Al margen de lo poco que me ha durado la tranquilidad ganada durante mis cinco días en Londres a golpe de Libra, sí guardo unos cuantos recuerdos de los que duran bastante más de lo que tarda un jefe en endosarte un marrón o en meterte el dedo en el ojo ("¿Qué te has pensado mejor lo de Brasil?")
Mi amigo LM. vive en Whitechapel, barrio famoso no por tener una tradicional capilla blanca, sino porque allí fue donde Jack el Destripador hizo sus prácticas de cirugía para el MIR. Ahora ese barrio parece más Bombay o Nueva Delhi, incluso tiene su mercadillo con fruta importada de los países de la Commonwealth y que, a pesar de mis años de estudio de los verdes, no conseguí clasificar.
Había mucho movimiento de gente, y al igual que algunos turistas se llevan una decepción cuando vienen a España y ven que no vamos a comprar al Corte Inglés vestidos de toreros y sevillanas, también intuía entre la multitud alguna cara compungida porque no salía ningún vecino a la ventana con un radiocasete para que la gente de la calle bailase alegremente como sucede en los musicales indios.
Tras una pequeña confusión en el trasbordo en el metro, llegamos a la casa en la que vive LM. Ésta tiene dos dormitorios con grandes ventanales, una cocina que me recordaba a aquella con la que jugaba mi hermana de pequeña y un salón con capacidad para dos personas tiradas en el suelo durmiendo, otra sobre el sofá y dos mesas. El trono y su revistero bilingüe improvisado están en una habitación separada de la ducha y el lavabo, en esa costumbre que tienen.
Por supuesto, todo el piso excepto los baños y la cocina, estaba acolchado con 3 o 4 capas de moqueta. No creo que sea lo más higiénico, pero resulta mullidito y nuestras espaldas lo agradecieron cuando nos tocó dormir en el suelo. Además el sistema de drenaje que han diseñado con los años de práctica de acumular una moqueta sobre otra, es asombrosamente eficiente a la hora de hacer desaparecer cualquier vertido. Creo que el secreto está en que debajo de las dos primeras capas de moqueta hay un solado de baldosas de agujero negro antimateria.
Está tan perfeccionado que hasta han encontrado un sistema para evitar que el drenaje se colapse como sucede en los desagües de las duchas: con los pelos. Cualquier prenda de ropa que tuviese contacto con el suelo, y especialmente mis calcetines, son la evidencia de que en ese piso han convivido al menos tres especies animales, aunque una de ellas aún sin identificar.
Voy a empezar a recortar los cupones del periódico El Mundo para hacer la colección de CSI y ver si con la ayuda de Grissom resuelvo el caso.
2 comments:
esto promete... continúa, por favor.
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