Después de discutir con Dwalks las distintas opciones, acordamos que él marchaba a Alicante a recoger a Kurt al aeropuerto mientras yo me levantaba a las 8 de la mañana (en vacaciones es obligado aclarar este punto), para ir de excursión pesquera y espeleológica con Elliot.
Lo primero que hice al levantarme, aún legañoso, fue ir a la terraza "colgada a tres metros del agua del mar" (precisa descripción, Kurt) a ver amanecer.
Llegué tarde por los pelos.
Salimos de pesca con la Zodiac, practicando lo que se llama curricán . El plan era echar las cañas de camino hacia la Cueva de los Palomos. Bordeamos dos piscifactorías, que es como ir a cazar al establo, y con las manos vacías llegamos a la cueva, nos metimos casi hasta el fondo, hicimos el payaso, descubrimos una nueva civilización y después de nadar un rato entre los peces, medusas y pepinos de mar nos volvimos a casa a comer con los demás.
Sorprendió Kurt dejando pasar la tarta de arándanos por delante sin clavarle la cuchara -había reducido su metabolismo basal al mínimo preparándose para la hibernación-, gesto que aprovechamos Dwalks y yo para ponernos ciegos como buenos gordinflas que somos, sin darle ocasión a los Elliot a decir esta boca es mía y esa tarta estaba en mi nevera.
Después fuimos a casa de Kurt a dejar mis cosas en la habitación sin "historia", y nos dimos un chapuzón en la piscina en la que Jesús Gil grababa su programa rodeado de putas de lujo, mientras intentamos cambiar el estilismo del pelopeluca de Dwalks. ¿Te echo producto?
Dwalks y Kurt en la prostipiscina.
Cenamos bien de verdad y después de que se nos uniese Kurt fuimos junto con Agr, Elza y Ut a tomar una copa a la plaza de Altea.
A la vuelta, a las 2 de la mañana, nos volvimos a encontrar, clavado como puesto por el ayuntamiento, con un mimo de cara larga, fina y bigotuda pintada color plata y rodeada de un marco de papel albal del de los bocadillos de escalope haciendo como de televisor.
Dwalks, que se enterneció al ver que el tipo seguía allí de pie y sin moverse, no pudo contener un consejo: "Anda Junco, graba un disco".
Agr, que es como un padre, también le recomendó: "¿Por qué no te vas un poquito a casa, que ya no hay nadie por la calle?". Junco, sin pestañear, rompió su voto de silencio con: "Vete a tomar por el culo, anda". No hay moneda, no hay modales. Eso sí, nos partimos el pecho.
Llegamos a Benidorm , el ocaso de la civilización occidental, el Mordor del Mediterráneo, el lugar donde un centenar de mullets se agolpan para hacer fotos con el móvil a Coto Matamoros entrando en una limusina a la salida de una discoteca, el lugar donde las gogós agarran la barra americana con una mopa como puras pornochachas.
Nos reímos, bailamos, nos reímos y nos fuimos.
Al llegar al parking teníamos los coches encerrados porque el tío de la cabina había desaparecido. Mientras yo golpeaba las puertas del privado como un niño yankee en Halloween, Kurt trataba de resolverlo gritando frente a la cabina: "¡¡Soy ciudadano americano!!"