la culpa fue de Gallardón, porque sólo por su culpa puede explicarse que para hacer un cambio de sentido en el puente de Segovia pasásemos por delante del zoo, del Parque de Atracciones, de las putas y de un señor con sueño que vivía en Batán.

Llegué a casa, encendí el ordenador y busqué "Arctic Monkeys Madrid". Ayer no, pero hoy ya hay un vídeo grabado casi desde donde estábamos nosotros.

Acabé la noche en la página de Iván y con una sonrisa.

Tuesday, May 9

Schwester

Schnee

Este fin de semana se casa mi hermana, la mayor y la única que tengo. La que vive en Alemania desde hace más de once años y la que cada vez que viene de visita quiere que le tenga una lista- barra- CD con "la música que se escucha aquí".

Mi hermana tiene una amiga mexicana que se llama Angi, y Angi es una chica mexicana de piel morena, pelo rizado, ojos enormes y alegría extremadamente contagiosa.

Angi, además de todo eso le ha querido preparar una sorpresa a mi hermana, una página web con fotos de su vida, historias y saludos de su gente, y para ello me ha pedido ayuda. Después de mandarle unas fotos me pidió que escribiese alguna anécdota, así que aprovecharé para hacer ejercicio de memoria:

"Mis hermanos tendrían unos 8 años, uno menos que mi hermana y dos más que yo, cuando al igual que en años anteriores habíamos ido a Benidorm a pasar unas semanas con los abuelos. Entonces lo que más me gustaba era ir a la bolera a jugar a las máquinas, sobre todo a esa de caballos que era una tragaperras para menores de 16 años, jugar al futbolín, al minigolf y hacer travesuras en la playa.

Sin embargo a mis padres y abuelos les gustaba más ir a cenar arroz a un restaurante de Calpe, uno que está en el paseo marítimo cerca del peñón, y era allí donde íbamos todos de vez en cuando.

Recuerdo que por aquel entonces la playa de Calpe era de piedras, unas piedras brillantes y bien pulidas por la erosión de las olas, y recuerdo una noche en la que la sobremesa se nos hizo pesada a los cuatro hermanos y nos fuimos a jugar a la playa.

De noche no encontramos otra cosa que hacer que tirar piedras al mar, que es como tirar un balón al aire, que antes o después acabará volviendo a su sitio porque las cosas son así por mucho que uno se empeñe.

Allí estábamos los cuatro, con nuestros bañadores todavía húmedos por el último baño y nuestras camisetas de colores claros, tirando piedras de abajo a arriba como hacían nuestros padres en el pueblo, de arriba a abajo como aprendimos a hacer nosotros en la sierra, y de derecha a izquierda los diestros, o de izquierda a derecha la zurda, para tratar de que las piedras saltasen sobre el mar.

Por turnos, de uno en uno, de dos en dos, todos a la vez. A ver quién llegaba más lejos, a ver quién la tiraba más alta, a ver quién la hacía saltar más veces.

Así le llegó el turno a mi hermana, se adelantó dejándonos tres pasos atrás, se agachó, agarró una piedra ni muy ligera ni muy pesada, ni muy redonda ni muy aristada, y levantó la mirada. Recogió su brazo izquierdo hacia atrás, miró desafiante al mar y ¡Fiuuuuuu, allá va! Lejos, lejos, lejos... No la ve caer, no oye el chof en el agua. Se da la vuelta y nos encuentra a dos con los ojos como platos y la boca abierta, y al tercero con una mano en la cabeza por la que escurría un hilillo de sangre y sin comprender cómo había sido posible que mi hermana lanzase la piedra hacia atrás cuando pretendía justo lo contrario.

Afortunadamente mi hermana se ha vuelto mucho más hábil, y yo diría que también guapa y lista, pero hay algo que desde entonces no puede hacer sin que sus hermanos sintamos rubor y miedo a partes iguales, y es coger algo para lanzarlo.

No sé qué intenciones tiene para el ramo en su boda, pero yo le voy a aconsejar que por si acaso lo mejor será que lo entregue en mano.

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Tuesday, May 2

Last album, last show

Ah sí, iba a contar algo del concierto de los Stars del que os hablé el viernes pasado. Es que me distraigo pinchando una y mil veces el vídeo de los Arctic Monkeys que Iván colgó en su página. Por cierto, ¿cómo lleváis lo de las entradas?

En fin, los Stars son un grupo canadiense que hace música pop, y que blablabla...

Yo que soy alguien que disfruta yendo al cine sólo tanto sólo como en compañía, había decidido comprar la entrada, una, después de haber escuchado el disco un par de veces y haber seguido la recomendación de Wendy Tirita. Y con esas, me planté el viernes en la cola del Moby Dick detrás de un grupo de chicas que estuvieron amenizando mi espera hasta que una pareja más que maja decidió acudir al rescate. Al mío, no al de las chicas, que conste. ¡Si estáis ahí, muchas gracias por juntarme, de verdad, a vosotros y al chófer de los Stars! La siguiente canción se la dedico a su madre.

Canté, bailé y no dejé de mirar a la que tocaba el violín, que tenía bastante más de la belleza china Vanessa Mae que del arte de Aamir Khan, el barbudo del "Violinista en el Tejado". En general disfruté como un enano, y a ello contribuyó que consiguiésemos un hueco detrás de la barra donde nadie nos estorbaba.

A punto estuvo la cosa de la decepción porque dejaron para el final, justo antes de los bises, la canción que más me gusta. Allí estaba yo, mordiéndome las uñas rezando para que no se les fuese a ocurrir irse sin tocarla, y más aún después de que se hubiesen despedido anunciando que aquél era el último show de su último álbum porque, como Enrique y Ana, habían decido seguir caminos distintos.

Terminó el concierto, llamé a Dwalks para ver si hacíamos plan juntos y resultó que él tenía uno que ni Rommel, y en el que yo ya no cabía, así que marché para casa a dormir, que en poco iba a dejar de ser persona.

Al día siguiente tuve la primera boda de la temporada, pero de eso espero hacer otro comentario otro día.