Me temo que durante una temporada esto se va a convertir en una especie de documental, tipo los que echan por la tele, en el que yo haré el papel de niño de la selva e iré metiendo los dedos en los enchufes, comiendo detergente, y haciendo ruidos de animales.
Ayer descubrí la compra, que es algo que (y esto va por los más jóvenes) cuesta dinero. Tener la nevera llena no es gratis ni se le parece.
Una de las primeras consecuencias que tiene descubrir lo caro que es hacer la compra es que todo producto de necesidad que sea de marca blanca acaba en el fondo de la cesta. Así, donde antes había un bote de Cola Cao, hay un Eroski-Cao; donde había una Mahou 5 Estrellas, hay una San Jorge; y donde había 6 naranjas, hay un zumo Carrefour. También he llegado a echar a la cesta productos cárnicos varios con un 30% de descuento por pronta caducidad.
Atravesada esta primera etapa, ojo, etapa que nunca se deja atrás del todo, viene otra en la que uno se relaja un poco y se da algún capricho que otro. Esto tiene también sus riesgos, porque sucede que viene el día en que se llega a la caja con 3 botellas de distintas marcas de cerveza de importación, con 3 copas de chocolate Danone, un bizcocho de la Tía Mildred, y una botella de ginebra de pepino. Que esto está muy bien, que sí, pero es una dieta que te arruina el cutis.
Después de descubrir lo enojoso que resulta tirar comida porque se ha puesto mala (¡con lo que cuesta!), se cruza otra etapa en la que se van ajustando las necesidades y el deseo. Para esto es muy importante hacer la compra con el estómago lleno porque en caso contrario sucede que, al pasar por el pasillo de los desayunos, arrasemos con los Donuts como si fuésemos una comisaría entera.
Al final se acaba encontrando un equilibrio entre la comida que se puede consumir en fechas válidas, la que cabe en la nevera, y la que se puede transportar.
Hoy, por ejemplo, he vuelto a hacer la compra porque ayer, después de pasar media hora por los pasillos llenando el carrito, me di cuenta de que había olvidado la cartera en la oficina. Lo más vergonzoso fue devolver los 300 gramos de pavo hecho lonchas, pero por lo demás os puedo asegurar que cualquiera vale para reponedor.
Mi lista de la compra de hoy ha sido:
- Maíz Eroski Pack: 1,07 EUR
- Minute Maid Naranja: 1,00 EUR (Normalmente alterno entre Pascual y Don Simón, que me hace mucha gracia verles pelear en la tele y los juzgados).
- Alcachofas frasco: 4,03 EUR
- Espárragos Eroski (estos serán Navarros lo menos): 1, 89 EUR
- Sándwich de Queso (Biocentury… ya explicaré por qué): 5,75 EUR
- Arroz Leche Eroski (a mitad de precio que el de Danone): 0,57 EUR
- Arroz Leche Eroski (es que me gustan mucho): 0,57 EUR
- Confitura naranja (me chifla la mermelada de naranja amarga): 1,32 EUR
- Cogollos: 1,29 EUR
- Queso Maasdam Erosk.: 3,59 EUR
- Manz. Red Delicious (en realidad son Fuji, pero éstas se les parecen y el kilo sale más barato): 1,52 EUR
- Pera Blanquilla: 1,12 EUR
- Licuado de Soja Natural (1 litro perfecto para mi colección de Twinings): 1,03 EUR
- Cerveza Lata. Clasic 6x 0,45: 2,70 EUR
- Leche Desnatada (1,5 litros de Asturiana): 1,44 EUR
- Tortilla Patata (del Eroski, de 500 gr. y con cebolla): 1,39 EUR
- Huevo Eroski OMEG M (media docena enriquecida ¿? en Omega 3): 1,05 EUR
- Alcaparras Eroski (los encurtidos de marca blanca son lo peor, pero de esto no había otras): 1,01 EUR
- Ciruela Amarilla (3 uds.): 0,52 EUR
- Queso Gorgonzola: 2,86 EUR
- Vitalinea Mousse (sabor fresa): 2, 17 EUR
Nada glamouroso, ya veis, pero entre esto y el armario que tengo lleno de latas de atún, me da para sobrevivir, que en esta etapa de mi vida es mi objetivo número 1.
Thursday, September 27
Sunday, September 23
Experiencias en 28 m2
Recuerdo que hace un par de años, cuando la ex-ministra de la Vivienda anunció aquello de las soluciones habitacionales de entre 25 y 30 m2 para los jóvenes, escribí un puñado de cosas ingeniosas que ahora se me vuelven almorranas. Y es que, con la experiencia de compartir desde hace prácticamente 4 meses un estudio de 28 m2 en el centro de Madrid, estoy listo para hacer un pequeño balance de pros y contras. Evidentemente, cualquier punto de vista que aquí exprese será revisitado en el futuro, y probablemente puesto al pie de los caballos:
Ventajas:
1.- No hacen falta más de dos viajes al Ikea para tener el estudio amueblado. Como persona sencilla y humilde que soy, me parece una obscenidad y una falta de respeto por gente como yo el tener una habitación vacía “porque no se necesita” (si hay alguien en esa situación, que me lo diga, que tengo un amigo buscando piso). Como decía, la inversión en estos pisos es mínima tanto en suelo como en muebles.
2.- No se tarda nada en limpiar. Las mañanas de los domingos, el momento de la limpieza dura menos de una hora. Todo menos la plancha, que hoy se me habían acumulado dos lavadoras y he tardado casi 3 horas en plancharlas.
3.- Te enseña a ser ordenado. Cualquier cosa que dejes fuera de una caja, cajón, baúl, o armario, es cosa que estorba, lo que me obliga a tenerlo todo tan recogido que en mis 28 metros podrían vivir un ciego, su perro, y enfermo con TOC (Trastorno Obsesivo Compulsivo).
Ventajas creo que no olvido ninguna, y además dudo que me quede alguna pendiente de descubrir porque en 28 metros no hay mucho sitio donde puedan esconderse, así que vamos con los...
Inconvenientes:
1.- Mi orden no es tu orden, ni se le parece. Si empezar la convivencia con una persona es comprometido, cuánto más cuando ni siquiera tienes 2 centímetros para ti, para seguir siendo quien eras cuando vivías solo, o como era mi caso, cuando vivía aislado en una habitación en casa de mis padres.
2.- Desde el salón huelo lo que se está cocinando. Desde la cama huelo lo que se está cocinando. Desde el salón y desde la cama puedo ver la sartén y saltar el aceite como si fuese la noche de San Juan. Bienaventuradas las ensaladas y las latas de atún porque ellas no desprenden olores.
3.- No tengo suficientes enchufes desde los que alimentar mis infinitos cacharros electrónicos, o gadgets que dicen los modernos. No puedo poner más “ladrones” si no quiero dejar sin luz a todo el barrio de Malasaña y parte de Chueca. Una de las cosas que peor llevo es tener que elegir entre tener enchufado el altavoz del iPod o la lámpara de lava.
4.- No hay armario suficiente. Me he traído una tercera parte de la ropa que tengo en casa de mis padres y ya no cabe más. Cuando tenga que empezar a traer jerseys, chaquetas, y abrigos, con lo que abultan, creo que no me quedará más remedio que sacarlos al pasillo y dejarlos junto a la bicicleta que a mi vecino tampoco le cabe dentro de su estudio.
E inconvenientes tampoco muchos más, la verdad. También de momento, aunque lo de no tener sitio para la ropa (ni casi para la comida), tiene pinta de acabar bien en tragedia porque no pueda elegir la camiseta a ponerme entre más de 30, bien en acción humanitaria porque termine donando toda la ropa que está nueva, pero que no cabe en mi nueva casa.
Yo, como soy muy de drama y peor persona que un pro-taurino, me decanto por la primera.
Ventajas:
1.- No hacen falta más de dos viajes al Ikea para tener el estudio amueblado. Como persona sencilla y humilde que soy, me parece una obscenidad y una falta de respeto por gente como yo el tener una habitación vacía “porque no se necesita” (si hay alguien en esa situación, que me lo diga, que tengo un amigo buscando piso). Como decía, la inversión en estos pisos es mínima tanto en suelo como en muebles.
2.- No se tarda nada en limpiar. Las mañanas de los domingos, el momento de la limpieza dura menos de una hora. Todo menos la plancha, que hoy se me habían acumulado dos lavadoras y he tardado casi 3 horas en plancharlas.
3.- Te enseña a ser ordenado. Cualquier cosa que dejes fuera de una caja, cajón, baúl, o armario, es cosa que estorba, lo que me obliga a tenerlo todo tan recogido que en mis 28 metros podrían vivir un ciego, su perro, y enfermo con TOC (Trastorno Obsesivo Compulsivo).
Ventajas creo que no olvido ninguna, y además dudo que me quede alguna pendiente de descubrir porque en 28 metros no hay mucho sitio donde puedan esconderse, así que vamos con los...
Inconvenientes:
1.- Mi orden no es tu orden, ni se le parece. Si empezar la convivencia con una persona es comprometido, cuánto más cuando ni siquiera tienes 2 centímetros para ti, para seguir siendo quien eras cuando vivías solo, o como era mi caso, cuando vivía aislado en una habitación en casa de mis padres.
2.- Desde el salón huelo lo que se está cocinando. Desde la cama huelo lo que se está cocinando. Desde el salón y desde la cama puedo ver la sartén y saltar el aceite como si fuese la noche de San Juan. Bienaventuradas las ensaladas y las latas de atún porque ellas no desprenden olores.
3.- No tengo suficientes enchufes desde los que alimentar mis infinitos cacharros electrónicos, o gadgets que dicen los modernos. No puedo poner más “ladrones” si no quiero dejar sin luz a todo el barrio de Malasaña y parte de Chueca. Una de las cosas que peor llevo es tener que elegir entre tener enchufado el altavoz del iPod o la lámpara de lava.
4.- No hay armario suficiente. Me he traído una tercera parte de la ropa que tengo en casa de mis padres y ya no cabe más. Cuando tenga que empezar a traer jerseys, chaquetas, y abrigos, con lo que abultan, creo que no me quedará más remedio que sacarlos al pasillo y dejarlos junto a la bicicleta que a mi vecino tampoco le cabe dentro de su estudio.
E inconvenientes tampoco muchos más, la verdad. También de momento, aunque lo de no tener sitio para la ropa (ni casi para la comida), tiene pinta de acabar bien en tragedia porque no pueda elegir la camiseta a ponerme entre más de 30, bien en acción humanitaria porque termine donando toda la ropa que está nueva, pero que no cabe en mi nueva casa.
Yo, como soy muy de drama y peor persona que un pro-taurino, me decanto por la primera.
Thursday, September 20
Jailaits
Mi verano en dos patadas: He estado en varios saraos tomando copas con Carmen Martínez Bordiú y Massiel, en un yate con Ana Obregón, quien por cierto se conserva fenomenal para la edad que tiene (y otros tópicos del montón), de marcha con Marc Ostarcevic en la discoteca de Flavio Briatore, y escribiendo los guiones del programa de Emilio Pineda en Tele5 (Está Pasando). Por lo demás, todo bien.
Mi trabajo a vuelapluma: Me levanto un pastizal y me lo paso estupendamente en la oficina. También salgo de vez en cuando, sobre todo para ir a dormir a casa. Tercer grado labo-laboral.
Mi “brand-new-life”: Vivo con Berlín, mis padres no lo quieren saber, y voy andando a trabajar. He aprendido a poner la lavadora, tender, planchar y zurcir. Mi ropa huele a jabón de Marsella y mi pelo a Camomila, por cierto.
Mi router: Lo pedí a Telefónica el 6 de agosto. Lo recibí ayer. Odio Telefónica y acepto sus sobornos encantado. Si utilizas las palabras mágicas “Dar de baja” te conceden tres deseos y se hacen pis encima.
Mi yo reciente: me encanta someter a la gente con mi nueva personalidad aprehendida. Sit. Plas. Soy conductista humano. Al menos eso es lo que estoy obligado a aparentar.
Mi nuevo hogar: comparto 28 m2 y pienso mucho en el Ministerio de la Vivienda como pienso en los discos de Luis Cobos: tratando de entender cómo puede haber alguien a quien no le parezcan que están de más.
Mis nuevas aficiones: Estoy enganchado a Supermodelo, programa que me ha hecho concluir que por el bien común habría que asesinar a los niños antes de que se conviertieran en adolescentes. También he descubierto que se me pasa el tiempo volando mientras plancho, que creo que se parece mucho a pescar. También he vuelto al gimnasio.
Estas son las ideas. Vendrán las obras.
Muchas gracias por estar ahí. Os quiero, corazones.
Mi trabajo a vuelapluma: Me levanto un pastizal y me lo paso estupendamente en la oficina. También salgo de vez en cuando, sobre todo para ir a dormir a casa. Tercer grado labo-laboral.
Mi “brand-new-life”: Vivo con Berlín, mis padres no lo quieren saber, y voy andando a trabajar. He aprendido a poner la lavadora, tender, planchar y zurcir. Mi ropa huele a jabón de Marsella y mi pelo a Camomila, por cierto.
Mi router: Lo pedí a Telefónica el 6 de agosto. Lo recibí ayer. Odio Telefónica y acepto sus sobornos encantado. Si utilizas las palabras mágicas “Dar de baja” te conceden tres deseos y se hacen pis encima.
Mi yo reciente: me encanta someter a la gente con mi nueva personalidad aprehendida. Sit. Plas. Soy conductista humano. Al menos eso es lo que estoy obligado a aparentar.
Mi nuevo hogar: comparto 28 m2 y pienso mucho en el Ministerio de la Vivienda como pienso en los discos de Luis Cobos: tratando de entender cómo puede haber alguien a quien no le parezcan que están de más.
Mis nuevas aficiones: Estoy enganchado a Supermodelo, programa que me ha hecho concluir que por el bien común habría que asesinar a los niños antes de que se conviertieran en adolescentes. También he descubierto que se me pasa el tiempo volando mientras plancho, que creo que se parece mucho a pescar. También he vuelto al gimnasio.
Estas son las ideas. Vendrán las obras.
Muchas gracias por estar ahí. Os quiero, corazones.
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