Nadie duda de que la seguridad informática es fundamental. Antispam, antivirus, antiespías, anti... Me recuerdan a los actores españoles.
Todos son programas que funcionan para que trabajemos tranquilos y no nos pase como a mi hermano el ciclista, al que hace un mes le robaron la cuenta de correo, la de eBay, y a punto estuvieron de robarle las ruedas de la bici y la Ñ del teclado.
Sin embargo, superado un límite, la seguridad se convierte más en una molestia que en una ayuda, como cuando para arrancar el ordenador o volver a la actividad después de que salte el salvapantallas se tiene que meter una clave de 14 letras. Que uno está acostumbrado a poner su nombre "w-o-u-l-d", y si no es suficiente porque no se es el primogénito de los duques de Lugo, a poner detrás el de la novia "b-e-r-l-i-n". Con esto la mayoría de los sistemas se dan por satisfechos, pero ¿14? ¿De dónde se saca uno una contraseña con 14 letras?
También es habitual que en aras de la seguridad las empresas tengan capada la instalación de programas fuera del control del departamento de informática, ese reducto de outsiders con licencia para trabajar en vaqueros y sin afeitar. Así se evita que la gente se descargue programas piratas, o que se instalen los SIMS en la oficina.
Por lo tanto, si uno necesita un visualizador para un determinado tipo de archivos, primero debe pedir permiso y luego es el informático quien se lo instala. Y si uno es poco previsor podrá reproducir íntegremente esta coversación, pero que sepa que no es el primero:
- Hola, soy Luis de informática. Vengo a instalarte el visualizador.
- Todo tuyo.
- Ciérrame todas las ventanas, que tengo que reiniciar el equipo.
[...]
- Ya está. ¿Te quieres sentar y vuelvo cuando termines?
- Vale, pero antes de irte déjame escrita aquí tu clave.
[...] ¿¿??
- Je
- ¿Qué pasa?
- Mpfff, nada. (Escribo la clave).
- ¿Esto qué es?
- La clave.
- ¿La clave?
- Sí. "MECAGOENLAPUTA" todo junto y con mayúsculas, ¿qué pasa?
Monday, July 24
Tuesday, July 18
Mojitos, jacuzzi, apagón
Desde el lunes tenemos el aire acondicionado de la oficina estropeado, aún así, a pesar de tener la camisa empapada, el cerebro reblandecido y una extraña memoria selectiva, trataré de hacer un resumen de este fin de semana, que ha sido algo distinto a los demás.
Viernes
Berlín había quedado para salir a cenar con unas amigas del trabajo, y yo, no hace falta decir que triste como un niño al que no dejan ver la tele, tuve que quedar con mis tres amigos cuyas novias viven en Rusia, Suecia y Mallorca.
Alguno mencionó algo de que la misión era subir nuestro ego, pero al ir a vestirme me di cuenta de que de repente he dejado de tener ropa chula para conseguirlo. Todo es viejo o no me parece propio para una noche como esa. Además, después de estar 7 meses jugando 4 partidos de fútbol a la semana y sin ir al gimnasio, las camisas me quedan anchas y los pantalones estrechos. Mi morfología mutante es un hecho.
Empezamos tomando unos mojitos horrorosos enfrente del Templo de Debod, y acabé en un taxi a las 4 y media de la mañana hablando de lo mal que está la vivienda en Madrid, y, cómo no, de Gallardón.
Esto último me preocupa, porque que este hombre acapare también mis momentos de inconsciencia es algo que debo hacerme mirar.
Sábado
Abandonado como un abuelillo en una gasolinera por una Berlín que también tenía planes para el sábado, tuve que volver a sacarme las castañas.
Por la mañana fui a comer a las cuevas del Molar junto a los mismos del día anterior más un matrimonio de amigos, un clásico para todos nosotros.
Comentamos las jugadas del viernes y discutimos una vez más, van mil millones, quién de nosotros está más desequilibrado. Pero no desequilibrado en el sentido gracioso, sino desequilibrado en el sentido de peligroso. Yo me llevé 3 votos de 5 por un supuesto lado oscuro que les mantengo oculto. Iki, si estás ahí, yo sé que tú tienes fe en mí.
Por la noche tenía celebración del cumpleaños de otro amigo en una casa que un familiar suyo tiene en una famosa urbanización del Norte de Madrid. La invitación anunciaba un asadito argentino con mucho gintonic, y advertía: "Hay piscina", así que dejé la resaca del viernes en casa y cogí un bañador, un pantalón y una camisa de repuesto, que nunca se sabe si vas a tener tiempo de cambiarte antes de que te tiren al agua.
A las dos de la mañana cayó el primero, copa de whisky en mano y móvil y cartera en los bolsillos. Acto inmediato nos tiramos los demás a ahogarle, que para eso somos muy graciosos.
En un momento de la noche tuve que entrar a la casa a buscar un baño. Era una casa grande, y cuando por fin iba camino de uno que había junto a la entrada de la casa, se abrió la puerta principal y entró el dueño. Me quedé paralizado frente a él, de puntillas para no mojar, y con la colita cogida entre las manos para no mearme.
"Buenas noches" dije. "Buenas noches". "Bonita casa. ¿Sabe dónde hay un baño?"
A la vuelta de tamaño ridículo, vi que uno de mis amigos había descubierto un jacuzzi de unos 5x2 metros en el salón y que se había metido dentro. Y no recuerdo muy bien cómo, pero 5 hombres desnudos acabamos luchando dentro de él, tirándonos copas heladas encima, haciéndonos aguadillas (¿ahogadillas?), y dándonos golpes mientras dos mujeres tan divertidas como aterrorizadas trataban de darse su baño de burbujas.
De este día me preocupó que a pesar de estar todos en la treintena, conservemos aún la tendencia de acabar a mamporros como si tuviésemos 12. Por otra parte, no me importaría repetir mañana mismo.
Domingo
Me acosté a las 7 y media y me levanté a las dos con un ligero dolor de cabeza. Comí la porra y media que apareció en la cocina y que debí comprar de camino a casa, y por la tarde salí, esta vez sí, con Berlín, a quien me costó un poco explicarle que los arañazos de la espalda me los habían hecho unos colegas en plena lucha griega dentro de un jacuzzi.
Fuimos a cenar a un restaurante que hay en Quevedo y en mitad de la cena se fueron las luces de toda la glorieta.
Cuando hay un apagón, a mí lo que me pide el cuerpo es ponerme a cantar el “cumpleaños feliz”, he de decir que la mayoría de las veces con bastante éxito de crítica y público. Qué le voy a hacer, a otros les da por tocar culos, ¿no? Ah, que no… Bueno yo qué sé.
Sin embargo, en esta ocasión aproveché para tener un momento romántico a la luz de las luminarias de emergencia, que no dejan de tener su encanto. Se de uno que lo apreciará.
Del domingo, una vez que descubrí el origen de los moratones y los arañazos, no me preocupó nada.
Viernes
Berlín había quedado para salir a cenar con unas amigas del trabajo, y yo, no hace falta decir que triste como un niño al que no dejan ver la tele, tuve que quedar con mis tres amigos cuyas novias viven en Rusia, Suecia y Mallorca.
Alguno mencionó algo de que la misión era subir nuestro ego, pero al ir a vestirme me di cuenta de que de repente he dejado de tener ropa chula para conseguirlo. Todo es viejo o no me parece propio para una noche como esa. Además, después de estar 7 meses jugando 4 partidos de fútbol a la semana y sin ir al gimnasio, las camisas me quedan anchas y los pantalones estrechos. Mi morfología mutante es un hecho.
Empezamos tomando unos mojitos horrorosos enfrente del Templo de Debod, y acabé en un taxi a las 4 y media de la mañana hablando de lo mal que está la vivienda en Madrid, y, cómo no, de Gallardón.
Esto último me preocupa, porque que este hombre acapare también mis momentos de inconsciencia es algo que debo hacerme mirar.
Sábado
Abandonado como un abuelillo en una gasolinera por una Berlín que también tenía planes para el sábado, tuve que volver a sacarme las castañas.
Por la mañana fui a comer a las cuevas del Molar junto a los mismos del día anterior más un matrimonio de amigos, un clásico para todos nosotros.
Comentamos las jugadas del viernes y discutimos una vez más, van mil millones, quién de nosotros está más desequilibrado. Pero no desequilibrado en el sentido gracioso, sino desequilibrado en el sentido de peligroso. Yo me llevé 3 votos de 5 por un supuesto lado oscuro que les mantengo oculto. Iki, si estás ahí, yo sé que tú tienes fe en mí.
Por la noche tenía celebración del cumpleaños de otro amigo en una casa que un familiar suyo tiene en una famosa urbanización del Norte de Madrid. La invitación anunciaba un asadito argentino con mucho gintonic, y advertía: "Hay piscina", así que dejé la resaca del viernes en casa y cogí un bañador, un pantalón y una camisa de repuesto, que nunca se sabe si vas a tener tiempo de cambiarte antes de que te tiren al agua.
A las dos de la mañana cayó el primero, copa de whisky en mano y móvil y cartera en los bolsillos. Acto inmediato nos tiramos los demás a ahogarle, que para eso somos muy graciosos.
En un momento de la noche tuve que entrar a la casa a buscar un baño. Era una casa grande, y cuando por fin iba camino de uno que había junto a la entrada de la casa, se abrió la puerta principal y entró el dueño. Me quedé paralizado frente a él, de puntillas para no mojar, y con la colita cogida entre las manos para no mearme.
"Buenas noches" dije. "Buenas noches". "Bonita casa. ¿Sabe dónde hay un baño?"
A la vuelta de tamaño ridículo, vi que uno de mis amigos había descubierto un jacuzzi de unos 5x2 metros en el salón y que se había metido dentro. Y no recuerdo muy bien cómo, pero 5 hombres desnudos acabamos luchando dentro de él, tirándonos copas heladas encima, haciéndonos aguadillas (¿ahogadillas?), y dándonos golpes mientras dos mujeres tan divertidas como aterrorizadas trataban de darse su baño de burbujas.
De este día me preocupó que a pesar de estar todos en la treintena, conservemos aún la tendencia de acabar a mamporros como si tuviésemos 12. Por otra parte, no me importaría repetir mañana mismo.
Domingo
Me acosté a las 7 y media y me levanté a las dos con un ligero dolor de cabeza. Comí la porra y media que apareció en la cocina y que debí comprar de camino a casa, y por la tarde salí, esta vez sí, con Berlín, a quien me costó un poco explicarle que los arañazos de la espalda me los habían hecho unos colegas en plena lucha griega dentro de un jacuzzi.
Fuimos a cenar a un restaurante que hay en Quevedo y en mitad de la cena se fueron las luces de toda la glorieta.
Cuando hay un apagón, a mí lo que me pide el cuerpo es ponerme a cantar el “cumpleaños feliz”, he de decir que la mayoría de las veces con bastante éxito de crítica y público. Qué le voy a hacer, a otros les da por tocar culos, ¿no? Ah, que no… Bueno yo qué sé.
Sin embargo, en esta ocasión aproveché para tener un momento romántico a la luz de las luminarias de emergencia, que no dejan de tener su encanto. Se de uno que lo apreciará.
Del domingo, una vez que descubrí el origen de los moratones y los arañazos, no me preocupó nada.
Thursday, July 13
Purtugal y el fútebol
Resulta que iba a escribir un post sobre lo bonito que es Lisboa, lo esplendorosos que son sus alrededores y el recuerdo tan maravillosísimo que traigo de allí, y me ha dado un perezón de aquellos que no he podido controlar, así que os dejo con unas fotos de lo mejor que tenéis para ver en la ciudad vecina.
Digo yo que encontraré fuerzas para hacer un post de verdad en el que os hablaré de en qué siglo levantaron el Castillo de San Jorge y por qué la bandera de portugal el roja y verde. También con fotos de postales, con atardeceres súper bonitos, y súper naranjas para que os enamoréis los unos de los otros. Pero de momento, aquí el álbum de fotos 1:
- Para empezar, un clásico: La Torre de Belem o Belén, o lo que sea. El caso es que allí estaban los pastores y las pastoras con sus bikinis. No hagáis zoom, que tienen menos de 14 y es delito. Estaban esperando que comenzase no sé qué concierto. Estuve a punto de animarme a esperar, pero llegaron unos bongueros y un trompetero australiano de esos que hacen oooOOOoouuoooooooOOOuUUuuuoooooooooooo y nos fuimos enseguida.
- Dicen que en el Monasterio de los Jerónimos vaga una niña rubia que se coló allí a través del televisor mientras los monjes veían a Angela Chaning decir eso de "Se ha muerto sin publicidad, no como otras". Yo la vi, y allí sigue la enana esperando que os acerquéis a decirle que se aleje un poquito de la luz, que con lo blancucha que es y el sol que pega, se va a agarrar un melanoma de escocés.
- Y esta es de cuando les marcaron el gol que les dejaba fuera del mundial. También podéis ver que es falso que las portuguesas no se depilen, que parece mentira que tenga que irme hasta allí para seguir derribando mitos.
- Y para terminar, un guiño a mi Dwalks, que yo también le he echado un poquito de menos. ¡Qué abrazotes y qué palmotadas nos hemos dado hoy!
Digo yo que encontraré fuerzas para hacer un post de verdad en el que os hablaré de en qué siglo levantaron el Castillo de San Jorge y por qué la bandera de portugal el roja y verde. También con fotos de postales, con atardeceres súper bonitos, y súper naranjas para que os enamoréis los unos de los otros. Pero de momento, aquí el álbum de fotos 1:
- Para empezar, un clásico: La Torre de Belem o Belén, o lo que sea. El caso es que allí estaban los pastores y las pastoras con sus bikinis. No hagáis zoom, que tienen menos de 14 y es delito. Estaban esperando que comenzase no sé qué concierto. Estuve a punto de animarme a esperar, pero llegaron unos bongueros y un trompetero australiano de esos que hacen oooOOOoouuoooooooOOOuUUuuuoooooooooooo y nos fuimos enseguida.
- Dicen que en el Monasterio de los Jerónimos vaga una niña rubia que se coló allí a través del televisor mientras los monjes veían a Angela Chaning decir eso de "Se ha muerto sin publicidad, no como otras". Yo la vi, y allí sigue la enana esperando que os acerquéis a decirle que se aleje un poquito de la luz, que con lo blancucha que es y el sol que pega, se va a agarrar un melanoma de escocés.
Y por fin un poquito de fútbol, que ha pasado el mundial sin que de el coñazo y eso no puede ser.
Berlín y yo llegamos a Lisboa el día que se jugaba el partido de Portugal contra Francia. Me la llevé a un bar con ambiente y estas son las instantáneas que conseguí:
- "A por ellos oé". Me encanta ser original con los títulos de las fotos. Particularmente, esta la tomé antes del partido. Son muy futboleros los portugueses, aunque un poco sosones, eso sí. ¿Dónde está la brasileña con las tetas al aire que sale siempre en este tipo de eventos?
- Esta foto apareció en la cámara y aún no me explico cómo. Juro que yo no disparé en el descanso mientras dos chicas cualesquiera comentaban la carrera de Cristiano Ronaldo por la banda. Creo que es una en la que quería sacar la puerta de los baños, o quizás la hizo Berlín, que sabe que a mis amigos estas cosas les hacen tilín.Berlín y yo llegamos a Lisboa el día que se jugaba el partido de Portugal contra Francia. Me la llevé a un bar con ambiente y estas son las instantáneas que conseguí:
- "A por ellos oé". Me encanta ser original con los títulos de las fotos. Particularmente, esta la tomé antes del partido. Son muy futboleros los portugueses, aunque un poco sosones, eso sí. ¿Dónde está la brasileña con las tetas al aire que sale siempre en este tipo de eventos?
- Y esta es de cuando les marcaron el gol que les dejaba fuera del mundial. También podéis ver que es falso que las portuguesas no se depilen, que parece mentira que tenga que irme hasta allí para seguir derribando mitos.
- Al día siguiente me levanté con mono de fútbol y me fui a la plaza Rossio a echar unos regates. Allí me encontré con la Cow Parade, que me gustó mucho, sobre todo porque no cortaba el tráfico.
Aquí estoy yo enseñando el balón un segundo antes de poner en práctica ese regate que me ha hecho famoso en el mundo entero. Mirad al chaval de la gorra cómo se fija para aprender.
Aquí estoy yo enseñando el balón un segundo antes de poner en práctica ese regate que me ha hecho famoso en el mundo entero. Mirad al chaval de la gorra cómo se fija para aprender.
Y se acabó el fútbol, que Berlín se cansó un poquito y tuve que dejarlo antes de que me rajase la pelota como hacía el jardinero de mi urbanización de la sierra cada vez que me agarraba el balón después de que le pisase el césped. ¡Qué ojeriza le tengo!
- Esta es Berlín. Le regalé este bolso comprado en un viaje que hice a no sé dónde. ¿La razón? Porque estoy fatal de la memoria y a veces olvido su nombre, pero ella no lo sabe, así que por favor, sed discretos.
- Aquí dos madrileños demostrando que el chotis se puede bailar en una baldosa o en 64, que el caso es tener gracia y una gorra a cuadros él, y un clavel en lo alto de la cabeza ella.- Esta es Berlín. Le regalé este bolso comprado en un viaje que hice a no sé dónde. ¿La razón? Porque estoy fatal de la memoria y a veces olvido su nombre, pero ella no lo sabe, así que por favor, sed discretos.
- Y para terminar, un guiño a mi Dwalks, que yo también le he echado un poquito de menos. ¡Qué abrazotes y qué palmotadas nos hemos dado hoy!
Sunday, July 2
Repaso findesemanal
Esta semana, el fin ha empezado el jueves, en la cena de despedida de la compañera de trabajo.
Debido al problema que tengo para medir los tiempos y que me hace sufrir taquicardias cada vez que he de coger un avión, tuve que buscar un taxi y sudar mucho para llegar solo 20 minutos tarde al restaurante de Malasaña que habíamos elegido. Durante la cena hubo comida rica y entrega de regalos varios. A falta de apuntarme el tanto que sumó Dwalks en el momento de las copas cuando la homenajeada le pidió que se quedase y le palpó el vientre supongo que detectando el lorcismo que padece mi ex-amigo, me apunto el de haberla emocionado con un texto de despedida que me encargaron escribirle. ¡Qué tierno ver esas lagrimillas en sus ojos, Dwalks, tú no lo entiendes porque eres un cacho carne!
En el restaurante nos sentamos pegados a un ventanal muy grande que da a Malasaña. En el momento de los regalos me hice con una cámara que había por allí y me lié a hacer fotos. No sé en qué momento una compañera se me acercó a comentarme algo y se sentó a mi lado. Es una buena amiga, pero tuve mi momento de pánico cuando recibí en el móvil un mensaje que decía: "Quién es esa q está a tu lado? Tú tan guapo d rojo! No podías sentarte entre dos tíos? Estoy en casa" - Berlín. Fue un momento Gran Hermano, la verdad, pero tiene su explicación, que no es otra que Berlín había ido al teatro en Iglesia y de vuelta pasó, sin saber que yo estaba allí, por delante del restaurante, que está de camino y a menos de un minuto de su casa.
Después de la cena fuimos a tomar unas copas, nos echamos unas risas, bailamos lo justo y a dormir a las cuatro. Berlín ni se inmutó cuando llegué, y creo que fue buena señal.
El viernes fue un día de sueño en el que prorrogué la incapacidad de dormir siesta que vengo sufriendo este año. Para cuando fui al 8 y Medio a ver el concierto de La Casa Azul llevaba las ojeras a la altura de las muelas, una aspirina en la sangre para combatir un incipiente dolor de cabeza, y un grano en la punta de la nariz que me daba un aire a Fofito bastante cómico.
Llegamos pronto por si había cola y poder ponernos cerca del escenario. Al final nos dividimos en dos grupos: los que nos decidimos por sudar y los que se decidieron por sudar pero menos. ¡Qué calora que hacía rediós!
Paparapá paparapá, la camiseta empapada. Paparapá paparapá, sin voz para poder hacer un falsete el resto de la noche. Paparapá paparapá, quiero que me des un chicle Cosmos.
Al salir de allí fuimos al Nasti, ese lugar, y de allí a dar una vuelta por Chueca, a ver el ambiente, que dicen que Chueca es un barrio de ambiente y sí que lo es, lo que pasa es que en fiestas es un agobio porque no puedes ni moverte.
Mientras los demás se iban al Sol a eso de las 3, yo me retiré de nuevo a casa de Berlín, que esta vez sí me hizo algo más de caso al llegar. Buena señal también.
El sábado nos levantamos tarde y poco hicimos antes de ir a mi casa a comernos un menú Whopper que me salió en su punto. Por la noche quedamos con unos amigos para ir a cenar una fondue de carne con unas ensaladas. También llegamos tarde porque por el desfile del Orgullo tenían cortados tramos de Princesa, de la Cuesta de San Vicente, y de medio Madrid, que no se enteraba uno hasta que se encontraba con la valla amarilla delante y el policía haciendo aspavientos. Buena organización Gallardón, sigues ganando puntos.
Después de aparcar, al salir del coche, empezaron a darme unos mareos bastante sospechosos, y ante el temor de desmayo, entré a una farmacia a tomarme la tensión: 50-141 y 43 pulsaciones, aparentemente todo normal, pero aún hoy sigo con la cabeza que me da vueltas. Creo que la estoy perdiendo. Sospecho que puede ser del calor o de una bajada de tensión de esas que me dan cuando me acerco a la playa. El caso es que estoy todo el día medio sonado, como si Tyson me hubiese enganchado un directo y estuviese tambaleándome para caer a la lona.
Eso sí, del grano de la nariz no queda ni rastro.
Debido al problema que tengo para medir los tiempos y que me hace sufrir taquicardias cada vez que he de coger un avión, tuve que buscar un taxi y sudar mucho para llegar solo 20 minutos tarde al restaurante de Malasaña que habíamos elegido. Durante la cena hubo comida rica y entrega de regalos varios. A falta de apuntarme el tanto que sumó Dwalks en el momento de las copas cuando la homenajeada le pidió que se quedase y le palpó el vientre supongo que detectando el lorcismo que padece mi ex-amigo, me apunto el de haberla emocionado con un texto de despedida que me encargaron escribirle. ¡Qué tierno ver esas lagrimillas en sus ojos, Dwalks, tú no lo entiendes porque eres un cacho carne!
En el restaurante nos sentamos pegados a un ventanal muy grande que da a Malasaña. En el momento de los regalos me hice con una cámara que había por allí y me lié a hacer fotos. No sé en qué momento una compañera se me acercó a comentarme algo y se sentó a mi lado. Es una buena amiga, pero tuve mi momento de pánico cuando recibí en el móvil un mensaje que decía: "Quién es esa q está a tu lado? Tú tan guapo d rojo! No podías sentarte entre dos tíos? Estoy en casa" - Berlín. Fue un momento Gran Hermano, la verdad, pero tiene su explicación, que no es otra que Berlín había ido al teatro en Iglesia y de vuelta pasó, sin saber que yo estaba allí, por delante del restaurante, que está de camino y a menos de un minuto de su casa.
Después de la cena fuimos a tomar unas copas, nos echamos unas risas, bailamos lo justo y a dormir a las cuatro. Berlín ni se inmutó cuando llegué, y creo que fue buena señal.
El viernes fue un día de sueño en el que prorrogué la incapacidad de dormir siesta que vengo sufriendo este año. Para cuando fui al 8 y Medio a ver el concierto de La Casa Azul llevaba las ojeras a la altura de las muelas, una aspirina en la sangre para combatir un incipiente dolor de cabeza, y un grano en la punta de la nariz que me daba un aire a Fofito bastante cómico.
Llegamos pronto por si había cola y poder ponernos cerca del escenario. Al final nos dividimos en dos grupos: los que nos decidimos por sudar y los que se decidieron por sudar pero menos. ¡Qué calora que hacía rediós!
Paparapá paparapá, la camiseta empapada. Paparapá paparapá, sin voz para poder hacer un falsete el resto de la noche. Paparapá paparapá, quiero que me des un chicle Cosmos.
Al salir de allí fuimos al Nasti, ese lugar, y de allí a dar una vuelta por Chueca, a ver el ambiente, que dicen que Chueca es un barrio de ambiente y sí que lo es, lo que pasa es que en fiestas es un agobio porque no puedes ni moverte.
Mientras los demás se iban al Sol a eso de las 3, yo me retiré de nuevo a casa de Berlín, que esta vez sí me hizo algo más de caso al llegar. Buena señal también.
El sábado nos levantamos tarde y poco hicimos antes de ir a mi casa a comernos un menú Whopper que me salió en su punto. Por la noche quedamos con unos amigos para ir a cenar una fondue de carne con unas ensaladas. También llegamos tarde porque por el desfile del Orgullo tenían cortados tramos de Princesa, de la Cuesta de San Vicente, y de medio Madrid, que no se enteraba uno hasta que se encontraba con la valla amarilla delante y el policía haciendo aspavientos. Buena organización Gallardón, sigues ganando puntos.
Después de aparcar, al salir del coche, empezaron a darme unos mareos bastante sospechosos, y ante el temor de desmayo, entré a una farmacia a tomarme la tensión: 50-141 y 43 pulsaciones, aparentemente todo normal, pero aún hoy sigo con la cabeza que me da vueltas. Creo que la estoy perdiendo. Sospecho que puede ser del calor o de una bajada de tensión de esas que me dan cuando me acerco a la playa. El caso es que estoy todo el día medio sonado, como si Tyson me hubiese enganchado un directo y estuviese tambaleándome para caer a la lona.
Eso sí, del grano de la nariz no queda ni rastro.
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