Monday, September 25

Fin del viaje a Praga

Se acabó el viaje y eso está bien. No es que no me haya gustado Praga, que sí lo ha hecho, es que se me estaba haciendo bola la ciudad, que tampoco es tan grande.

El viernes me levanté a tiempo de tomar un buen desayuno y hacer un poco de ejercicio en el gimnasio del hotel antes de salir a pasear nada temprano, a eso de las 12:30. Cuando voy de vacaciones me gusta relajarme y hacer las cosas al ritmo que me pida el cuerpo, además me conozco y sé que puedo estar 9 horas paseando sin parar ni a comer, que fue exactamente lo que sucedió.

En mi visita me dio la impresión de que Praga es la ciudad con más turistas por metro cuadrado, y también que si hubiese salido con un paraguas para protegerme del sol habría acabado con 40 personas pisándome los talones.

Después de estar todo el día de turismo llegué al hotel, puse los pies en alto y así se me fueron dos horas. Cuando miré el reloj eran las once pasadas y ni había cenado ni iba a hacerlo ya a esas alturas.

Me di una ducha y me dirigí al Narodní 11, un pub que me habían recomendado dos amigos que estuvieron allí el año pasado y del que me habían contado alguna que otra leyenda. Vaya por delante que yo no soy de tomarme copas solo, nunca lo he hecho, pero no quería volverme de allí y tener que mirar a mis amigos a la cara para decirles que me había quedado durmiendo en la habitación. Strength and Honour.

Para entrar al N11 había que pagar entrada, bien porque la selección económica del personal suele generar calidad eliminando perroflautismos y derivados, pero cobrar un euro y medio es seleccionar poco. Mal.

Dentro la cosa era regular alto, pero como la cerveza solo costaba otro euro y medio, pasó a notable. Después de la primera cerveza me animé a pedir un "Sex on the Beach" y me puse a bailar en medio de todo el mundo, que también estaba bailando. Luego me pedí otro cóctel y apareció la tensión sexual necesaria para que me pidiese otras dos cervezas. Me fui al hotel solo, por supuesto.

De vuelta paré a comprar una hamburguesa en un puesto callejero y me la fui comiendo por la calle mientras en menos de 200 metros me topaba, no simultáneamente, con tres putas bastante agresivas que me tocaron el brazo, la pierna y la polla por este orden, al tiempo que yo sujetaba la hamburguesa con las dos manos, me chorreaba el ketchup hacia el suelo, y emulaba a Paquito Fernández Ochoa haciendo slalom entre ellas a la voz de "No! No! Go! ¡Que os vayáis a tomar por culo, coño!" Llegué al hotel de bastante mala hostia, la verdad, que me habían estropeado la cena.

Al día siguiente me levanté un poco más tarde y con la boca seca por la cerveza, desayuné unos huevos benedictinos y fui a darme un masaje tailandés. Para esto último me tuve que poner unos pantaloncillos de lino y una camiseta de algodón. Salí donde me recibió una señora oriental con la manos juntas y una reverencia, pero lo que parecían amabilidad y buenas maneras acabó en retorcimientos, estiramientos y golpes.

Hubo momentos en los que pensé que podía tener tres pies y manos, o que cuando entré a la habitación del tatami había otra tipa escondida en un rincón, porque a ratos me agarraba de las dos piernas a la vez que me estiraba un brazo y me daba un masaje en los hombros. Una barbaridad, como cuando me masajeó las piernas con los pies o se subió a mi espalda. Salí de allí con una idea muy clara: Me quiero casar con una tailandesa, que luego de sobarte a base de bien, encima te preparan una ducha y un té.

Para rematar el viaje hice una demostración del James Bond que estoy hecho al dejar para el sabbat la visita al barrio judío, con lo que obtuve el mismo resultado que quien va a Sevilla en la feria de abril para hacer negocios.

Un episodio más de 24 en el aeropuerto mientras esperaba el avión y para casa.

Friday, September 22

Námestí Republiky

Ayer estuve otra vez currando un poquito en el hotel Hilton. ¡Cuánto bien ha hecho la heredera a la fama de la cadena con su vídeo de la mamada y sus constantes apariciones borracha como una perra! Si hubiesen quedado habitaciones libres en el hotel me habría alojado allí de cabeza a ver si se me pegaba algo de su glamour.

Durante la comida de ayer volví a sentarme con Siobhan (se pronuncia shibón), que es irlandesa y está muy buena, y con Daniela que es de Praga y también está muy buena. Con la primera encontré un lazo de unión porque cuando estuve en El Salvador trabajé con un compañero suyo, y eso hizo que bajase un poco la guardia. A la segunda la convencí para que nos acompañase a la irlandesa y a mí a enseñarnos la ciudad. Era El Plan, no digáis que no.

Todo esto fue durante la comida, pero resulta que media hora antes de que terminase el congreso me reclamó un alemán que quería tener una reunión conmigo y me estuvo dando la chapa hasta que se había ido todo el mundo. Cuando me levanté de la mesa con la cabeza como después de cuatro cubatas en ayunas allí no quedaba ni un alma, y como no soy nada precavido no tenía ni un solo número de teléfono donde localizarlas. Casi me pongo a llorar.

Volví a mi hotel después de tomarme una cerveza con unos españoles en el bar del Hilton, y entonces me acordé del argentino y sus dos amigas uruguayas, que también eran un buen plan. Les llamé y me acoplé para ir a un concierto de la orquesta nacional con música de Dvorak y Smetana.

El teatro es precioso y el concierto fue sobresaliente, pero claro, con buena picha bien se jode. Si interpretan la sinfonía "From the New World" de Dvorak con 45 músicos lo raro hubiese sido que no triunfasen, porque a la gente le gusta "Carmina Burana" y todo lo que suene igual de agitado y lleve mucho contrabajo, muchos timbales y platillos. Sucede un poco como en los polígonos: "¿Quieres graves? ¡Pues toma graves!"

A pesar de lo bueno que era el concierto, el día había sido muy largo y empezó a írseme la cabeza del sueño. Para evitar dormirme me fijaba en los músicos y pensaba en cosas como:

- Adoro los contrabajos. Me encantan. Los músicos que tocan el contrabajo son señores borrachos abrazando a sus novias amarcordianas.

- Los de las flautas traveseras son unos mojigatos. Seguro que también comen los rabos así de lado como si les diese asco o vergüenza, todo lo contrario que los de las trompetas, unos auténticos profesionales de la felación.

- Si tuviese una panda de amigos y quisiese formar una orquesta con ellos, no dudaría en poner al gordo a tocar la tuba, al más alto a tocar el contrabajo, y al que quiso ser portero de fútbol porque no valía para ningún otro puesto, a tocar el triángulo y los platillos.

Y así estuve un buen rato, dudando si un señor trompeta es un señor sordo o uno borracho, hasta que una vez finalizado el concierto fuimos a cenar y casi nada más empezar me preguntaron si tengo novia. A mí que me hagan esa pregunta me parece una falta de educación porque no entiendo la curiosidad. ¿Les pregunto yo si sus abuelos siguen vivos? No sé, creo que para conocer a las personas hay datos más relevantes como si tienen antecedentes penales por malos tratos o si son ovovegetarianos. Cosas mías.

Después de cenar me volví al hotel, me puse otro episodio de 24 y me quedé dormido como un niño pequeño. Ahora me voy a dar un paseo y a hacer fotos para el próximo post.

Sed buenos y pasad un buen fin de semana.

Wednesday, September 20

Pragueando

Estoy que no quepo en mí, sentado en uno de los miles de sofás que el hotel Hilton Prague (¡Hey you, Paris!) tiene repartidos entre el lobby y el centro de negocios, escuchando en directo música de los 50, de películas como Gilda, con el portátil sobre las rodillas, vestido con un traje de menos de 300 euros, y con los ojos cansados, muy cansados, de seguir con la mirada las niñas de 20 años, 1,80 de alto y no más de 55 kilos de peso que entran al gimnasio del hotel. Me van a traer un gin fizz en unos segundos, hasta entonces contendré el orgasmo.

Visto que en Madrid la compañía de Dwalks no me traía más que problemas, decidí huir y refugiarme de sus malas influencias, pero la cagué y he acabado en Praga. Aquí están las modelos que han sido rechazadas esta semana en la Pasarela Cibeles y las que no también, rompiéndose al caminar y sin darse importancia. Estas mismas chicas en Madrid flotarían por las calles con ínfulas de diosa y dejando cadáveres a su paso.

En todo el día de hoy únicamente he hablado en inglés, pero eso ya no es más un problema porque he practicado mucho viendo los episodios de Lost en versión original. Ahora sé decir, “Hey!”, “Hey yourself!”, y “Get help, call Jack!”, que es básicamente lo que llevo diciendo desde que he llegado.

Esta noche me toca ir a cenar con un español que se ha quedado colgado. Me apetece cero porque es un tío bastante seta y porque en la comida me había currado un plan con una argentina, una irlandesa y una checa, que parece un chiste pero no lo es. Pero como soy chapero de profesión, voy a cenar con el que me paga, que de algún sitio tengo que sacar la panoja para vestir Versace. Perra vida.

Hablando de cena, ayer cuando llegué al hotel Josef, uno que aparece en las guías de diseño que leen los arquitectos, estuve media hora viendo sumo, que es un deporte que no sigo pero que me hace mucha gracia por ver a esos hombres montaña embestirse como hipopótamos siguiendo no sé qué honorable ritual. Es bastante cómico, la verdad, al menos para mí, que como soy tonto no entiendo nada.

Después de esa media hora y de cotillear los accesorios del cuarto de baño (¡tengo hasta enjuague bucal!), salí a dar una vuelta, que es mi primera vez en Praga, y vi el reloj ese famoso que hay en la plaza famosa y del que salen los famosos muñequitos. Me acordé mucho de Cortilandia y me reí cuando los japoneses empezaron a aplaudir porque habían dado las 10.

Después de cenar (ver el final de esto) volví al hotel, donde tuve un percance con una señora puta que insistía en que me quería follar y yo insistía en que no.

Subí a la habitación, descubrí que desde mi habitación en la primera planta puedo piratear la señal WIFI del lobby, me puse un episodio de 24, y lo demás es historia...

PD: Me acaban de confirmar que lo de las niñas checas tremebundas es un casting de modelos. Lástima de cámara de fotos.

Thursday, September 14

Armando

Sala Triángulo

Hoy Berlín se ha ido a Gambia. Antes de irse me ha hecho prometerle tres veces que no la voy a engañar con nadie en estas dos semanas que vamos a estar sin vernos. Yo le he recordado que la que se va sola de viaje con un amigo es ella, y ella me ha recordado que ve mucho más peligro en Dwalks que en su amigo. Sus palabras han sido las siguientes: "Sí, pero las chicas con las que liga Dwalks seguro que tienen amigas y te las presenta, y con lo tonto que eres tú te lías con ellas por no tener que decirles que no". Yo me he reído sinceramente y le he hecho la promesa.

Esta conversación la he tenido esta mañana mientras me planchaba la camisa y el pantalón del traje en casa de Berlín, donde me he levantado porque ayer fuimos a ver la exposición de fotografía que un amigo suyo tiene en la Sala Triángulo (Lavapiés. Calle Zurita, 20), un centro cuya principal actividad son las representaciones teatrales.

La exposición consta de 16 fotos de una colección de 50 cuyo hilo son los cerdos y los vertederos (estos artistas, ya se sabe). Incluye fotos porcinas tan entrañables como las que Ann Geddes hace a los bebés, otras que permiten adivinar sentimientos casi humanos en las miradas de los animales, y otras hechas para removernos el interior con, por ejemplo, secciones del cerdo. De estas últimas sólo hay una y en un rincón porque la exposición ha coincidido en programación con la representación de una obra infantil y no es plan de aterrorizar a los chavales y que luego se hagan pis en la cama.

Armando, el autor, nos invitó a unos vinos, unas tapas y unas cervezas mientras uno a uno nos iba comentando las fotos. De hecho, según él, utilizó la exposición para reunir a la gente que quiere y enseñarles lo que hace, pero estoy convencido de que le encantaría saber que su fotografía gusta, así que si os coge de camino, pasáis cerca, u os interesa ver unas buenas fotos y luego entrar a ver algo de teatro, pasaros por allí y me contáis.

De todas maneras os aviso de que Armando, siendo buen fotógrafo, es mucho mejor escultor (y aún mejor persona que se suele decir, en este caso aplicado acertadamente), y que cuando realmente disfrutaríais sería viendo su trabajo con los metales. Espero que pronto repita una exposición como la que tuve ocasión de ver el año pasado, de esa no os íbais a librar.

Monday, September 11

Gambia

Gambia

Se va Berlín de vacaciones a Gambia durante una semana con un amigo suyo y no, no estoy celoso.

Como nunca he estado allí ni he tenido intenciones, no tengo ni idea de qué hace la gente en Gambia. Tiro de Google a ver qué es lo que me cuenta, más por curiosidad que porque me preocupe descubrir que el tiempo libre que tengan estos dos sea demasiado:

Gambia está incrustada en medio de Senegal, abarcando casi todo el curso del río con el que comparte el nombre. Como consecuencia de la lucha colonial que mantuvieron ingleses y franceses, sus fronteras siguen la lógica de tiralíneas* que se aplicó también al resto de África .

Gambia se independizó del Reino Unido hace poco más de 40 años, 6 años después de que Senegal hiciese lo propio con los franceses. El idioma oficial es el inglés.

La mayor parte de la población es mandinga y también hay fulanis. Son en su mayoría musulmanes y su principal fuente de ingresos es la venta de cacahuetes y, poco a poco, el turismo.

Teniendo en cuenta que he ensayado con Berlín a decir “Two beers, please” no creo que tenga problemas mientras yo me quedo aquí bebiendo una cerveza con una tapa de panchitos, dándole vueltas a eso de los fulanis y del millón y medio de mandingas que se va a encontrar allí.

Wednesday, September 6

The ring

PARENTAL ADVISORY
Atención: Este texto posee contenido sexual y vocabulario explícito

Hace cosa de un mes un amigo que es muy exagerado, muy tradicional, y el mejor contador de historias que conozco, nos decía que le había llegado su novia con el anillo este que ha sacado DUREX para mejorar nuestras relaciones sexuales. Para él que esas cosas son como venidas del espacio, un espacio del que no deberían haber salido jamás, follar con miedo a recibir una descarga no es nada divertido, y esa sensación convertía el último gran invento del hombre blanco en una mierda tal que los chinos acabarían vendiéndola en las ferias de los pueblos junto a las espadas láser, las diademas de corazones luminosos y los anillos de destellos.

Todos, incluido yo, nos reímos mucho ese día, pero desde entonces el dichoso anillo se ha convertido en un tema de conversación recurrente. En la oficina,en la calle, en el cine, en el hospital, todas las conversaciones, las mías, las tuyas, eran la siguiente: "¿Qué tal las vacaciones? Bien, cortas. ¿Has follado con el anillo ese de DUREX?"

Y yo que si mi vida sexual era estupenda, que si un verdadero hombre no necesita artificios para hacer vibrar a una mujer, que si antes me arranco los pelos del pecho a bocaos... La semana pasada llegó Berlín y me dijo: "Te he comprado un regalo". "¿Qué es? ¿Qué es? ¿Qué es?", gritaba yo dando saltitos con los brazos encogidos. "Un anillo DUREX, de esos que vibran". "Aaaah. Pues yo te he comprado un balón".

Este fin de semana después de comer estábamos viendo la tele tirados sobre el sofá cuando me dijo entre risitas: "Tengo un anillo"; "Pues llévalo a Mordor"; "¿Lo probamos?"; "No sé. A ver si se me va a cortar la digestión". Lo probamos.

La cosa es un anillo de silicona que se puede usar con o sin preservativo, que tiene una pila que dura unos 20 minutos y que hace un ruidito como el de la barquita a pilas que metías en la bañera de pequeño. Aquí os presento una pequeña guía de usuario:

Quitando miedos.
El anillo tiene unas dimensiones y flexibilidad tales que se puede descartar el estrangulamiento. Vamos, que aquello no emberenjena a no ser que lo que se tenga entre las piernas sea un problema, perder cuidado.

No da descargas. Sé que esto a más de uno le va a suponer una decepción, sobre todo a aquellos que hayan probado la rehabilitación muscular con electrodos, pero es lo que hay. Si queréis ese tipo de emociones podéis follar mientras chupáis pilas de petaca.

Las vibraciones son de onda corta, esto es, que no váis a perder el control de vuestro miembro ni váis a empezar a tirar los jarrones por los suelos. Es todo mucho más sutil.

Mi experiencia.
Bueno, cuando me lo puse y apreté el botón, el anillo empezó a hacer brrrrrrr brrrrrrr brrrrrrr y a vibrar dándome un gustirrinín que pensé: "Verás tú, esto Berlín ni lo prueba".

Luego, cuando ya andaba compartiendo vibraciones con Berlín, me dió un ataque de risa que no podía parar. Ella me miró muy seria y me dijo: "Páralo que esto así no puede ser". Y yo a buscar el botón en el anillo para conseguir pararlo, y más risa. "Que no lo encuentro, mujer, que esto es muy chico". Total, que de los 20 minutos que dura, me tiré 5 de risas.

En conclusión, que el rato que se pasa es divertido, sin ninguna duda.

Monday, September 4

Dejad que se alejen de mí

Después de un par de días en casa de Kurt (ver aquí), Dwalks y yo conseguimos empacharle a él y a Nate de puro empalagosos que somos. Se fueron a Barcelona dejando la casa y la piscina para nosotros solos, que aprovechamos esos momentos para mirar cómo nos crecían los pelos de las piernas y para repetir las coreografías de Gemma Mengual hasta no poder tragar más agua.

Al día siguiente, cuando con los pulmones encharcados hicimos el traslado a Can Elliot y vimos que en lugar de botellines helados había sobre la mesa un biberón medio vacío, y que donde siempre había un plato con jamón se encontraban una cucharita de goma y un babero sucio, nos dimos cuenta de que las cosas habían cambiado.

Nos esperaban con la Zodiac sin montar Elliot, su mujer y su hija, y viendo que precisamente montarla era lo que tocaba, les abandoné a él y a Dwalks mientras dormían la siesta y me fugué con las mujeres a Benidorm para hacer una visita a mi abuela mientras ellas paseaban.

Mi abuela, la doblegadora de voluntades, la que sería capaz de conseguir que Fidel entregase Cuba a los americanos, vive gran parte del año en un edificio de 14 plantas en la playa de Levante. Estuve charlando con ella un par de horas de las que no recuerdo mucho por el colocón que me agarré en el ascensor debido al fuerte olor a perfume ultrapotente de señora mayor que había dentro. En cualquier caso sé que esas dos horas estuvieron bien porque cuando salí a la calle lo hice con un paquete de lomo y otro de jamón entre las manos. Abuelas...

De vuelta a Altea la hija de Elliot, que tiene menos de 10 meses, se tiró todo el camino llorando (siendo políticamente correcto), machacándome los tímpanos y crispándome nervios (sin serlo). A la vigésima vez que la madre le cantó los cinco lobitos, tuve que avisarle de que el que se estaba durmiendo era yo, y que conduciendo las medicinas y las nanas estaban contraindicadas.

A ver, no es cierto lo que dice Dwalks aquí de que tengo sobre la niña el mismo efecto que sobre él tiene una subida del Euribor. La niña y yo nos llevamos fenomenal: yo le enseño los muñecos, les pongo voces y me invento historias. Ella por su parte, me babea, me agarra la nariz y me deja fatal delante de los padres poniéndose a llorar, pero eso es porque cada vez que me ve le duelen los dientes o le entra hambre, que tengo muy mala suerte para eso.

Lo que sí es cierto que es un hijo te cambia totalmente la vida, T-O-T-A-L-M-E-N-T-E, y que para esto tampoco estoy preparado. Un tipo que cuando se queda solo en casa dos meses es capaz de coger una cuchara para tomarse el gazpacho que se le ha caído sobre la encimera de la cocina, al que le devora el montón de la ropa sucia, al que los paquetes de pan Bimbo le enmohecen de dos en dos y los yogures le caducan de 4 en 4, es capaz de olvidarse de sacarle los gases al niño después de comer, o de darle cuatro galletas María al bebé celiaco.

A mí me gustan mucho los niños, especialmente la hija de estos amigos, que la he cogido cariño, pero como a la mayoría de los que no los tenemos, me gustan solo para hacerles cucamonas durante 10 minutos, y para maleducarles dejándoles que me muerdan, que se lo lleven todo a la boca y dándoles lo que sea con tal de que no me lloren. Que no digo yo que no sea capaz un día de ponerme a ello, pero no es el momento. Durante un tiempo toca seguir siendo adolescente, querida Wendy.