- El sobao. Categoría: tirado. Aunque pertenece a la misma categoría que el borracho, se le distingue sin dificultad por su caída de ojos nada seductora que suele ir seguida de la caída de la cabeza entera, hasta que el cuello no da más de si, y se produce un efecto rebote y choque de la coronilla con la pared. Tan curioso como divertido.
- El niñato. Categoría: tirado (populosa categoría, sí señor). Cubren el suelo del vagón en torno a las puertas que no se abren. Sus animadas conversaciones sobre los botellones en los que se ponen hasta las cejas de minis de calimocho (¿dónde quedó el agua de Valencia?), están a la altura de su insolencia cuando se les pide paso porque están molestando. Sus complementos favoritos: móvil con el que jugar, camiseta del Ché y carpeta de apuntes forrada con dibujos de hojas de marihuana.
- El artista. Categoría: Mendigo La ver. 4.1. del mendigo en su evolución darwiniana natural incorpora flautas peruanas, guitarras, acordeones, CD-player portátiles y panderetas. Evolucionados para subsistir, superan con creces la ver. 3.0 (poeta que recita en el vagón), o la obsoleta ver. 1.2 (mendigo que recurre a remover lo peor en nuestra conciencia para obtener unas monedas de nuestros bolsillos).
- El dubitativo. Categoría: Desconfiado. Caminan seguros por los pasillos, pero cuando se acercan al pie de las escaleras mecánicas, se detienen y permanecen mirando pasmados cómo los escalones, con sus rayas y su hipnótico brillo metálico, avanzan inicialmente como una cinta y luego se levantan. Uno, y otro, y luego otro. Pueden pasar tres o cuatro hasta que eligen el suyo, al que se suben de un saltito. Una vez en el escalón sienten el alivio de una dura prueba superada y la excitación de saber que al final de la escalera les espera la complicada tarea de bajarse de ella. Provocan estados de crispación aguda en los correpasillos comunes.
- El peregrino. Categoría: Dwalks. Categoría en honor del autor de su aguda descripción en el comentario de la segunda entrega: "Mi actitud consiste en meterme en el último vagón de Gregorio Marañón e ir caminando hacia delante durante el trayecto hasta Alonso Martinez, con el único fin de bajarme en el primer vagón porque me viene mejor esa salida. El problema es la cantidad de bandazos que pega el tren durante su recorrido, provocando sucesivos rozamientos pélvicos con los pasajeros que están quietos". Cuidado Dwalks, he visto denuncias de acoso sexual por mucho menos que eso.
Vendedores de la ONCE, vigilantes de seguridad, manteros... quedan muchos por glosar y muchos más por catalogar. Sólo hay que abrir los ojos. Os animo a ello.