El caso es que a mí, a lo que me recuerda el Metro de Madrid, es a una reserva natural humana. Cada vez me parece más estar dentro de una de las películas de Mad Max: individuos de todos los pelajes confluyen en los pasillos del Metro, conviviendo en armonía la mayoría de las ocasiones. Existe un equilibrio entre las categorías humanas que circulan por allí, y que sin llegar a la antropofagia, mantienen ese equilibrio de manera basculante, donde la mayoría la posee un grupo u otro en función de si el lunes a las 8 de la mañana o viernes a las 22.00.
Estos son los 12 grupos más representativos que he encontrado a lo largo de mis años de viajes:
- Beep-beep o correpasillos común. Categoría: Velocidad. De estos hay un montón. Gente que va con toda la prisa del mundo porque bien han tardado más de lo que pensaban en hacer de vientre por la mañana, o porque ese día han olvidado programar el vídeo y se están perdiendo el comienzo del capítulo de Friends. Para que les dejes pasar, suelen ponerte la mano en el hombro, el lomo, o te empujan directamente.
- El perseguidor de puertas. Categoría: Obsesivo. Esa persona que espera al tren, de pie sobre la línea amarilla y mirando el cartel para ver cuántos minutos quedan para que llegue, y que cuando queda un minuto, mira a su reloj descontando los segundos. Aparece el tren, entorna los ojos y fija su mirada en una puerta, elección tal vez aleatoria, y ya no la levanta de allí. Mientras el tren entra en la estación frenando, el perseguidor de puertas, comienza a caminar o correr a lo largo del andén según la velocidad del tren. Nunca te interpongas en su camino. Distraerles de su objetivo puede desencadenar episodios de histeria.
- El sprinter. Categoría: Obsesivo/Velocidad. Probablemente, la evolución natural del perseguidor de puertas. Cuando una puerta del tren se coloca delante de uno de estos sujetos (si no es que se la ha perseguido antes), se aprietan contra ella, agachan la cabeza y.... antes de que salga nadie del vagón, ellos ya se han sentado en el único asiento libre que quedaba, dejando el camino sembrado de ancianos y carpetas de estudiantes esparcidas por el suelo. "Te jodes chaval, paró la música y tú te has quedado sin silla. Estás eliminado", parecen decir con su mirada triunfante.
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