Es una racha que pasa enseguida, me dice un amigo. ¿Buena o mala? me pregunto yo.
El año pasado podía jugar con garantías un partido de solteros contra casados. Éramos un equipo orgulloso, aunque yo nunca terminé de creerme la envidia que despertábamos en nuestros rivales: "Aprovecha ahora, no seas tonto", decían. ¿Aprovechar a qué? ¿A meterles una paliza porque aún contaba con los mejores jugadores en mi equipo e incluso teníamos banquillo? Al paso que llevan, me voy a quedar de utillero en los partidos de Padres vs. Casados inéditos.
A mi edad, mis amigos llevan ya más tiempo del aconsejable haciendo el amor con sus parejas en casa de sus padres. Parece ser que la tensión de escuchar si el ascensor para en tu piso, o si ese ruido de tacones corriendo no viene de la vecina de arriba persiguiendo a su gato que le ha arañado el sofá, sino de tu propia madre que ha descubierto tu ropa interior en el suelo y corre como alma que persigue el diablo hacia nuestra habitación, ya ha acortado suficiente sus vidas.
Les ha llegado el momento de decidir: o se casan, o se quedan solos. Esta encrucijada suele presentarse acompañada de las palabras mágicas: "Cariño, si me quisieses de verdad, te casarías conmigo". Lo que podría ser una tercera vía (mágnica expresión, Tony B.), es la opción neutra vivir juntos, pero es tan similar a la fórmula del "para siempre", que también asusta.
La mayoría acepta una huída hacia delante: "De perdidos, al río", dicen. ¡Y luego que si la contaminación de los cauces y la fauna! Igual que el pez de tres ojos de Springfield, creo que está desarrollándose en las aguas del Manzanares, gracias a una horda de valientes novios que se han arrojado a sus aguas, una especie mutante del pato autóctono, y que se reconoce fácilmente por vestir chaqué e ir acompañado del ala por su madre.
1 comment:
Podría haber escrito yo este post con esas mismas palabras.
Identificación total con tus reflexiones, por haber decidido apretar el 'reset' recientemente, asumiendo todas las consecuencias, en vez de haber huído hacia delante.
Me pasaré por aquí habitualmente.
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